Jimena sintió una punzada de ira al escuchar el nombre de Priscila. ¿Cómo alguien podía ser tan malintencionado como para contratar a un niño del orfanato y pretender que era el hijo de Orson, solo para chantajearlo y obligarlo a casarse con ella?
¿Qué tanto le gustaría Orson a Priscila para que llegara a tales extremos con tal de casarse con él?
Y Orson, ¿realmente no sabía que ese niño no era su hijo, o acaso lo sabía y solo estaba fingiendo delante de ella?
Jimena estaba confundida, incapaz de entender las acciones de Priscila y mucho menos de descifrar los pensamientos de Orson.
Pero ella siempre había sido de las que no se rompen la cabeza pensando en lo que no entienden; si no lograba descifrar lo que Orson tenía en mente, simplemente lo dejaba pasar.
"Está bien, ya entendí. Anda a descansar. Nosotros también nos vamos a dormir", dijo Jimena, evitando mirar a Orson y dirigiéndose hacia los niños.
"Mami, no hagas que papi se vaya", suplicó Adora, agarrando el borde de la camisa de Orson con sus ojitos tiernos fijos en él.e2
Aún no había terminado de jugar con su papá.
Orson sabía cuándo era momento de retirarse; la última frase de Jimena había sido muy cortés y sensata.
Ya era tarde y no debía interrumpir el descanso de los pequeños, que necesitaban acostarse temprano.
Se agachó para quedar a la altura de la mirada de Adora y le dijo con ternura: "Papi vendrá mañana a jugar contigo, tienes que ser una buena niña y hacerle caso a mami y a la abuela. Ve a bañarte y a dormir temprano. Cuando abras los ojos mañana, papi estará aquí para jugar contigo, ¿de acuerdo?"
Adora, al igual que muchas niñas con sus padres, era comprensiva. Hacía un momento no quería separarse de Orson, pero ahora asentía obedientemente: "Sí, papi, está prometido. Mañana tienes que venir a jugar conmigo".
Los ojos inocentes y tiernos de la niña estaban llenos de amor por su padre.
Nunca había visto a los niños mirar a alguien de esa manera.
Ay, definitivamente, el anhelo de un niño por su padre es algo muy fuerte.
Parecía que Orson tendría que venir todos los días.
La sola idea de tener que ver a Orson diariamente ya empezaba a molestar a Jimena.
Acababa de descubrir una verdad y aún no sabía cómo enfrentarlo, y ahora tendría que verlo todos los días. Siendo alguien que no sabe guardar secretos, temía perder el control y confrontarlo.
Eso sería perder la dignidad, algo que a ella realmente le importaba.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...