Amaris se permitió llorar, pero solo un instante. A decir verdad, su padre no merecía sus lágrimas. Lloraba por su madre, y por la vida que nunca había podido tener con ella. La infancia feliz que le había sido arrebatada de manera tan dolorosa.
No había duda en su mente de que algún día sería capaz de vengar la muerte de su madre, pero eso no sería ahora, y estaba impaciente por que se hiciera justicia.
Amanda y Jess merecían responder por los crímenes de los que eran sospechosas, pero antes necesitaba pruebas sólidas, y por mucho que Minerva y su padre hubieran buscado respuestas, hasta ahora esa búsqueda solo había conducido a callejones sin salida.
De mala gana, se apartó de la reconfortante seguridad de los brazos de Dave, y se preguntó por un instante en qué momento se había vuelto tan dependiente de él.
Los ojos de él intentaron desesperadamente buscar los de ella, pero ella desvió la mirada. La decepción y el dolor en el rostro de Dave eran sencillamente demasiado para que Amaris pudiera soportar.
Ella sabía que debería haber sido más fuerte, y que no debería haber llorado por las cosas que estaban sucediendo. Después de todo, ella lo había previsto.
Lo último que quería era que Dave se sintiera decepcionado de ella... especialmente después de haber sido tan considerado, y haberle conseguido una oficina...
'No seas ridícula. Él no está enojado contigo, Amaris. ¡¿Por qué di*blos estaría enojado?!' Maena resopló con incredulidad.
'Porque llorar es una debilidad que una Luna no puede permitirse'. Amaris gimió miserablemente.
'Oh, ya cállate, Amaris. Deja de revolcarte en la autocompasión. Llorar te hace humana, y por mucho que tu bondad me enoje a veces, eres la otra mitad perfecta para mi alma. Juntas formamos un todo perfectamente armonioso'. Maena dijo, molesta, pero solo a medias, antes de suspirar profundamente.
'Probablemente, voy a arrepentirme de haber dicho esto, pero... tienes el grado justo de dulzura para equilibrar mi agresividad, Amaris... nos complementamos muy bien'. Maena murmuró a regañadientes.
Amaris se quedó sin palabras por un instante, y pudo sentir el arrepentimiento de Maena tan pronto como terminó de hablar. Amaris reprimió una risita mientras trataba de procesar el intento de Maena de revelar un lado menos tosco de su personalidad.
'¿Acabas... acabas de llamarme dulce?' Amaris sonrió llena de alegría, y su mal humor se disipó rápidamente.
'Oh, vete a la mi*rda, Amaris. Estaba tratando de consolarte... Yo también siento tu dolor, y es horriblemente incómodo. Si prefieres la maravillosa versión original de mí misma, entonces la tendrás, con mucho gusto... Maena refunfuñó mientras se aclaraba la garganta.
'¿Estás lista?' Maena resopló.
'Soy todo oídos...' Bromeó Amaris.
'De acuerdo... está bien... tuviste tu oportunidad de echarte atrás'. Maena suspiro, inspirando profundamente. 'Amaris, deja de lloriquear como un bebé, a nadie le gustan las lloronas. Dave no está enojado, ni decepcionado, ni ninguna de esas emociones insignificantes en las que piensas sin descanso. Está enojado consigo mismo porque no puede solucionar tus problemas. A los alfa no les gusta sentirse impotentes'. Maena respondió con sarcasmo.
'Hey... no soy una llorona...'
'Ya fuiste advertida. Ahora... mujer, levántate y arréglate. Me estás empezando a dar náuseas. Deja que Dave te vuelva a poner las manos encima para distraerte, o algo así...' Murmuró Maena mientras se escabullía.
'Esta es la última vez que trato de ser agradable... humana desagradecida...' Murmuró enojada para sí misma antes de acurrucarse en una esquina, malhumorada.
'Amaris, mírame, por favor...'
La dulce voz de Dave la sacó de su diálogo interno con Maena. Ella le sonrió dulcemente, estirando una mano para pasarle los dedos por el cabello.
'Lo siento... Maena me estaba... regañando. Pensé que estabas decepcionado conmigo por ceder a mis emociones...'
Este hombre sería la muerte para ella. Cada movimiento que él hacía provocaba un frenesí en su corazón, y el más mínimo contacto de su piel contra la de ella encendía una hoguera en su vientre, y todo su cuerpo se sentía listo para rogar por sus caricias.
'Yo también estaba bromeando... soy despiadado... y te encanta cuando lo soy, Amaris... no finjas que no...' Murmuró suavemente él mientras sus dedos encontraban su pez*n y lo apretaban suavemente, sacando un gemido de sus labios.
'Puedo sentir el deseo en tu mirada, y puedo oler tu lujuria cuando tomo el control de una situación... ¿Es eso lo que quieres? ¿Es eso lo que te excita?' Murmuró él suavemente.
Por segunda vez en ese día, mientras Amaris se sentía al borde de entregarse a lo que claramente ambos querían, sonó su teléfono.
'¿Acaso estás bromeando?' Dave gruñó, y sus ojos brillaron con irritación cuando Amaris tomó su teléfono tímidamente.
Él exhaló ruidosamente y se alejó de ella, reacomodándose rápidamente mientras lo hacía.
'Interrumpido por el mald*to teléfono otra vez...' Gruñó él por lo bajo, enojado, mientras miraba a Amaris de reojo, con un dejo de resentimiento.
'Tengo que contestar esto, Dave, lo siento...es Eva'. Amaris se disculpó rápidamente cuando atendió la llamada.
'Oh mi dios, Por fin!' Eva exclamó al otro lado del teléfono.
'¿Qué pasa? ¿Está todo bien?'
'Está más que bien, Amaris. No vas a creer esto... Encontré algo que puede probar, sin lugar a dudas que no atacaste a Jess'.
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