¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1778

Jimena se sentía atrapada, y con cierta dificultad le dijo a Jacinta: “Mamá, por favor, no seas así. Deja que termine de hablar.”

“Habla entonces, a ver qué excusa puedes tener ahora”, respondió Jacinta con un semblante decaído, mirando fijamente a Jimena con una cara llena de expectativa.

En realidad, Jacinta ya tenía una idea de lo que estaba sucediendo al ver que Jimena y Orson aún no habían regresado, al menos parcialmente. Al extender su mano pidiendo el certificado de matrimonio a Jimena, sostenía la última esperanza.

Pero al ver la cara de impotencia de Jimena, esa última esperanza que Jacinta guardaba con tanto afán se esfumó.

Ella regresó sola, sin Orson, lo que significaba que el problema era grave.

Jimena sabía que no podía seguir ocultándolo y miró hacia su padre que estaba detrás de Jacinta, con una expresión seria, esperando su explicación.

Con un suspiro, Jimena dijo: “Orson tiene un hijo con otra mujer…”e2

“¡Qué!” Jacinta quedó impactada, con los ojos muy abiertos y completamente paralizada por la noticia.

Ella sabía que el problema era serio, pero no esperaba algo así.

¡Ese desgraciado de Orson había tenido un hijo con otra mujer, y todavía tenía la cara dura de decir que iba a darle a sus hijos con Jimena un hogar completo! ¿No era eso una burla?

“¡Ese cabrón! Cuando lo vea, le voy a dar una paliza hasta que ruegue por misericordia”, exclamó Martín, lleno de furia, golpeando la mesa con fuerza.

Antes de que Jimena diera su explicación, él pensaba que tal vez su hija estaba siendo demasiado caprichosa.

¡Pero nunca imaginó que se trataba de un hombre tan despreciable!

“¿Y papi? ¿No va a comer contigo?” Adora preguntó con curiosidad e ilusión.

Aunque la niña solo había visto a Orson unas pocas veces, su anhelo por él era profundamente evidente.

Jimena sonrió a pesar de las lágrimas, acariciando la cabecita de Adora, y dijo: “Papi tiene asuntos muy importantes que resolver hoy, no podrá venir.”

Es verdad lo que dicen, que las niñas son el tesoro de sus padres. Adora solo había visto a Orson unas pocas veces, pero siempre estaba preguntando por su papi.

Si Orson escuchara esto, probablemente estaría lleno de orgullo.

“¿Cuándo podrá venir papi?” Adora preguntó de nuevo, insistente.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia