Jimena sabía que si seguía resistiéndose, su madre iba a enfadarse de verdad. Bajó la cabeza y asintió con resignación.
Al ver que finalmente estaba dispuesta a enfrentar sus verdaderos sentimientos, Jacinta sonrió y dijo: "Eso es, sigue lo que te dicta el corazón, ¿para qué complicarse la vida? Algunas situaciones, si las piensas demasiado, se esfuman".
"Como si Orson hoy viviera y mañana no", murmuró Jimena. ¿Cómo iba a desaparecer así porque sí?
"Mi niña terca, ¿aún te apetece seguir discutiendo conmigo?" Jacinta regañó a Jimena, pero su tono ya llevaba el típico cariño de una madre hacia su hija.
Jimena apretó los labios y se quedó callada.
Jacinta sacó el registro familiar del cajón y se lo entregó a Jimena: "Vete ya, que el que está afuera debe estar esperando ansioso".
Orson no dejaba de mirar la puerta cerrada y, al verla abrirse, se levantó de un salto, emocionado. "Señora, Jimena."e2
Sus ojos astutos captaron el registro familiar en las manos de Jimena y no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro.
Jimena había tomado el documento, eso significaba que en el fondo estaba de acuerdo en casarse con él.
En ese momento, Orson estaba tan feliz como un joven en su mejor momento.
Jacinta observó claramente la expresión de Orson; estaba realmente contento con la idea de casarse con Jimena.
Mejor que esté feliz, pensó, lo peligroso sería que no mostrara emoción alguna, como si estuviera empujando a su hija al abismo.
"Esta noche no pienso cocinarles la cena, arregláoslas como podáis", dijo Jacinta con indiferencia.
"¡Pero aunque no le cocines a él, tienes que cocinarme a mí!", replicó Jimena instintivamente.
En el carro, Orson tomó el registro familiar de las manos de Jimena y lo guardó con cuidado en la guantera. Sería más fácil llevarlo al registro civil desde allí mañana. Aseguró los cinturones de seguridad y puso en marcha el carro, con una sonrisa que parecía tatuada en su cara, y preguntó: "¿Qué te gustaría comer?"
Jimena, con el ceño fruncido, miraba al frente. Antes, su madre era estricta en su educación y nunca le permitía no regresar a casa por la noche. Incluso si no podía volver, siempre tenía que avisarle a su madre.
Y en ese momento, la estaba empujando directamente hacia Orson y ni siquiera le permitía volver a casa por la noche.
Jimena se sentía un poco desalentada por dentro.
Sentía que ya no era la niña más preciada de su madre.
Ante la falta de respuesta, Orson preguntó preocupado. "Jimena, ¿qué pasa, por qué no hablas?"
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...