El Alfa romance Capítulo 73

'Jess, no hagas esto...', dijo Amaris en voz baja, apretando los dientes mientras mantenía a raya el furioso intento de Maena de tomar el control.

Jess soltó una risita mientras volcaba la maceta en el suelo cerca de la puerta y se agachaba junto a ella, sacudiendo la maceta de cerámica para extraer la planta y examinarla entre sus manos, pensativa.

'Jess...' Amaris lo intentó de nuevo, con la mandíbula apretándose dolorosamente, pero ella no respondió.

Amaris vio cómo se colocaba frente a los grandes ventanales de cristal y se lanzaba contra ellos con fuerza, las persianas arrugándose a sus espaldas mientras soltaba otro grito falso tan convincente que a Amaris se le erizaron los pelos de la nuca.

'¡Por favor, Amaris! Sé que me odias por todo lo que ha pasado... Solo quiero que... ¡No!'. Jess gritó de repente antes de mirar directamente a Amaris y hacer caer la maceta con fuerza sobre su cabeza.

Amaris observó la sangre que goteaba por el costado de la cara de Jess horrorizada.

¿Qué demonios estaba pasando?

Mientras Jess emitía sonoros sollozos, intercalados con golpes y lamentos al golpear con los puños y los pies el sofá y el suelo, imitando puñetazos amortiguados, Amaris se vio incapaz de moverse. Incluso Maena se había callado.

Jess le sonrió desde el suelo con una mirada cómplice.

'¿Qué pasa, Amaris? ¿El gato te comió la lengua?'

Amaris intentó abrir la boca para responder, pero se dio cuenta de que no podía.

Su corazón empezó a acelerarse con un ligero pánico al darse cuenta de que tampoco podía moverse.

Lo único que podía hacer era observar este ridículo intento de Jess de inculparla y escuchar impotente el creciente alboroto de los miembros del personal ante la puerta de su despacho.

'¡Señorita Anderson! ¿Está todo bien ahí dentro?' La voz de Eva llegó a los oídos de Amaris. Pero Amaris no podía contestar y gritaba internamente de la impotencia que sentía en ese momento, mientras Jess hablaba por ella.

'¡Por favor! ¡Tienes que detenerla! Ha perdido la cabeza!', suplicó Jess mientras aullaba y gemía como si Amaris la estuviera agrediendo físicamente.

'Hazte a un lado, Eva. Entraremos en la oficina'. Las voces del equipo de seguridad de Amaris se elevaron por encima de los lamentos de Jess mientras el picaporte de la puerta traqueteaba sin remedio.

Jess bostezó y se estiró, luego se levantó y se acercó a Amaris, sonriendo satisfecha mientras levantaba la mano y le daba una fuerte bofetada en la cara, gritando como si ella fuera la víctima.

'No sabes cuánto tiempo he deseado hacer esto'. Jess rio en voz baja, mientras se hundía en el suelo y se acomodaba para quedar acurrucada alrededor de los pies de Amaris.

Amaris se sintió presa de la furia mientras el punzante dolor de la bofetada se extendía por su mejilla.

Contuvo las lágrimas que le inundaban los ojos, no porque estuviera triste o dolida, sino por la insoportable frustración de no poder reaccionar ni verbal ni físicamente y la rabia que ardía en su corazón.

Miró a Jess, que seguía sollozando a sus pies mientras el fuerte impacto de los cuerpos de los guardias contra la puerta para abrirla hacía vibrar el aire a su alrededor.

Amaris sintió que la parálisis desaparecía casi al instante, cuando sus ojos contemplaron los rostros horrorizados de los guardias y de Eva, mientras el agudo aullido de angustia de Amanda llenaba la habitación y corría al lado de su hija.

Amaris respiró entrecortadamente mientras retrocedía y sentía cómo la presencia aturdida y confusa de Maena reaparecía en su mente.

'¿Qué...?', susurró Maena confundida, espantada al ver a Jess acurrucada a sus pies y cubierta de lo que parecía ser sangre.

'Tenías razón, Maena. Todo era una trampa. Ha montado esto... es sangre falsa', murmuró Amaris, incrédula.

'i¿Qué?! Pues díselos ¡Evita que te miren así y crean lo peor!', instó Maena frenéticamente.

Amaris levantó lentamente los ojos hacia la puerta y la vio abarrotada de empleados de su oficina, todos con la misma expresión de horror escrita en el rostro y los ojos llenos de asco mientras la miraban fijamente.

Las únicas caras que parecían indecisas eran las del guardia que había hablado antes en contra de Amanda, y la de Eva, que se acercó a ella vacilante.

'Amaris, ¿qué ha pasado?', preguntó tentativamente, ignorando a Jess y Amanda aún acurrucadas en el suelo.

Amaris abrió la boca para contestar, pero la voz furiosa de Amanda la interrumpió al instante.

'¡Pienso que es bastante obvio lo que ha pasado aquí! ¡¿No te parece?!', gritó. '¡Todos lo oímos, y Amaris no dijo ni una palabra! ¡Mira su despacho! ¡Es obvio que atacó a mi hija y a su hijo nonato!'.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Alfa