¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1907

Ella había perdido todas sus fichas y sabía que no iba a conseguir el dinero. Su mirada se volvió vacía, y su presencia era la de alguien que había perdido toda esperanza.

Con ojos desenfocados, miró a la puerta donde estaban Elia y Asier: "¿Están contentos ahora?"

"¿Contentos de qué?" La voz fría de Asier resonó: "Dejar que una secuestradora como tu amenazara por segunda vez y usar rehenes para pedir dinero, ha sido mi peor error."

Liuva se tensó, sintiendo el peligro inminente: "¿Qué quieres decir?"

Antes de que pudiera obtener una respuesta, dos policías llegaron a la puerta: "Hemos recibido una denuncia, la fugitiva Liuva Gallardo está aquí."

Al oír esto, Elia rápidamente empujó a Asier a un lado para dar paso a los policías y dijo: "Ella es Liuva."

Los policías entraron rápidamente y controlaron a Liuva, quien no tuvo la oportunidad de huir.e2

Las frías esposas se cerraron alrededor de las muñecas de Liuva, y ella, con pánico y miedo, exclamó: "¡Se equivocaron de persona, no soy una fugitiva!"

El policía, con autoridad, contestó: "Eres Liuva, no nos hemos equivocado."

Cuando estaban a punto de llevarse a Liuva, ella se volvió hacia Maximiliano, suplicando y gritando histéricamente: "¡Maximiliano, sálvame, no quiero ir a la cárcel, encuentra una manera de ayudarme, soy la madre de tu hijo!"

Su voz era tan fuerte que casi todo el edificio podía oírla.

El niño, aterrorizado, se acurrucó aún más en los brazos de Maximiliano, temblando sin parar.

Maximiliano, sintiendo el miedo del niño, lo abrazó fuertemente y lo envolvió en su abrigo, protegiendo su delgado cuerpo.

Sin embargo, no anticipó que estaba liberando a una arpía. Liuva no solo no se reformó, sino que también incriminó a Elia en el desfile de joyas.

Y lo que era peor, ¡amenazó con la vida de su hijo para extorsionarle dinero!

¿Qué clase de mujer usaría la vida de su propio hijo para extorsionar a alguien?

Liuva, definitivamente, no merecía ser madre.

"¡Maximiliano, qué estás diciendo! Ese niño lo parí yo, ¡es mi hijo! Tú solo disfrutaste unos minutos y ya está. ¿Estuviste ahí cuando sufrí durante el embarazo? ¿Dónde estabas cuando casi muero al dar a luz? ¡Ahora me quieres quitar a mi hijo! ¡Maximiliano, no te voy a dejar!", Liuva gritaba histéricamente, furiosa, su voz se hacía más y más distante mientras los policías se la llevaban.

Solo cuando no pudo oír más la voz de Liuva, Maximiliano finalmente respiró hondo y aflojó su abrazo al niño. Acariciándole la nuca, dijo: "No tengas miedo, ella no va a volver."

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