Liuva sintió el aura sombría emanando de Asier y de inmediato se dio cuenta de que había dicho algo que no debía.
A pesar de su enojo, no debió utilizar esa situación para maldecir a Asier.
No era solamente una maldición hacia Asier, sino que también ponía en riesgo su propia seguridad.
Con una mirada evasiva, Liuva perdió rápidamente su aire de arrogancia, mostrándose algo avergonzada: "No he dicho nada, todos saben que hace tres años quedaste atrapado bajo los escombros, por eso terminaste en estado vegetativo. Me dejé llevar por la ira y hablé sin pensar."
Mientras hablaba, Liuva ya estaba arrastrando al niño hacia el interior de la habitación.
Con el colchón inflable colocado abajo, aunque ella saltara, no representaba ninguna amenaza para Maximiliano.
Con Asier, una persona tan implacable presente, no iba a obtener ningún beneficio.e2
Tras darse cuenta de esto, Liuva quiso bajar con el niño.
En realidad, ella también sentía miedo de sentarse en la ventana y mirar hacia abajo.
Pero está explicación de Liuva no suavizó la intensa y oscura mirada de Asier.
Él no se movió, permaneció parado en la puerta, observando cada movimiento de Liuva.
Elia estaba detrás de él, agarrando firmemente los apoyabrazos de la silla de ruedas, observando cómo Liuva, con una mano, arrastraba al niño hacia atrás.
El niño, aterrorizado, se había quedado sin fuerzas y colgaba en los brazos de Liuva, quien lo sostenía con una sola mano y no muy firmemente, como si pudiera caerse en cualquier momento.
Elia estaba ansiosa, temiendo por la seguridad del niño.
Incluso con el colchón inflable abajo, un niño tan pequeño podría sufrir un trauma psicológico al caer de un edificio alto.
Al mirar hacia arriba, vio a Liuva observándolo con una mirada de resentimiento. Maximiliano rápidamente protegió al niño y retrocedió unos pasos, con la respiración inestable, le dijo a Liuva: "También deberías bajar, es demasiado peligroso."
Parecía preocuparse por Liuva, pero en realidad solo era una frase bienintencionada.
Dicho esto, ya había salido de la habitación con el niño en brazos.
Liuva, que nunca tuvo la intención de morir, ahora que había perdido al niño como ficha de negociación, tenía aún menos razones para seguir en la ventana.
Se movió más rápido para bajar, y sus piernas temblaban cuando tocó el suelo, tomándole rato recuperarse y poder pararse firme.
En ese momento, ella estaba desaliñada, con un rostro marcado por la histeria y la fatiga.
Justo hace un momento estaba luchado con todas sus fuerzas por obtener dos mil millones, amenazando y exigiendo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...