El Alfa romance Capítulo 86

'¡Un momento, Eva!, ¿qué quieres decir?'

Amaris sacudió la cabeza con incredulidad mientras se apartaba del panel de cristal contra el que Dave la había presionado hacía unos instantes.

'Bueno, supe que algo no iba bien en cuanto empezó todo esto. No tenían nada que hacer allí, así que cuando todos se fueron y nos pusimos a limpiar, los guardias que Alfa Nocturne dejó aquí para ti se ofrecieron a ayudarme. Por cierto, Matteus es encantador, ya sabes, la gran bola de pelo enfurruñada'.

Amaris soltó una risita ante la mirada incrédula de Dave, que replicó en voz baja: '¿Gran bola de pelo enfurruñada?!' Al mismo tiempo hizo un elaborado gesto con la mano.

'Sí, ¡prosigue!', respondió Amaris pacientemente.

Ella ya estaba acostumbrada a la forma elaborada que tenía Eva de narrar los acontecimientos y, de hecho, le resultaba bastante entrañable. A veces, sentarse a tomar un café y ponerse al día con las anécdotas de su vida social resultaban ser un cambio agradable con respecto al rígido entorno de trabajo.

'¡Ok, bueno! Ocurre que había una pequeña mancha de sangre en la alfombra donde Jess se había acurrucado, y aunque suene asqueroso, Matteus estaba interesadísimo en ella. Incluso su colega le llamó la atención por ello, sinceramente yo estaba demasiado sorprendida para decir nada, pero probablemente lo habría hecho en algún momento. De todos modos, ¡resultó que la sangre no era realmente sangre!', susurró sorprendida.

'Sí, soy consciente de que no era sangre de verdad...', respondió Amaris con más de dureza de lo que pretendía, lo cual no inquietó a Eva en lo más mínimo.

'Claro, porque ya sabes que no la atacaste, pero el resto del personal de aquí no sabía qué creer, sobre todo con lo de que ya se había filtrado a la prensa...'

'Espera, ¡¿ya se ha filtrado?!', exclamó Amaris mientras su rostro se ensombrecía de furia.

Por supuesto que se había filtrado, pensó amargamente para sí. Jess buscaba causar el mayor daño posible, y con la noticia de que iba a ser instituida como la siguiente en la línea de sucesión al trono, quería asegurarse de que Amaris nunca pudiera volver a ocupar ese puesto.

Aquello se estaba convirtiendo en una campaña de desprestigio perfectamente orquestada, gracias a la estupidez de su padre.

'Sí... eh... no estoy muy segura de qué hacer al respecto y por eso te llamé. Matteus se empeñó en que encontráramos más pruebas para poder limpiar tu nombre, así que seguimos a la caza de algo, cualquier cosa que pueda reivindicarte'.

Eva respiró hondo mientras Amaris avanzaba y retrocedía impaciente. El suspenso la estaba matando.

'Así que, después de rebuscar un poco, de repente me acordé de la cúpula de seguridad que instalamos hace unos meses. Ya sabes, la camarita escondida dentro del pisapapeles de tu escritorio, esa misma que encontraste después de que alguien borrara deliberadamente tus archivos, cuando te hiciste cargo por primera vez, ¿recuerdas?', parloteó Eva con entusiasmo.

Amaris se quedó helada y su corazón se aceleró.

Efectivamente, antes de deshacerse del pequeño equipo que trabajaba contra ella en ese momento, se había encontrado con un sin fin de "fallos" que obstaculizaban sus esfuerzos por hacer avanzar la empresa.

Para atrapar a los culpables, había tomado el objeto más inocuo que se le ocurrió y luego le encargó a un especialista que instalara en su interior dos diminutas cámaras espía. De esta manera captaría imágenes de los transgresores cuando entraran en la oficina, mientras accedieran a su ordenador y al salir de ahí.

Solo entonces pudo obtener pruebas irrefutables de su sabotaje y tras eso, fue fácil despedirlos.

Amaris se detuvo un momento, reflexionando sobre sus opciones, mientras una sonrisa vengativa se dibujaba en su rostro.

'No, no lo publiques todavía. Haré que Dave le mande a Matteus nuestra dirección y puedes reunirte con nosotros aquí. Él no está en su oficina'.

'¡Oh! De acuerdo, no hay problema. Entonces, ¡hasta pronto!', dijo Eva alegremente mientras colgaba el teléfono.

Amaris gritó con todas sus fuerzas y rodeó el cuello de Dave con los brazos, emocionada.

'¿Qué te tiene de tan buen humor?', río Dave, un poco desconfiado.

'Pues... Resulta que Jess no es tan lista como pensaba'. Amaris sonrió ampliamente, incapaz de reprimir la sensación de éxtasis que casi la hacía flotar.

Para cuando Amaris hubiera puesto en práctica el plan que había ideado en los últimos minutos, Jess y su madre se arrepentirían incluso de haberse atrevido a creer que podrían salir impunes de sus crímenes.

Esto era solo el principio de su ruina, y Amaris estaba dispuesta a saborear cada momento, viendo cómo rápidamente se hacía justicia. Valiéndose tan solo de la verdad.

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