El Alfa romance Capítulo 49

Dave se detuvo delante de ella, tan cerca que sus narices casi se tocaban. Amaris sentía sus fuertes exhalaciones mientras él se enfrentaba a su propia furia.

Amaris suspiró, y levantó las manos para darles descanso en los brazos de él.

'Escucha. Se suponía que éramos un equipo... Para eso nos contrataron. No puedo ayudar si no sé lo que está pasando'.

Durante unos instantes, se sintió la tensión que había en el ambiente. La presión que pendía sobre ellos, como la espada de Damocles era casi aplastante. Sin embargo, como la niebla nocturna, comenzó a disiparse paulatinamente.

Dave se dio la vuelta bruscamente y, enojado, se pasó los dedos por el pelo.

'Tu hermanastra de m*erda...', gruñó en un tono aún furioso.

Amaris rio con tristeza y levantó las manos en señal de desaliento.

'Claro... ¿Cómo no lo adiviné? ¿Qué pasó?'. Dave se hundió en el sofá de la pared del fondo, se apoyó firme en el reposabrazos, se llevó la palma de la mano a la frente y permaneció en silencio durante un rato.

Los dos compartieron el mutismo y, cuando el aura de muerte que él emanaba se desvaneció por completo, Amaris decidió acercársele y sentarse a su lado.

Él la había consolado cuando estuvo angustiada. Lo menos que ella podía hacer ahora era devolverle el favor. Dave estaba consternado a su manera y, en ese momento, ella tenía que descubrir cómo animarlo con la misma eficacia que él lo había hecho con ella.

Amaris se sentó junto a él y le puso la mano en el brazo que le quedaba al lado. Él no le apartó la mano, y ella empezó a acariciarle el brazo con delicadeza, con la esperanza de que el gesto, al menos, lo tranquilizara.

Cuando se volvió para mirarla, a ella le sorprendió la expresión de tristeza que vio en sus ojos.

'Dave... ¿Qué diablos pasó allá abajo?', preguntó casi sin aliento, sintiendo que le faltaba el aire.

Dave suspiró, y le explicó. Cuando terminó, Amaris no sabía si reír o llorar.

¿Cómo lo supo? ¿Fue un tiro a ciegas? ¿O tenían alguien dentro que les brindaba información?

No... Lo último era imposible. Solo Minerva y Ben conocían todos los detalles de su contrato, y Amaris y Dave tenían plena confianza en ellos. No había la menor posibilidad de que los traicionaran de esa manera.

'Dave, ¿tus ancianos suelen estar tan motivados para encararse contigo?'.

Dave negó con la cabeza y se le endureció la mirada.

'No, pero llevo un tiempo sospechando que algo anda mal. Por eso te pedí que me prometieras que guardarías el secreto, Amaris. Hay muchas cosas sobre mí que no sabes, que nadie sabe'.

Amaris estuvo un rato callado mientras reflexionaba sobre lo dicho por Dave

'Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Quieres decirles la verdad?'.

Dave resopló.

Dave no dijo nada, pero su expresión hosca no se había borrado. Era como si quisiera decir algo, pero Amaris habló antes de que él pudiera hacerlo.

'Déjame enviarle un mensaje. Probablemente, esté sentada frente a su computadora y empinando el codo'.

Efectivamente, Minerva había respondido casi de inmediato. Dijo que concertaría con su padre y les avisaría en las próximas horas.

Dave se negó a salir de la habitación con Amaris para evitar ser abordados por los ancianos, o por otra persona a quien Thomas le hubiera dado la tarea de obligarlos a revelar su secreto.

Terminaron pidiendo comida para llevar y mientras comían, mirando la pantalla donde proyectaban una reproducción aleatoria de N*****x.

Acababan de comer cuando sonó el teléfono de Amaris, y vieron en el identificador de llamadas que era Minerva.

'Oye, problema. Te tengo una pregunta...', fue el saludo de Minerva cuando Amaris atendió la llamada.

'Claro, suéltala. Pregúntame cualquier cosa', respondió Amaris con una sonrisa como si Minerva pudiera verla.

Tenía la sensación de que sabía exactamente el rumbo de esto, y le lanzó una sonrisa tranquilizante a Dave al tiempo que él se sentaba, ávido de escuchar lo que ella tenía que decir.

'¿Quién tiene el mejor amigo en todo el mundo?'.

Amaris resopló al ver a Dave con los ojos en blanco y dejándose caer en el sofá.

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