Jess estaba de pie ante el atril, con la mirada gacha y los brazos alrededor del vientre. Estaba nerviosa y se le notaba.
'Lady Jess, presentaste graves cargos contra tu hermanastra ante este tribunal', afirmó la voz femenina.
Jess se limitó a asentir sin levantar la vista.
'Entonces, en tus propias palabras, dinos exactamente qué pasó en la habitación con Amaris'.
Jess respiró entrecortadamente cuando Amaris la miró. Sus miradas se cruzaron durante unos breves instantes y Amaris solo vio el odio puro y sin adulterar que ardía en ella, antes de que fuera sustituido rápidamente por la mirada inocente, demasiado familiar, y de ojos saltones que solía adornar sus rasgos.
'Bueno, fuimos a ver a Amaris con la intención de arreglar las cosas. Al menos quería intentar una vez más hacer las paces con ella. Sé que lo que hice estuvo mal, y si pudiera volver atrás en el tiempo haría las cosas de otra manera, pero... desear que las cosas sean diferentes... en realidad no cambia nada', dijo Jess en voz baja mientras suspiraba profundamente y levantaba los ojos para mirar a Amaris como si lo que dijera fuera en serio.
'Las cosas habían ido bien, había accedido a vernos... al menos a hablar con nosotras, y la seguimos hasta su despacho de buena fe con la cesta de golosinas que habíamos preparado para ella... Era un gesto simbólico. Quería hacer algo bonito por ella... para demostrarle mi sinceridad. Así que confeccioné una lista de golosinas que le gustaban de niña y me pasé unos días preparando la cesta de regalo para ella', prosiguió Jess en voz baja con una sonrisa melancólica.
'En fin, nos sentamos a hablar un rato, a Amaris no le hizo gracia que nos presentáramos sin avisar, pero no nos había echado, así que pensé que al menos había alguna esperanza de reconciliación... al igual que mi madre. Ella se fue a por café y a buscar a la secretaria de Amaris... Emma, creo que se llamaba... y en cuanto nos quedamos solas, en ese momento Amaris y su loba perdieron los estribos', gimoteó tristemente, estrujando sus manos delante de ella mientras forzaba las lágrimas de sus ojos.
Amaris estuvo a punto de resoplar. En su opinión, su actuación era terrible y solo podía esperar que los ancianos se dieran cuenta.
'Me asombra que esa z*rrita pueda hacer declaraciones tan atrevidas delante del Consejo de Ancianos ¿sabes? Debería estar agradecida de que no la atacáramos... por mucho que se lo mereciera... porque ahora puedo prometerte que si ese encantamiento que nos puso hubiera perdido su efecto por un segundo, la habría hecho pedazos, gruñó Maena con rabia en su cabeza.
'No lo harías Maena, incluso en tu furia habrías vacilado por el inocente bebé que lleva... eres feroz, despiadada e implacable a veces... pero no eres un monstruo'
Maena resopló en respuesta mientras soltaba una sarta de improperios antes de sentarse hoscamente al lado de Amaris, que la observaba con una mezcla de interés y disgusto.
'Tienes que ser más específica, Lady Jess. «Perder los estribos» podría abarcar muchas cosas. El consejo exige los hechos concretos del caso, no detalles sobre golosinas', exclamó implacable una voz masculina.
Los hombros de Jess parecieron tensarse mientras sollozaba con fuerza y fingía serenarse, como había hecho su madre durante su propio testimonio.
'Lo siento... Es que... me duele que mi hermana me haga esto... a mi bebé... a su propia sobrina...'
'Como estoy seguro de que le dolió a tu hermana cuando se descubrió tu aventura con su compañero predestinado...', comentó secamente la voz ancestral, y el ambiente, ya tenso, se intensificó aún más.
Los ojos de Jess se entrecerraron ligeramente y se desviaron hacia arriba, en dirección a la voz que había hablado, antes de apartar rápidamente la mirada y continuar.
'En cuanto se cerró la puerta, se lanzó al ataque. Me golpeó, me dio puñetazos y patadas por todo mi cuerpo. La puerta estaba con llave, así que no podía salir y, por mucho que le rogara, no paraba. Me arrojó contra las paredes, las ventanas, me rompió una maceta en la cabeza...'. Fue desgranando las acusaciones una tras otra mientras miraba hacia la oscuridad de la cámara, con la esperanza de conectar de algún modo con la gente que estaba escondida ahí arriba.
Pero solo le respondió el silencio.
'Sí, lo hicimos. El castigo que solicitas es severo, requeriría exiliar del trono a una heredera talentosa y hábil, bien establecida y de origen noble... para reemplazarla con una heredera de ascendencia híbrida sin ningún lobo conocido...'
'¡¿Así que pretenden negarle a mi hija el derecho a gobernar por su herencia?!', dijo el Rey enfurecido.
'Eso no es lo que dijimos. Los hechos deben investigarse a fondo antes de que podamos tomar una decisión. El futuro de nuestro Reino pende de este juicio y, ya sea una Reina Luna humana o una Reina Luna híbrida, su raza no nos importa, pero sí al Reino y habría que cambiar los planteamientos diplomáticos, Leopold. Tú sabes como son las cosas'. Se alzó claramente una voz hastiada que parecía impacientarse cada vez más.
'En cuanto a la intromisión voluntaria de tu hija en una unión bendecida por la diosa y bien conocida... eso también habrá que investigarlo...', comentó rotundamente la voz ancestral.
A estas alturas, el rostro de Jess estaba irreconocible por la ira.
'¡No! ¡No lo permitiré!', respondió Leopold con una arrogante firmeza, ante un sonoro coro de carcajadas.
'Esa no es una decisión que debas tomar tú, Leopold, sino únicamente nosotros. Las parejas predestinadas son una rareza en sí mismas, están bendecidas por la Diosa y si se encuentran durante su vida, entonces están destinadas a tener algún tipo de impacto significativo en el mundo, como la propia Elune pretendía'.
'Interferir con el vínculo es interferir con el destino mismo de nuestro reino', afirmó otro orador.
'Quizá podría decirse... que el hecho mismo fue un acto de traición al Reino...', respondió la voz ancestral con arrogancia, sin molestarse en ocultar su desdén.
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