Dave gruñó cuando ella lo miró intensamente a los ojos. Su audacia y su confianza lo excitaron más allá de los límites que él creía posibles.
Amaris sonrió con satisfacción.
'No te tengo miedo, Dave. Todo lo contrario. Quiero que me liberes las sensaciones de mi cuerpo y me p*netres tan fuerte que ni tú ni yo recordemos luego el dolor al que nos sometieron. Puede que ahora no tenga mucha experiencia, pero aprendo rápido y haré todo lo posible para sacarte los mismos gemidos de éxtasis que tú me sacarás'.
La voz ronca de Amaris, anhelante, casi puso a Dave a punto de caramelo y, sin perder más tiempo, la levantó y la llevó para la cama grande que dominaba la parte principal de su habitación.
Dave la miró con avidez mientras se apresuraba a quitarse la camisa y los pantalones. Amaris, que sonreía de contento, lo observó mientras se bajaba los pantalones y los calzoncillos.
Cuando Amaris vio el tamaño de su p*en, el corazón casi le dejó de latir. De tan ancho que era el tr*nco, pensó que no le cabría. La abultada c*beza parecía estar a punto de explotar.
Tragó saliva nerviosamente al tiempo que él se acariciaba delante ella. Maena dejó escapar un suave silbido en su cabeza.
'Bueno..., mi*rda', susurró Maena, sobrecogida. 'Haré lo mejor que pueda, pero esto va a doler un poco. Nuestro alfa es un chico grande en todos los sentidos...'
'Maena... Me va a partir en dos con esa cosa. ¿¡Cómo diablos voy a acomodar eso!?', respondió Amaris presa del pánico mientras Dave avanzaba hacia ella, acariciándose el grueso tr*nco con entusiasmo.
'Oye. Nosotras no somos derrotistas, Amaris, Contrólate. Si la próxima luna reina no puede lidiar con un p*ne, entonces tendrá problemas para hacerlo con los canallas que asisten a cada uno de los eventos. Vas a tener que hacer de tripas corazón... no estrictamente hablando, claro... Bueno... por lo menos hasta que adquieras práctica'.
Dave se abalanzó sobre Amaris, y ella no respondió. Sus labios arremetieron contra la boca de ella, en tanto sus manos palpaban rudamente sus s*nos y tiraban de sus p*zones.
Su mi*mbro se había abierto camino entre sus suaves repliegues y mientras la restregaba con su dimensión, con impaciencia, ella comenzó a hacer unos ruidos que le parecieron extraños.
Él descendió la boca por su cuello, hasta llegar a sus p*zones y morderlos con delicadeza. Entonces cerró la boca y, ebrio de ganas, comenzó a succionarlos, primero uno, luego el otro, hasta ponerla frenética.
Amaris le recorrió la espalda y los costados con sus manos. Hizo contacto con su enorme virilidad y la acarició suavemente. Entonces vio con angustia que ni siquiera le cabía entre las manos, y sintió a Dave sonreír sobre su p*zón.
En tanto Amaris trataba de recuperar el aliento, pensó que él, por lo menos, le daría la oportunidad de recuperarse, pero estaba muy equivocada.
Mientras yacia jadeante en la cama, sintió la cabeza de su p*ne justo en su entrada, y sintió que la p*netraba lentamente.
La cabeza era enorme y se oían los jadeos de ella. Sus gemidos se imbricaban con el ruido de las palabrotas provocadas por el embeleso.
'Mi*rda Amaris. ¡Qué estrechez!'. Dave gimió al sentir que su c*ño frenaba su insistente avance y sus paredes le apretaban fuerte el mi*mbro.
Apartó la mano del t*onco y comenzó a por su toque excitante, atrajeron sus caderas frotarle la v*lva. Los espasmos provocados hacia él, ayudando a su mi*mbro a introducirse en sus profundidades. Los gritos de placer que ella daba resonaban en su habitación con un matiz de dolor.
Mientras luchaba con su lobo por el control, Dave gruñó. Opinaba que debía p*netrarla con fuerza. Esto era totalmente coherente para él, a fin de no prolongar su agonía. Al p*netrarla con fuerza, una vez pasado el dolor inicial, ella se adaptaría a él moviéndose despacio.
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