Jacinta estaba por decir algo más cuando Jimena interrumpió: "Voy a abrir la puerta."
"¿No está afuera él?" preguntó Jacinta.
"Es nuestro invitado y además viene cargando a los niños," respondió Jimena sin darle más vueltas al asunto y salió de la cocina.
Al salir, vio a Orson con un niño en cada brazo, a punto de abrir la puerta.
Jimena lo detuvo diciendo: "Tú juega con los peques, yo abro."
Orson se detuvo y regresó al tapete de espuma donde los niños ya lo esperaban ansiosos para que les ayudara a armar los bloques.
Para Orson, esos juegos podían parecer infantiles, pero al compartir ese momento con los niños, se divertía de verdad.e2
Jimena llegó a la entrada y abrió la puerta esperando ver a Elia. Su rostro se iluminó con una sonrisa que estaba a punto de pronunciar, pero en lugar de Elia, encontró a dos ancianos.
La abuela tenía una expresión amable y una sonrisa reconfortante, mientras que el abuelo, de aspecto recto y serio, transmitía una sensación de calidez cuando sonreía.
Jimena tardó un par de segundos en reaccionar, pero luego recordó que eran los abuelos de Orson.
¿Qué hacían los abuelos de Orson en su casa?
La sonrisa de Jimena se congeló de inmediato y un torbellino de pensamientos agitados cruzó por su mente.
Justo antes, su madre había expresado preocupación por si la familia de Orson se enteraba de la existencia de los niños y querían quitarle a sus hijos.
Y en ese momento, ¡los abuelos de Orson habían aparecido sin aviso!
Jimena se sintió nerviosa, retrocedió un par de pasos y se agarró de la puerta con fuerza, con ganas de cerrarla y hacer como que nunca había visto a esas dos personas.
Pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, la abuela Salcedo dio un paso adelante con su sonrisa bondadosa y dijo: "Jimena, mi marido y yo te hemos traído un regalito. No sabíamos qué te gustaría, así que te compramos un bolso de Hermès, es un pequeño detalle que esperamos recibas con cariño."
"Papi, no has terminado de armar mi tren."
Los niños estaban muy apegados a Orson y no pasó mucho tiempo antes de que lo buscaran.
Sus vocecitas tiernas y dulces llegaron a los oídos de los abuelos Salcedo, que se emocionaron al oírlas.
La abuela Salcedo estiró el cuello y miró hacia adentro: "Ay, ¿son los niños? Qué lindas voces..."
La expresión de la abuela rebosaba ternura y amor.
Jimena sintió sonar las alarmas en su interior. Se decía a sí misma que esto no estaba bien, que los abuelos Salcedo habían estado deseando tener un bisnieto en sus brazos.
Tres años atrás, la abuela Salcedo había arreglado que ella y Orson compartieran habitación precisamente con la esperanza de tener un bisnieto. ¡Y ellos querían un bisnieto, no una nuera!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...