¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1830

Elia miraba fijamente a los ojos profundos de Asier y, de repente, comprendió lo que él intentaba decirle: estaba probando si ella se preocupaba realmente por su pierna.

¿Había dado la impresión equivocada con su reacción anterior?

Floria, que estaba buscando una aguja de plata en el botiquín, se detuvo al oír las palabras de Asier. Se dio cuenta de que se avecinaba un conflicto entre él y Elia y se puso nerviosa.

Se volteó rápidamente y comenzó a hablar: "Sr. Griera, en realidad..."

"Claro que no estoy decepcionada." Antes de que Floria pudiera terminar su frase, Elia respondió a Asier, seria y directa.

Cuando Asier formuló aquella pregunta, Elia se quedó paralizada por un momento sin responder, no esperaba que él le preguntara eso.

Al darse cuenta del significado oculto detrás de su pregunta, sintió un peso en el corazón.e2

Bajo la mirada atenta de Asier, ella le dio su respuesta.

En ese instante, se miraron fijamente el uno al otro, ignorando todo lo demás, viéndose solo el uno al otro en sus ojos.

Después de que Elia pronunciara esas palabras, Asier la miró intensamente, esperando que continuara.

Elia dijo: "No importa cómo seas, estaré a tu lado, siempre serás la persona más importante para mí. Mi preocupación es que te sientas bajo presión, que te des por vencido."

Ella hablaba con el corazón; su urgencia al preguntarle a Floria sobre las piernas de Asier y la decepción que mostró al no recibir una respuesta afirmativa, se debía únicamente a su preocupación por Asier, no por rechazo, y mucho menos por desilusión.

Preocuparse de verdad por alguien significa ante todo preocuparse por sus sentimientos.

Extendió su mano hacia ella, y Elia, con una sonrisa en el rostro, se acercó, entregándole su mano.

Asier tomó su mano, atrayéndola hacia él, y con su otro brazo la rodeó por la cintura sentándola en su regazo. Acarició su rostro con ternura, mirándola a los ojos y dijo suavemente: "Las palabras que acabas de decir, las recordaré por el resto de mi vida, no se te permite retractarte."

Elia levantó su mano, sujetando la suya que acariciaba su mejilla, dejando que su mano con ligeras callosidades se deslizara tiernamente por su rostro, y dijo: "Sí, recuérdalo bien, no me hagas retractarme."

Floria, aunque se había tapado los ojos, escuchaba claramente la conversación llena de amor entre los dos, y sin poder resistirlo, abrió un pequeño hueco entre sus dedos para echar un vistazo furtivo.

Dios mío, no debió haber mirado, porque al hacerlo, vio a Elia sentada en las piernas de Asier, mientras él la abrazaba por la cintura y acariciaba su rostro. La escena íntima y cálida sorprendió a Floria, haciendo que su respiración se entrecortara y su corazón comenzara a palpitar frenéticamente.

¡Dios mío, qué fue lo que vio, qué fue lo que escuchó? ¡Es como una telenovela en vivo!

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