Ella pensaba que, frente a cualquiera, con solo llorar un poco, podía conseguir lo que quería.
Apenas terminó de hablar, Orson la apartó con desdén y le dijo con el rostro tenso y enojado: "Priscila, estás intentando darle la vuelta a la tortilla. Yo vi con mis propios ojos cómo te lanzaste sobre Jimena con ganas de pegarle, y lo que hizo ella fue defenderse. Que te haya dado una cachetada es lo menos que merecías".
Mientras hablaba, Orson se sacudía la mano con repulsión, como si el simple hecho de haber tocado a Priscila lo hubiera ensuciado.
Al ver esa expresión de asco en su rostro, la ira contenida de Priscila hervía como la lava, a punto de consumirla por completo.
Orson la había rechazado y, encima, mostraba repulsión hacia ella, como si tocar su ropa hubiera sido tocar algo sucio.
¿Qué tanto la detestaba?
Priscila se sintió profundamente herida, pero ya no se atrevía a ponerse arrogante frente a Orson. Su madre le había dicho que si no se calmaba y dejaba de actuar como una niña mimada, podía despedirse de la idea de estar con Orson para siempre.e2
Tenía que mostrarse vulnerable ante Orson, saber llorar para ganarse su compasión.
Priscila contuvo su temperamento y las lágrimas comenzaron a caer sin valor alguno, mirando a Orson con ojos de cordero degollado: "Orson, ya sé que me equivoqué, perdí la cabeza por un momento. Ella puede insultarme a mí, pero cuando insultó a mis amigos, casi pierdo el control. ¿Me perdonas esta vez, por favor?"
Su amiga, rápidamente se acercó a su lado, apoyándola con preocupación.
Orson se sorprendió de que Priscila estuviera pidiendo disculpas y mostrándose sumisa.
Pero sin importar su actitud actual, no lograba despertar ni la más mínima piedad en él.
Orson la miró fríamente y dijo: "Si sabes que te equivocaste, ¿por qué no te largas ya?"
Orson, al oír a Priscila hablar del niño, se preocupó por lo que Jimena pudiera pensar, ya que ese niño era como una bomba entre ellos, con el potencial de explotar en cualquier momento.
Rápidamente, se puso delante de Jimena, creando una barrera entre ella y Priscila.
Con seriedad, le dijo a Priscila: "Ya te lo dije antes, puedes dejar a ese niño a cargo de la familia Salcedo. Yo ya no tengo nada que ver con ellos".
"Oye, Orson, ¿eres tonto o qué?", lo regañó Jimena tirando de su manga. Con lo que acaba de decir, ¿no estaba más bien reconociendo que el hijo de Priscila era suyo?
Orson, sabiendo que le debía una explicación a Jimena y sintiéndose culpable, le echó una mirada de reojo y dijo: "Jimena, ahora te explico".
Priscila, viendo que Orson suavizaba su trato por la mención del niño, siguió con su papel de víctima: "Jason está enfermo, tiene fiebre alta y llama a su papá cuando sueña. Ve a verlo tú mismo..."
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...