¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 2017

Orson destilaba una sonrisa complaciente en su rostro mientras decía: "¿No estás cansada? Mejor vete a descansar temprano y no te preocupes por tantas cosas."

El aliento cálido y sugestivo de él acariciaba el rostro de Jimena, llenando sus poros y haciendo que su sangre se calentara ligeramente.

Jimena volvió en sí y clavó su mirada en Orson, encontrándose con aquellos ojos encantadores y seductores.

Aquellos iris de color ámbar brillaban, como si flotaran destellos de luz traviesos en el agua.

Una sola mirada bastaba para alterar el corazón y desordenar la respiración.

Jimena pensó que estaba perdida, desde el primer momento en que Orson la deslumbró, había caído en su trampa.

No era una trampa que Orson hubiese cavado a propósito para ella, sino una que ella misma se había creado.e2

Las trampas de los demás no son temibles, pero la que uno mismo se hace es la peor, como un laberinto del que no se puede escapar.

En fin, qué se le iba a hacer si ella era una loca de amor.

Jimena esbozó una sonrisa radiante y le respondió a Orson: "Tienes razón, es hora de dormir, yo me voy a acostar, buenas noches."

Dicho eso, se quitó los zapatos de un patadón, levantó las piernas, cruzó sobre Orson y se acomodó en la cama. Se reclinó hacia atrás y, con un giro, se tumbó en el centro de la cama, se cubrió con la manta y cerró los ojos.

En cuestión de segundos, asumió la posición perfecta para dormir.

Orson se quedó perplejo, esperaba que Jimena le armara una escena de celos, pero en vez de eso, ella simplemente se fue a dormir.

Los zapatos que había lanzado le dieron un golpe en el trasero y le dolieron un poco.

Estando finalmente solos en una habitación con Jimena, y considerando que ella podría estar molesta, ¿cómo no iba a usar este método para apaciguarla?

El calor de su aliento quemaba la piel de Jimena, quien abrió los ojos de golpe.

Al mirar directamente a ese rostro encantador que podría hacer caer a cualquier mortal, su corazón, como un resorte, comenzó a latir con violencia.

A pesar de ser tan directa, en ese momento tartamudeó al hablar.

"¿Hacer qué? Orson, ¿qué estás pensando?" Preguntó Jimena.

Orson se inclinó y le plantó un beso rápido en los labios, y al levantar la cabeza, su sonrisa era tan seductora que podía matar sin dejar rastro: "Terminar lo que empezamos antes."

"Orson, yo no dije que pudieras— ¡mm!" Jimena estaba a punto de rechazarlo, pero antes de que pudiera terminar la frase, Orson ya había sellado sus palabras.

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