¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 2004

Orson estaba fastidiado de tener gente alrededor en los momentos más cruciales, justo cuando estaba a punto de soltar a Jimena y empezar a regañar, se volteó y vio un rostro conocido.

De repente, se quedó sin palabras, sintiéndose avergonzado y culpable.

La persona frente a él no era otra que su futura suegra, Jacinta.

Ahí estaba él, besando a la hija de alguien y con intenciones de hacer algo malo, y la madre de la chica lo había pillado en pleno acto. Estuvo a punto de regañar a la suegra.

Hasta él mismo pensó que estaba excediéndose.

Las palabras que Orson estaba a punto de decir se detuvieron en su boca, tragándoselas forzosamente.

Sentía un poco de vergüenza y dijo en voz baja: "Señora".e2

Había pensado en llamarla "mamá", pero le preocupaba que le disgustara, así que cambió a "señora" en el último momento.

Jimena yacía en los brazos de Orson, aún mareada por los besos, sin tener idea de lo que estaba pasando.

"¡No me llames señora!" dijo Jacinta con una mirada despectiva.

"Papi, mami, ¿ustedes están jugando al juego de los besos? ¡Yo también quiero jugar!" dijo una pequeña niña con voz suave y tierna.

"¡Yo también, yo también quiero jugar!" exclamó otro pequeño con voz igualmente alegre.

Jimena, sobresaltada, sintió un escalofrío que le recorrió desde el fondo del corazón hasta la punta de la cabeza.

Inmediatamente levantó la vista y al mirar a su lado, vio a su madre frunciendo el ceño y mirándola con desdén. Esa imagen ya era suficiente para impactarla.

Bajó la vista y vio a dos pequeñines mirándola con ojos negros e inocentes, esperando emocionados a jugar al juego de los besos.

Habló con una voz muy dulce, y cuando hablaba con Adora, era el papá más tierno del mundo.

Adora, al recibir el beso de su papá, calmó sus ansias y mostró una sonrisa radiante. Cuando sonreía, sus mejillas revelaban dos pequeños hoyuelos, derritiendo el corazón de cualquiera.

"Papi es el mejor, te amo papi", dijo Adora con su voz tierna y melodiosa como el sonido de campanitas. Mientras hablaba, con sus manitas sostenía la cara de Orson y le dio un beso.

Ese beso calentó el corazón de Orson hasta casi derretirlo.

"Papi también te ama", respondió Orson sin poder evitarlo.

"Ya está bien, dejen de ser tan melosos en la puerta, pasen y hablemos adentro", intervino Jacinta con su tono sereno.

Dicho eso, sacó las llaves y abrió la puerta.

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