El Alfa romance Capítulo 22

Amaris miraba fijamente al frente y se desesperaba, tratando de procesar lo que le estaba pasando en ese momento.

El beso de Dave fue intenso y, por mucho que lo intentó, no recordaba una ocasión en la que Fernando la hubiera besado con un deseo tan ardiente. Sintió la pasión y el hambre pristina que lo consumían en la forma sensual y feroz en que sus labios se enfrentaron a los de ella.

Dave tenía las manos enredadas en su cabellera, y ella comenzó a relajarse a consecuencia del beso. Maena tenía razón. Dave se perfilaba como un buen candidato para ser la pareja elegida.

Mientras dejaba de lado sus dudas y vacilaciones, Amaris lo abrazó y acercó su cabeza a la de ella. De súbito, se había adueñado de ella un deseo abrasador de estar lo más cerca posible de él.

Dave exhaló un leve gruñido, un gruñido casi posesivo, al sentir que ella le correspondía en la lujuria que él sentía en ese momento. Descendió las manos por todo su cuerpo y le estremeció la piel de placer.

Recorrió su espalda hasta que encontró la cremallera de su vestido, y jugueteó con ella un poco antes de bajarla despacio. A Amaris ni siquiera le pasó por la mente detenerlo. Sus brasas pasionales, insatisfechas, ya habían empezado a arder intensamente.

El vestido de seda se escurrió por sus hombros y cayó al suelo, como una cascada de tela que rodaba por su piel e iba a descansar a sus pies con elegancia. Amaris estaba pegada a Dave, y solo vestía su ropa interior y un par de tacones.

Siempre le había preocupado mostrar su cuerpo de esta manera frente a los demás. Sin embargo, delante de Dave, no sintió la necesidad de cubrir sus partes vergonzosas con las manos. Se sentía bien.

Se sentía poderosa y sexi, pero también vulnerable, al punto que quería rogarle a Dave que se aprovechara de ella. Su cuerpo temblaba de emoción, y las manos de Dave acariciaban su piel mientras él le pasaba los labios y la lengua por el cuello voluptuosamente.

Con la lengua, Dave mitigaba cada mordida que le daba, y le chupó todo el cuello. Amaris lo tomó por el pelo, y quería seguir disfrutando esa deliciosa sensación.

Dave llevó las manos hasta el reverso del sostén, y Amaris lo sintió sonreír sutilmente sobre su piel mientras le desabrochaba el sujetador.

Las ásperas manos de Dave tocaron suavemente la delicada piel de su espalda, se abrieron paso lentamente por ambos lados de su cuerpo, y tomaron sus s*nos por asalto.

Cuando sus dedos le rozaron el p*zón y le dieron a este un pellizco suave, Amaris sintió que su ropa interior se humedecía.

'¡Oh, Dios...!', murmuró, abrumada por las sensaciones que se habían desatado en su interior repentinamente.

Dave se rio entre dientes, sobre su cuello, levantó la cabeza y taladró sus ojos con una mirada penetrante, en tanto tiraba y pellizcaba sus p*zones. Para ella fue una sensación agradablemente dolorosa, una sensación placentera que jamás había experimentado.

Dave gruñó quedo ante la inocencia vulnerable que ella tenía estampada en el rostro. Él tenía el firme propósito de acabar con esa inocencia de una manera u otra, y satisfacerla tanto como ella lo satisfaría a él.

'No puedo prometerte que esto no te va a lastimar, Amaris', murmuró en su oído mientras le pellizcaba los p*zones con el pulgar y el índice.

La sensación le sacó un gemido audible, que fue como música para el alma de Dave.

Dave sintió que su fuerza lobuna se apoderaba de él mientras el m*embro se le hinchaba sobremanera. Rogó por la dulce liberación que le proporcionaría el refugio entre sus piernas.

'Amaris, tienes que decirme si quieres hacerlo o no..., pero una vez que lo hagas... no habrá vuelta atrás. No puedo prometerte que pueda controlar mis impulsos lobunos, porque él lleva mucho tiempo esperando por esto', le gruñó al oído.

Amaris se estremeció y bajó las manos hasta donde su p*ne se esforzaba, desesperado, por salir del pantalón.

'Lo quiero, Dave'. Emitió una suerte de ronquido seductor, y de gemidos, al tiempo que comenzaba a deslizar los dedos por el tejido que cubría el p*ne.

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