Jimena se echó la mochila al hombro y metió su celular adentro, lista para salir rumbo a Villa Serenidad para buscar a Elia. Tenía que ver si ya habían legalizado su unión, y si era así, quería echarle un vistazo a su certificado de matrimonio.
Salió de la oficina con paso apresurado y al cruzar la calle, se encontró de frente con un galán que caminaba hacia ella. Vestido con un traje color crema, su rostro era tan seductor que parecía incluso más bello que el de una mujer.
Sobre todo esos ojos seductores, que al mirar parecían robar el alma de quien se cruzara en su camino. Con las manos en los bolsillos y un estilo desenfadado, se acercó a Jimena con una sonrisa: "¡Qué coincidencia, Jimena! Tú también sales del trabajo, ¿qué tal si vamos a comer algo?"
Al oír la voz del hombre, con ese toque de picardía, Jimena se sobresaltó, volviendo de su ensueño y le lanzó una mirada de desdén: "No me estorbes, no tengo tiempo para tus juegos."
Le esquivó y siguió su camino.
Orson la siguió insistente y le preguntó: "¿A dónde vas? Mejor te llevo."
"Tengo mi propio carro, no necesito que me lleves." Dijo Jimena sin mirar atrás.e2
"Manejar sola es un aburrimiento. Dos personas en un carro, conversando mientras se va por la vida, eso sí es vivir." Orson la seguía de cerca, con una sonrisa siempre en su rostro, sin intenciones de alejarse.
Jimena se detuvo en seco, se giró y lo enfrentó: "¿Tú crees que mereces hablar de la vida? El mundo de la fiesta y la juerga siempre tiene las puertas abiertas para ti, deberías estar allí, no intentando entrar en una vida tranquila."
Sin más, Jimena se dio la vuelta y arrancó el coche.
"¡Espera, Jimena!" Orson apuró el paso para alcanzarla.
"Jimena, esa era mi vida de antes, ahora realmente quiero volver a la simplicidad de la vida." Orson expresaba su determinación frente a Jimena.
Cuando ella lo perseguía, él solía ignorarla y hasta se burlaba. Ahora la situación era al revés.
Él la seguía a ella, y Jimena no quería ni dirigirle la palabra.
Jimena entendió que él estaba decidido a no dejarla en paz.
"Voy a Villa Serenidad, ¿también vienes?" Dijo Jimena, sin ocultar su molestia.
"Perfecto, de paso aprovecho en visitar a mi mejor amigo Asier." Respondió Orson, y le sonrió a Jimena. Era
una sonrisa tan falsa como irritante.
Si no fuera porque estaba sentada, con el cinturón puesto y sin ganas de golpear a alguien, le habría dado un puñetazo.
Le habría arruinado esa cara encantadora que enloquece a todas, hasta dejarla irreconocible.
¡Cómo pudo haberse dejado engañar por esa cara, llegando a entregarle su corazón y hasta perderlo sin remedio!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...