Se mordió el interior de la mejilla casi hasta hacerlo sangrar, en un esfuerzo por evitar gritar. Su madre le echó la cabeza hacia atrás para observar sus rasgos aterrorizados con una especie de excitación perversa, y Jess sintió que su corazón le martillaba en el pecho.
'Tu idea me intriga' ronroneó Amanda, mientras deslizaba la espada fuera del cuerpo de Jess y acariciaba el cabello de su hija con la hoja cubierta de sangre.
Jess temblaba violentamente bajo el psicótico abrazo de su madre, y no se atrevía a emitir un solo sonido para no volver a despertar su ira.
Amanda rio entre dientes y plantó un brusco beso en la frente de Jess. Luego lamió la hoja de la espada para eliminar cualquier resto de sangre, y sonrió con malicia hacia el rostro aterrorizado de su hija.
'Cuéntamelo todo, mi pequeño corderito, y luego veremos si esta noche sacrifico o no tu sangre, y la vida de tu hijo, o si tu plan te ofrece otra oportunidad para redimirte'.
Amaris estaba sentada en el borde de la cama, mirando su teléfono. Había estado así mucho tiempo, intentando obligarse a sí misma a dejar de actuar como una niña, y simplemente marcar el número.
Dave salió del baño, apenas cubierto con una toalla, y con una sonrisa en el rostro se dirigió hacia donde ella estaba sentada.
Frunció el ceño cuando ella no levantó la vista de inmediato al sentirlo acercarse, y se inclinó ligeramente para darle un beso en la parte superior de la cabeza.
Cuando estuvo lo bastante cerca de su cabello, inhaló profundamente, y casi gimió en voz alta cuando el aroma inundó sus fosas nasales. Se sintió como un pervertido al hacerlo.
No sabía exactamente a qué productos de baño había cambiado ella en el último par de semanas, pero olía increíblemente bien. Al fin entendía el efecto que una loción para después de afeitar podía tener en las mujeres, porque lo que sea que Amaris estuviera usando le daban ganas de devorarla de todas las maneras posibles.
Amaris levantó la cabeza, le dirigió una sonrisa, y sintió que su corazón se agitaba cuando vio la lujuria en aquellos ojos, que la miraban con tanta intensidad.
Esto no la ayudaría para nada en su intención de armarse de valor y llamar a Minerva de una vez por todas. Dave subió a la cama, se ubicó detrás de ella, y acarició sus brazos con dulzura. Ella se recostó contra su pecho, Agradecida.
Las manos de Dave eran realmente mágicas. Una caricia, y todas sus preocupaciones parecían desvanecerse. El estrés se esfumó instantáneamente, y fue reemplazado por una urgencia por acercarse a él...
'¿Puedo ayudarte en algo, princesa?' Preguntó él de manera casi juguetona, con esa voz grave que en momentos como este la hacían volverse loca.
'Mmm... se me ocurren un par de cosas...' Ella le devolvió una sonrisa traviesa, dejó caer el teléfono sobre la cama y extendió los brazos para acariciar su cabello.
Las manos de Dave recorrieron suavemente el contorno de sus brazos y continuaron hacia abajo, a lo largo de sus costados, provocando pequeños escalofríos por todo el cuerpo de ella, mientras él se reía de su reacción.
'Creo que sé exactamente lo que estás buscando, princesa...' Murmuró él, al tiempo que iba dejando un reguero de besos a lo largo de su cuello, suavemente, para luego morder ligeramente su marca.
Amaris podía sentir la humedad acumulándose entre sus piernas, y el deseo de tenerlo dentro de ella le provocaba un dolor sordo y persistente. Pero Dave tenía otros planes.
Las burlas y las provocaciones eran solo otra forma de juego previo para ella. Un juego que hacía que el lado dominante y agresivamente posesivo de él se hiciera sentir. Era difícil que el lado verdaderamente salvaje de él pudiera emerger, porque su lobo estaba ausente la mayor parte del tiempo, o al menos reprimido. Pero aun así, en este momento, él conservaba la capacidad de poseerla como ella necesitaba que la poseyeran.
Eso solo significaba que ella necesitaba azuzarlo con un poco de provocación... eso era todo.
El latido entre sus piernas era casi insoportable ahora, y resopló de manera desafiante.
'¿Peligroso?' Se burló con una sonrisa. No necesitó decir nada más. Su tono dijo todo lo que pretendía decir.
Maena saltó alegremente en su cabeza cuando los ojos de Dave se oscurecieron hasta casi volverse negros y un gruñido grave surgió de él.
Ella sintió su intensa mirada en la parte posterior de su cabeza, y su corazón empezó a latir salvajemente, porque sabía que ahora iba a obtener exactamente lo que quería.
Dave se levantó ligeramente, y con un gruñido furioso le levantó la falda por arriba de las caderas y le arrancó las bragas de un violento tirón.
El elástico se rompió contra sus nalgas, y Amaris gritó sorprendida. Dave se rio sombríamente.
'Tú quisiste esto, Amaris, solo intenta recordar eso'.
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