Abrí mis ojos al sentir una mano acariciando mi barriga totalmente desnuda.
Hoy cumplo 15 semanas de embarazo y por ahora tengo una pequeña panza que puedo hacer pasar totalmente desapercibida. Así que aún no hemos hecho público que estoy embarazada.
—Ya quiero que crezca —murmuró Mikkel sin despegar su mirada de mi barriga—. ¿Cuándo comenzará a dar pataditas?
—Ayer te contesté esa pregunta, amor —reí con ternura al ver lo entusiasmado que estaba por sentir a nuestro pequeño—. ¿Me preguntarás eso todos los días?
—Tal vez —sonrió con las mejillas levemente sonrojadas—. ¿Qué nombres te gustan?
—No lo sé, pero me gustaría algo poco común.
—Estoy de acuerdo. Quiero que el nombre de mi hijo o hija sea único.
Puse mi mano sobre la suya y suspiré antes de hablar.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿No piensas contarle a tu padre que nos casaremos y que seremos padres?
Frunció la nariz al escuchar mi pregunta.
—Tú sabes que la relación con mi padre no es la mejor —me observó—. Y Philip se enteraría. ¿Qué pasa si le cuenta a la prensa?
—Lo sé, pero después de todo será abuelo de nuestro hijo —me encogí de hombros—. Y sobre lo de Philip...
—Alyssa... —me miró con los ojos entrecerrados.
—Ya sé que tú no piensas lo mismo que yo —puse los ojos en blanco al ver su expresión de advertencia—. Pero lo seguiré diciendo; creo que ya no hay que desconfiar de Philip. Tal vez podríamos contarle a él también.
—¿También quieres que lo invitemos a nuestra boda? —preguntó con ironía mientras sonreía con falsedad.
—No seas así, Mikkel —bufé frustrada.
—Y tú no seas tan ilusa. Philip sigue siendo igual de gilipollas que siempre —me fulminó con la mirada antes de acercar sus labios a los míos para besarme—. ¿Me amas? —cambió de tema.
—A veces me estresas demasiado, pero sí —junté nuestras frentes e hice un puchero—. ¿Qué dices de lo que te conté ayer?
—Que no —rió al ver que otra vez intentaba convencerlo—. No voy a salir en una portada de Harper's Bazaar.
—¡Pero no saldrías solo! Saldríamos juntos —me alejé de él cruzándome de brazos.
—Eso no es lo mío, Aly —rió al ver mi comportamiento tan inmaduro.
—Como sea —murmuré. No lo puedo obligar a hacer algo que él no quiere—. ¿Me vas a seguir amando cuando esté gorda y apenas pueda caminar? —frunció su ceño.
—¿Lo preguntas en serio? —asentí. Acercó su mano a mi rostro y lo acarició con suavidad—. Voy a amarte mucho más, Aly.
—Me da miedo —admití bajito bajando la mirada—. Las mujeres que trabajan en tu empresa son todas muy guapas y yo... yo seré una pelota.
—Mi amor —me llamó. Puso sus dedos en mi barbilla y me hizo mirarlo—. Jamás me fijaría en otra mujer teniéndote a ti; el amor de mi vida.
—¡Dios! Eres tan cursi —reí mientras apretaba sus mejillas.
Sí, así son mis cambios de humor con el embarazo
—Antes de conocerte era todo lo contrario. Tú me convertiste en esto.
—Claro, antes eras todo un mujeriego —alcé mi ceja.
—Pero por ti dejé de serlo.
—Eso espero —bromeé alejándome de él para ponerme de pie.
—¿Qué haces?
—Ya es hora de levantarnos —respondí y reí cuando gruñó—. No vamos a estar todo el día en la cama, Mikkel.
—¿Y qué importa? Es sábado, no tenemos nada que hacer —estiró su brazo para agarrarme delicadamente de la cadera—. ¿No quieres tenerme dentro de ti todo el día?
—Dios, Mikkel —jadeé al sentir cómo sus dedos se deslizaban hasta mi entrepierna.
—¿Sigues con ganas de levantarte? —preguntó con voz ronca. Mordí mi labio cuando me hizo sentarme sobre su regazo totalmente desnudo—. Yo creo que no, porque ya comenzaste a mojarte.
—Mikkel... —cerré mis ojos en el momento en que sus dedos comenzaron a tocar de arriba a bajo mi clítoris.
—Acuéstate —hice de inmediato lo que me pidió—. Abre las piernas.
Las abrí y suspiré cuando deslizó dos de sus dedos por el centro de mi vagina y clítoris.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —hablé con los ojos cerrados.
—Claro —contestó sin parar sus movimientos.
—¿Alguna vez has hecho un trío?
Abrí los ojos confundida al no sentir sus dedos en mi vagina.
—Dime por favor que no me estás preguntando eso porque quieres que hagamos uno.
—Espera ¿qué? —fruncí mi ceño.
—Porque te digo desde ya que en mi puta vida dejaría que alguien más te tocara.
—¡Pero si yo no quiero que hagamos uno, ridículo! —reí al ver su expresión aliviada—. Sólo tengo curiosidad.
—Jamás he hecho uno —se encogió de hombros—. No es algo que me llame la atención.
—Estoy impresionada, pensé que me dirías que sí.
—¿Y tú? ¿Has he.... —me levanté rápidamente de la cama para ir corriendo al baño. Ahora que estoy embarazada suelo ir al baño muy seguido—. ¿Pasa algo? —llegó hacia mí preocupado.
—Sólo quiero hacer pis —me senté en el inodoro y alcé mis cejas al verlo apoyado en la puerta con sus brazos cruzados—. ¿Qué?
—¿Tú sí?
—¿Qué cosa? —reí nerviosa.
—¿Has hecho un trío?
Abrí la boca pero la cerré de inmediato para pensar qué decirle.
Bueno, en realidad no tendría por qué molestarse
—Una vez —contesté mientras tomaba papel higiénico para limpiarme—. Hubo un tiempo que era muy loca.
—Así veo —carraspeó.
—Pero bueno... Obvio no lo volvería a hacer —lavé mis manos—. Me voy a dar un baño. Quiero visitar a Bellamy.
—¿Extrañas el nightclub? —preguntó. Me apoyé en el lavamanos y lo miré
—¿La verdad? No. Prefiero dejar de trabajar mientras esté embarazada —apoyé mis manos en su antebrazo—. Además, he disfrutado mucho estos meses de tranquilidad.
—Te da miedo volver a tener un aborto —concluyó con una sonrisa apenada.
Me conoce demasiado
—Lo más importante para mí es el bienestar de nuestro bebé, así que creo que no volveré a trabajar en el nightclub en un buen tiempo.
—¿Quieres que te lleve y te vaya a buscar? —puso su mano en mi mejilla y la acarició.
—¿No tienes nada importante que hacer hoy? —negó—. Está bien, muchas gracias —dejé un beso sobre sus labios e ingresé a la ducha luego de regular el agua.
—¿Los puedo acompañar? —preguntó mirando mi pequeñísima panza con ternura.
—Pues claro, cariño. No es necesario que lo preguntes.
(...)
—¿Quieres que te espere?
—¿No quieres entrar? Va a estar Joshua.
—¿Cuánto crees que te demorarás? —me preguntó.
—No podría decirte, pero supongo que más de una hora.
—Entonces iré a buscar unos papeles a la empresa, después vengo a por ti —se acercó a mí y dejó un beso en mis labios—. Cuídate, cualquier cosa me llamas.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El CEO y la Bailarina Nocturna (COMPLETA)