¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1985

Daniel era el mejor amigo de ella, se había echado al hombro el cuidado de su hijo por dos años, así que aunque ella pudiera perder los estribos con cualquiera, con Daniel no había caso.

Lo raro era que, desde que Daniel empezó a salir con Julia, al principio seguían en contacto, pero desde aquella vez que llevaron a Julia a comer a su casa, ni Daniel ni Julia habían vuelto a comunicarse con ella.

Aunque vivieran en el mismo edificio, era raro toparse con ellos.

"Ando ocupado en mi noviazgo, ¿cuándo voy a tener tiempo para ti?" Daniel le dijo entre risas, con una sonrisa que destilaba pura felicidad.

Esa alegría se palpaba hasta a través de la pantalla.

"Ay, claro, perdido en el amor con Julia, no me extraña", bromeó Jimena. De repente, ambos se sumieron en un silencio incómodo. Con el teléfono en mano y la distancia de por medio, la tensión se hacía casi tangible. Antes Jimena y Daniel eran uña y carne, eran confidentes en todo, jamás había un momento incómodo entre ellos, pero ahora, ya no era lo mismo.

Aunque podían tirarse bromas, después de unas cuantas palabras, se acababan las cosas de qué hablar. Esa sensación de conocerse de toda la vida y de repente sentirse extraños, les robaba las palabras.e2

Tras un par de segundos incómodos, Jimena forzó una sonrisa y estaba por cambiar de tema con algo alegre.

Fue entonces cuando la voz calmada de Daniel se coló por el auricular: “Me voy a casar mañana, te hago la invitación especial para que vengas a la boda.”

Todas las palabras que Jimena tenía listas para decir se atoraron en su garganta.

Como si cualquier cosa que quisiera comentar se volviera insignificante y sin valor comparado con esa noticia.

Se quedó pasmada por un par de segundos, luego se enderezó en la cama y soltó: “¡No jodas, te vas a casar! ¿Así, de repente?”

"Ay, ya pues, tranquilo, ¿cuándo he sido tacaña contigo? ¡La sorpresa será grande!" Jimena, siempre fue tan espontánea y alegre, y tomaba las bromas con buen humor.

"Pues con eso espero hacer mi fortuna", bromeó Daniel.

"¿Quieres que también me encargue de su futuro?" Le preguntó Jimena, alzando una ceja.

Enseguida, Daniel se puso en guardia: "No te preocupes por nuestro futuro, mejor vete a dormir. Adiós."

Al escuchar ese tono desafiante de Jimena, Daniel se achicó. Nadie podía superarla en picardía.

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