El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 18

La veía a mi lado, en mi coche, tan cerca otra vez de mí, y ni siquiera yo mismo podía reconocer en toda su totalidad lo desquiciado que estaba. Y lo mucho más loco  que me estaba volviendo por ella. Si antes estaba perdiendo la cabeza, allí, mirándola como un psicópata estaba decidido que ya la había dejado ir del todo. Me había convertido en un demente.

Tenía un trastorno, sí.

Pero siempre había sido un hombre de ley, correcto, que había respetado incluso mis propios límites y que en el fondo, solo quería escapar de las cadenas que me ataban. Más no lo conseguía.

Ella era como un espejismo. Cada momento que estaba viviendo a su lado me hacía sentir en otra vida. Era como si yo fuera libre de todo y mi alma estuviera sana y ella pudiera ser mía sin reservas.

Estaba obsesionado con la sensación de ella en mi piel, de su vida a mi lado. Adoraba su olor, su maldito aroma tan único que podría vivir mil vidas más y sabría reconocerla si la volvía a ver en esos otros futuros mundos.

Esos ojos verdes me tragaban, me hundían en un abismo de desesperación por las ganas de tener lo que no merecía y nunca podría tener a su lado.

Es que no habían lados entre ella y yo. Éramos el mismo lado, que no era ninguno.

Toda mi vida había reprochado a dios la indiferencia con la que me había obligado a vivir, pero entonces le reprochaba el castigo que me estaba haciendo pagar por ser como era.

Ella era ese castigo.

Creía que había escapado. Era tan inocente que no se daba cuenta de que la había dejado salir. Que en un momento de humanidad escasa por mi parte, le dí la orden a los guardias, de que la dejaran irse. No dejé que la detuvieran y fui lo suficientemente miserable como para ir tras ella después.

Iba a desistir. Juro por mi vida que la iba a dejar irse. Le iba a dar la libertad que merece.

Con un demonio que iba a hacerlo, pero no pude... Nunca podría y lo había corroborado justo esa noche cuando la dejé salir de mi vida, para luego correr a traerla de regreso.

Mi trastorno me domina. No soy yo. Y no me estoy justificando porque no busco un profesional que me ayude, no quiero a nadie hurgando en mi mente; pero esto es más fuerte que yo. Me posee y cuando salió el sol, no pude seguir sin ella. Amanecer sin ella fue un flagelo. La necesito aún y siento y sentiré a Loreine toda mi asquerosa vida, pero la necesito y la quiero conmigo por ahora.

Es mi compra. La que va a conservar mi otra compra y no puedo negarle eso a mi psique.

¡Joder! Soy un maldito psicópata.

Esta excursión suya hacia la efímera libertad, me sirvió para que supiera detalles que antes ignoraba.

Es que su inocencia es tan grande que no notaba nada. No hacía preguntas. No refutaba mis órdenes.

Tenía carácter, lo sabía perfectamente; pero solo para enfrentar mi personalidad, para nada más.

Es demasiado inocente como para luchar conmigo y romper el maldito contrato que me va a acabar destruyendo tanto como a ella.

Cuando la traje dije bien claro en la estación y el peaje, que si ella intentaba salir de aquí sin mí, tendrían que impedirlo y comunicarse conmigo... Y así fue. Controlo todo de mi vida y ahora de la suya.

Este pueblo fue una de mis primeras compras.

Me gusta estar solo. Así me enseñaron, me educaron y me dejaron... solo.

Cuando lo compré había gente que tenía que irse de mis tierras y unos pocos que eran excelentes personas y necesitaban quedarse.

Accedí a que permanecieran bajo mis normas. Es mi jodida tierra, y se hace lo que yo diga.

Cuando alguien necesitado llega hasta aquí y solicita vivir en mi pueblo, lo estudio detenidamente y en la mayoría de los casos accedo, siempre, que se respeten mis normas.

Todo lo pago yo. Cada calle. Cada arreglo, muchísimos servicios y demás son de mi bolsillo.

Ellos pueden hacer sus vidas, pero a mi pueblo no entra nadie que yo no apruebe y tengo todo el derecho de echar a quien incumpla.

Tenemos un hospital que gestiono al completo, con mis múltiples organizaciones benéficas así como muchos de los servicios del pueblo.

Lo que no pueda gestionarse dentro, pues pago para que lo traigan desde afuera pero todo, absolutamente todo, lo dirijo yo.

Tenía una boca increíble y eso era algo, que me activó mi trastorno y no pude evitar entregarle un contrato para que me vendiera su boca por seis meses.

Fueron seis duros meses. Tenía el derecho de besarla cuando quisiera pero ella comenzó a querer más que lo que yo quería de ella y todo se complicó.

Yo solo consumo lo que compro. Nada más me interesa.

Soy un tipo sin sentimientos. No me mueve nada más que mi deseo de efectuar mis compras.

No me interesa el amor. No he querido a ninguna. Y eso es siempre algo, que estropea las compras.

Asumen que quiero más y empiezan a querer más ellas, y terminan ofreciendo como regalo lo que ni siquiera pedí comprar y se rompe el encanto.

Hasta que llegó Loreine. Ella no me ofrece nada y soy yo, el que lo quiere todo.

Esta es mi más cruel compra y mi mayor y perfecto castigo.

Ella podría desactivar mi deseo si tan solo me ofreciera voluntariamente lo que tanto necesito, pero aún así,no sabría cuál sería nuestro final.

Nunca he querido, ni deseado, ni me he perdido en algo como lo estoy en ella.

Y cuando vuelve, ya lista para irnos y veo como Mónica la detiene y le da su tarjeta, supe que tenía que alejarla de mi ex de los besos.

— Ocúpate de Mónica. Sabes qué hacer — le digo a mi hermano que está esperando que mi tortura suba, para irnos.

— Esta misma noche la visito...

Y cuando pensé, que el día no podía ir a peor... Llegamos a mi casa y veo a mi otro hermano, empezando a interferir nuevamente en mis compras.

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