Orson aún conservaba en sí aquel sutil aroma de menta y tabaco que tanto hechizaba a Jimena.
El corazón de ella se ablandó instintivamente por un momento, pero luego recordó la historia entre Orson y Priscila, y se puso a la ofensiva de inmediato, empujando a Orson con ira: "¡Orson, quita tus sucias manos de mí!"
Después de apartar a Orson con tanta fuerza, Jimena retrocedió varios pasos por la inercia.
Orson dio un paso hacia atrás, mirándola con ojos tristes. Tragó saliva, y con dolor le dijo: "Jimena, ya hice la prueba de paternidad con el niño, todavía no es seguro que sea mío. Ya conoces a Priscila, esa mujer es astuta y manipuladora, ¿quién sabe qué estará tramando ahora?"
Jimena, devastada, soltó una risa fría: "No importa si el niño es tuyo o no, ¡el hecho de que tuviste algo con ella es indiscutible!"
Al oír esto, Orson mostró una mirada de sufrimiento y rápidamente intentó explicarse: “Estaba borracho esa noche. Si hubiera estado en mis cabales, jamás habría pasado nada entre nosotros. Y además..."
Orson hizo una pausa y continuó: "Además, ¿no me habías perdonado ya por ese error?"e2
Jimena bufó, cruzándose de brazos y con enojo dijo: "¡Quién dijo que te había perdonado!"
"Si no me has perdonado, ¿por qué aceptaste casarte conmigo?" preguntó Orson.
"¿Aún tienes el descaro de preguntar? ¿No has estado presionándome todo este tiempo, utilizando a mi madre para que me case contigo?" En su enojo, Jimena soltó esas palabras sin pensar.
Orson quedó herido por sus palabras y murmuró: "¿Te presioné?"
Jimena respondió con un resoplido: "¿No lo hiciste?"
Orson sonrió amargamente, asintió y dijo: "Sí, te presioné..."
Bajó la cabeza, mostrando una imagen de completa desolación.
El ánimo de Orson cayó profundamente, sintiéndose perdido y sin saber qué hacer.
Jimena llegó a casa, abrió la puerta y vio a su madre y a su padre sentados alrededor de la mesa del comedor, ambos con el semblante tenso y el gesto severo. Al verla, Jacinta y Martín se pusieron de pie al unísono.
La actitud era de quien se preparaba para una gran confrontación con Jimena. Ella retrocedió asustada, diciendo repetidamente: “Mamá, cálmate, déjame explicarte todo primero.”
"¿Qué vas a explicar? ¡Saca lo que tienes que sacar!" Jacinta extendió su mano hacia Jimena con seriedad.
Jimena, confundida, miró la mano de su madre y preguntó: "¿Qué cosa?"
"¿Qué más podría ser sino un certificado de matrimonio?" afirmó Jacinta con convicción.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...