¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1915

Ella no podía evitar sentirse frustrada por ser alguien que se fija tanto en la apariencia, al punto de haber caído por Orson, un hombre que no valía la pena.

Se lamentaba por la locura que había vivido en el pasado.

Viendo que Jimena estaba realmente seria, Orson alzó las manos en señal de rendición: "Está bien, ya no hablaré más, ¿contenta?"

Jimena le lanzó una mirada de desdén y se dirigió a la cocina.

Orson observó que llevaba una bolsa con ingredientes y la siguió, preguntándole casualmente: "¿Sabes cocinar?"

"Aprende a usar esa boca y deja de ofender a la gente", contestó Jimena sin voltear a verlo.

"¿Qué pasa, dije algo incorrecto?" Orson la siguió hasta que la puerta de vidrio se cerró de golpe, dejándolo fuera, casi aplanándole la nariz.e2

Orson soltó una risa: "¡Jimena, soy un enfermo ahora!"

Jimena lo miró con desprecio a través del vidrio: "¡Si no fueras un enfermo ni siquiera estaría aquí!"

"¿No podrías ser un poco más amable? ¿Así tratas también a los niños en casa?" preguntó Orson.

"Los niños son mucho más adorables que tú. Tan solo con pararse frente a mí, me derriten. Aunque fuera hielo de mil años, sería cálida con ellos, no son como tú", le dijo Jimena con desprecio.

"¿Qué pasa conmigo?" Orson insistió.

"¡Solo sabes ser molesto!" contestó Jimena.

"Eh, tú..." Orson se sintió herido por su evidente rechazo y estaba listo para discutir, pero entonces vio que Jimena ya había dado la espalda y había empezado a preparar los ingredientes. Decidió guardar lo que iba a decir.

"Sabía que un niño rico como tú no sabría hacer nada. Vete, vete, no me eches a perder los pocos ingredientes que tengo", le dijo Jimena empujándolo fuera de la cocina.

"Oye, el cilantro huele mal ¿Se pueden comer?" Orson olfateó sus manos con las que había tocado el cilantro, y el olor era desagradable, casi tan malo como esa medicina que le costaba tragar.

Jimena respondió: "El cilantro es un alimento delicioso y saludable, ¿quién dice que no se puede comer? ¿Qué, tienes miedo de que te envenene?"

"Soy un paciente ahora, ¿puedo comer eso?" preguntó Orson, dudoso.

Jimena respondió: "Deja de recordarle a todos que estás enfermo, ¿acaso quieres que todos sepan que estás a punto de morir?"

"Jimena, no me maldigas", se quejó Orson.

"Qué pasa, puedes echarme si te molesta tanto" Jimena replicó con un resoplido.

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