'Para empezar, me pregunto por qué mi Consejo de Ancianos tiene tiempo para sentarse, a escuchar chismes infundados y leer la basura que sacan los periódicos sensacionalistas'. Se rio con desprecio al tiempo que Thomas dejaba ver una expresión de incertidumbre.
'En segundo lugar, me pregunto quién diablos tiene la audacia de poner en tela de juicio mi relación de pareja con la mujer con la que me unieron, y con la que unieron a la manada como su Luna. ¿Quién c*jones te crees que eres, Thomas?'. Dave gruñó de manera intimidante y avanzó en dirección a Thomas.
Dejó que su lobo hiciera acto de presencia y se sentara a su lado. Thomas palideció y los otros ancianos retrocedieron deprisa.
Sin perder un segundo, Dave rugió airadamente, se abalanzó sobre Thomas con los brazos abiertos y, con los dedos, lo agarró por el cuello y lo arrojó contra la pared que tenían detrás.
'¿No he actuado siempre según las normas, Thomas?'.
'Sí, Alfa', dijo en un grito.
'¿No esperé por mi Luna antes de llevar a una mujer a la cama?', gruñó Dave, furioso.
'Sí, Alfa'.
'Entonces, ¿por qué diantres iba a mentir sobre esto?'. Dave preguntó en un tono amenazador mientras Thomas intentaba zafarse del agarre, que parecía hecho con pinzas de presión.
Con un gruñido iracundo, Dave lo levantó y lo lanzó hacia el grupo de ancianos que estaban apretujados a causa del miedo.
'Si alguna vez vuelven a acosar a mi Luna, no voy a quedarme en la amenaza, ¿entienden?'.
La mayoría de los ancianos asintieron enérgicamente y se deshicieron en disculpas. Al mismo tiempo, fulminaron con la mirada a Thomas, que a duras penas trataba de levantarse de la posición en la que había caído.
Dave les lanzó una última mirada furibunda antes de dirigirse a su habitación, donde Amaris lo esperaba. Empero, una voz temblorosa detrás de él lo hizo parar en seco.
'Puedes amenazar todo lo que quieras, Alfa, pero si la princesa Amaris no es tu pareja, no será reconocida como nuestra Luna, ni por mí, ni por la manada', presagió Tomás con languidez.
Dave se giró y se rio de él despectivamente.
'¿No entiendes cuán obsceno es tener que mostrar tu marca para que todos la vean, solo para demostrarle algo a un anciano marchito?'. Dave escupió.
'Si ella no puede mostrar la marca en los próximos días, solicitaré formalmente al rey que descalifique a un impostor', gritó con arrogancia.
Dave rio de un modo inescrutable. Los ancianos que estaban alrededor de él tomaron distancia, horrorizados ante la arrogancia de Thomas
'Y cuando ella admita que esto... es un trato degradante, cacique Thomas, te cortaré la cabeza por haber tenido la insolencia de cuestionar a tu Alfa. ¿Me entiendes?'.
La lividez cubrió por completo a Thomas cuando Dave dio media vuelta y se alejó con tremendo enfado.
La ira de Thomas aumentó progresivamente, y se dio cuenta de que solo le quedaban dos alternativas.
Una opción era que su mentira fuera puesta en evidencia, lo cual le haría perder la manada que tanto trabajo le costó construir. La otra era aceptar la ayuda de un demonio y de un híbrido, con el objetivo de continuar con esa farsa.
Ninguna de las dos era una opción atractiva, pero estaba entre la espada y la pared, y a veces había que sacrificarse en beneficio de la manada.
Cuando Dave irrumpió en la habitación, empujó la puerta contra la pared mientras murmuraba furiosamente.
Por instinto, Ben se puso delante de Amaris, por si acaso era necesario protegerla. Solo había visto a Dave así una vez, y todo terminó en una purga caótica. Esta vez, él prefería, en la medida de lo posible, que no hubiera víctimas.
Amaris trató de empujar a Ben, pero este no se movió de su lugar.
'Confía en mí, Luna. Cuando está así, es mejor que esté solo. No quiero que salgas lastimada'.
Amaris le sonrió mientras se retiraba. Se aseguró de cerrar bien la puerta.
Cuando se dio la vuelta para mirar a Dave, sintió lo desesperado que estaba su lobo por salir corriendo.
Maena gimió, pues también sintió al lobo, y sintió lástima.
'Dave. ¿Qué fue eso?'.
'Ya me ocupé de ello. No te preocupes', gruñó.
Amaris cruzó los brazos y resopló.
'No te pregunté si te habías ocupado, Dave. Te pregunté qué fue eso', respondió Amaris con seguridad.
La respuesta de Dave fue un gruñido, y Amaris, consciente del peligro, lo miró con los ojos entrecerrados.
'Mira, puedes estar todo lo enojado que quieras, Dave. Para serte sincera, me importa una mi*rda, pero necesito saber de qué se trata para saber cómo puedo ayudar, si es que puedo ayudar, a que no se complique más la situación. ¿Entiendes?'. Ella también gruñó.
Dave se volvió hacia ella, iracundo.
'Dije... que me había ocupado'. Rechinó los dientes y avanzó hacia ella.
Amaris se mantuvo firme y sus miradas se encontraron. Levantó la barbilla con arrogancia en dirección a él mientras se le acercaba.
'¡Bravo! Puede que se te haya escapado, pero aún no has respondido mi pregunta. ¡Mi*rda! ¿Qué querían los ancianos y por qué insistieron tanto en hablar conmigo?'.
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