Cuando terminó de ducharse y cambiarse, a Dave se le ocurrió llevarla a ver las oficinas que había comprado. Amaris aceptó sin dudarlo. No tenía perder el tiempo lamentándose por sus pérdidas.
Así quisiera o no, tenía que adaptarse rápido y seguir adelante.
Ella tenía curiosidad por ver lo que él consideraba un buen entorno de trabajo para ella y, como la elección final sobre si crear o no una nueva empresa le había sido impuesta, también quería ver con qué disponía para trabajar.
'Como creí que no te gustaría estar en el mismo edificio que yo por motivos de trabajo, y menos después de nuestra última conversación al respecto'. Dijo Dave con indiferencia mientras los conducía hacia su destino.
Su expresión un tanto pensativa y su ceño fruncido le indicaron a Amaris que, por muy indiferente que sonara, le molestaba la idea de que no quisiera pasar con él las 24 horas del día.
'No te lo tomes a pecho, Dave. Estaría encantada de tener mi propio despacho en tu edificio si fueses capaz de mantener las manos quietas durante las horas de trabajo'. Amaris le sonrió.
Él se aclaró la garganta y la miró de reojo.
'Sabes, antes de ti, no me interesaba mucho tener una relación'. Murmuró vacilante, con el ceño ligeramente fruncido.
La sonrisa de Amaris se desvaneció en cuanto él habló. No estaba muy segura de qué decir, así que se quedó callada y lo escuchó, notando cómo su corazón latía con fuerza.
'A decir verdad, incluso cuando te conocí, no tenía intención de aceptar la tonta idea de Ben de tener una pareja elegida'. Hizo una breve pausa y sonrió para sí, sin apartar los ojos de la carretera.
'Y entonces apareciste, de la nada, como una especie de encuentro predestinado... Una señal divina, tal vez, apareciendo vestida de novia, es cierto que un poco borracha y despeinada, pero justo cuando mi beta intentaba convencerme de que necesitaba una luna... en el baño de hombres de un bar privado'.
Soltó una leve risita mientras la miraba con una profunda y significativa mirada que brillaba con intensidad, al tiempo que una lenta sonrisa se dibujaba en su rostro.
'En aquel momento me pareció una casualidad demasiado grande como para no aceptar tu atrevida propuesta'.
Amaris se sonrojó un poco y apretó los labios mientras lo miraba con el ceño fruncido.
'Oye, eso no es del todo cierto. No me declaré'. Protestó molesta, cruzándose de brazos.
'¿Qué fue lo que dijiste? ¡Lo haré! Me casaré contigo!' Se echó a reír, remedándola casi a la perfección, mientras ella fruncía más el ceño.
'De hecho, tú necesitas una pareja elegida y yo necesito encontrar una excusa para librarme de esta boda mañana. Lo haré. ¡Me casaré contigo! Si vas a imitarme, al menos hazlo bien'. Refunfuñó mientras giraba la cabeza y miraba enfadada por la ventana.
Dave se rio con fuerza mientras giraba por una calle lateral, adentrándose cada vez más en el centro del selecto distrito comercial.
Esto sí que sería una ventaja para su nueva empresa, algo que no hubiera podido conseguir sin Dave.
Salió del auto cuando Dave le abrió la puerta y estiró el cuello hacia atrás para contemplar la magnitud del edificio.
Estaba tan estupefacta que no pudo hablar y volvió a mirar a Dave con la boca ligeramente abierta, intentando, sin éxito, encontrar las palabras para darle las gracias.
Pero no fueron necesarias las palabras.
Dave sonrió y la tomó de la mano, jalándola hacia la entrada.
'Ya me lo agradecerás después'. Le guiñó un ojo de forma pícara mientras Amaris se ponía roja.
No importaba lo íntimos que fueran ni lo depravada que llegara a ser su vida sexual. Todo lo que hacía falta era esa sonrisa descarada y esa mirada seductora para que a Amaris se le pusieran los pelos de punta.
Maena rugió contenta en su interior, pues sabia perfectamente que aquel hombre había conquistado su alma.
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