"¿Cómo lo sabes?" preguntó Orson.
"Por favor, las mujeres entienden mejor a las mujeres," respondió Jimena con una mirada de lado, pasando por delante de él.
"Entonces mejor vuelvo a mi estilo fresco, porque si no te gusta, estamos mal," siguió Orson detrás de ella.
"Orson, ¿cuántas veces tengo que repetirte que somos solo amigos, nada más!" Jimena se giró con el ceño fruncido, claramente impaciente por recordarle, una vez más, que su relación no pasaba de una amistad.
No alcanzó a terminar la frase cuando de repente Orson tomó su rostro entre sus manos, acercándola hacia él, sellando sus labios con un beso.
El aliento de Jimena quedó atrapado, su respiración se detuvo y sus ojos se abrieron de par en par. Frente a ella estaba el rostro de Orson, tan cerca que podía contar cada uno de sus pestañas, largas y curvas como pequeños abanicos, un espectáculo para la vista.
¿Cómo podían ser los ojos de un hombre tan encantadores?e2
Mientras se perdía en esos pensamientos, Orson profundizaba el beso, robando su aliento, conquistando cada rincón de su boca.
La sensación era como una primavera que se calienta, embriagadora.
La temperatura del cuerpo de Jimena también comenzó a elevarse.
Su corazón latía más rápido al sentir la respiración de Orson en su rostro, potente y ardiente.
Era como aquella noche de hacía tres años, cuando estuvieron a punto de fundirse en uno solo.
El cuerpo de Jimena, que tanto anhelaba el de Orson, no podía engañarla. A pesar de que intentaba mostrarse distante, en cuanto sentía su presencia, su cuerpo se calentaba incontrolablemente, deseando incluso más.
Aquella sensación la dejaba frustrada y al mismo tiempo incapaz de resistirse.
Jimena, con las manos levemente sujetando la ropa de Orson, apretó con más fuerza a medida que el beso se intensificaba, tensando todo su cuerpo.
Orson, percibiendo su nerviosismo, profundizó aún más el beso.
Orson era el único hombre que había amado en su vida, y con apenas un gesto de él, ella se sentía atrapada sin salida.
Un solo beso era suficiente para hacerla bajar todas sus defensas y caer rendida en sus brazos.
El calor de su apasionado encuentro casi le hacía perder el control.
Orson continuó abrazando y besando a Jimena mientras se movían hacia su habitación, guiado por la certeza de que la puerta estaba justo detrás de ellos. Orson extendió la mano para desbloquear la puerta, pero en lugar de eso, tocó algo cálido.
¿Una pared de carne?
¿Quién estaba en la puerta de su casa?
Irritado, Orson estaba a punto de expresar su disgusto cuando escuchó una voz detrás de él: "Vaya, vaya, ustedes dos sí que están apurados, ¿eh?"
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...