El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 38

Después de todo el tiempo que habíamos pasado juntos. Verme de nuevo sin él, no se me hacía  fácil.

Un desayuno juntos, un par de besos en la mañana y algunos momentos increíbles más antes de que se fuera, aún me sabían a poco. Lo echaba muchísimo de menos.

Habíamos compartido confidencias, unas pocas pero unas. Romance, pasión, momentos idílicos que daban cierto miedo por la tremenda posibilidad de que pudiesen acabar, pero nada podría habernos impedido disfrutarlos. Habíamos abierto nuestros corazones al otro y estábamos un punto más cerca de declararnos profundamente enamorados. Profundamente perdidos en el otro. Así como profundamente ciegos en cuanto a todo lo que había a nuestro alrededor.

Estaba en nuestra habitación, suspirando por él, con los brazos atados a mi propio cuerpo  rodeando mi tórax y pensando en lo vacía que me sentía sin su olor, su calor,su magnetismo, sin todo él cerca de mi. Mirando el azul cielo y los verdes llanos perfectos que la propiedad tenía,  cuando otras manos se mezclaron con las mías... Él,  las suyas.

— Te echo de menos como un loco —lo escuché decir en mi oído y dejé que el peso de mi cuerpo resbalara sobre el suyo y disfruté  de su nariz perdiéndose en mi pelo — no llegué ni a la mitad del camino cuando me dí la vuelta y vine a sentirte otra vez Lore, estoy tan necesitado de ti, que me lastimas sin saberlo.

Me sentía exactamente igual que él.  Lo añoraba demasiado y cada segundo a su lado se multiplicaba en los ausentes. La misma cantidad de felicidad que sentía al tenerlo contigo, me hacia miserable cuando se iba y aquello empezaba a ser peligrosamente enfermizo para ambos.

Me dejaba manejar a su antojo. Su nariz bajaba mi cuello y sus manos apretaban las mías.  Su olor se hacia nuestro y no había nada de espacio entre su deseo y el mío... compartían celda, prisioneros de nuestras ganas.

— Te puedo prometer que me siento igual — confesé  ladeando mi cuello para que pudiese besarle las zonas que quisiera — que si no estás  podría llorar del hueco que se abre en el centro de mi corazón y de la sensación amarga que me produce perder el confort que has empezado a suponer tú   en mi vida Alexander.

Él  sonreía en mi piel, lo sabía. Lo sentía.

Me dió la vuelta y me tuve que aferrar a las solapas de su traje a medida azul oscuro para no perder el equilibrio, cuando su boca intentó con gran ímpetu,tragarse la mía.

Podía notar que no mentía, que verdaderamente no podía más, que estaba tan desesperado colo yo y eso era algo, que los dos necesitábamos trabajar porque no podía ser que unos simples minutos sin el otro nos hicieran perder el norte de aquella manera.

— Podría gritarle a todos que eres mía — el azul de sus ojos eran un bendito mar enorme que podían tener hasta olas pero me daba igual si me tragaban, yo solo quería nadar el ellos — saltar en parapente desde un acantilado y exponer mis sentimientos al maldito mundo, escribir con humo desde un avión lo mucho que te amo y lo duro que voy a pelear para conservarte— dió un último beso a mi nariz y concluyó bajito — podria hacer un comunicado de prensa, grabar un jeroglífico en las benditas pirámides de Egipto y dejar establecido en la onu, que te amo. Pero me conformo con tenerte, tocarte, saber a que hueles, a que sabes, saberte mía y dejar que me hagas tuyo... Con eso,  soy todo lo feliz que nunca fui, así que sí — apuntó  con firmeza — quiero que vengas conmigo y que todo el planeta sepa que te tengo, que me tienes y que estamos enamorados. Que pregunten lo que quieran y asuman lo que les parezca. Yo solo quiero tenerte. Quiero que veas a mi madre y que ella y que sepa de una maldita vez, que no hay posibilidad de que te deje ir y que fulminaría el mundo entero si alguien te arranca de mis brazos.

Eran difusas sus palabras pero eran una clara definición de como me sentía yo también y de las mismas cosas a las que estaba dispuesta a exponerme yo también, por él.  Porque todos supieran que estábamos enamorados y que a pesar del extraño momento que nos trajo hasta aquí, estábamos juntos y tratando de superar los duros momentos pasados que nos habían unido y que formaban parte de nuestro presente.

Le dije que si. No sabía,  ni podía, ni quería decirle que no a nada y simplemente haciendo gala de todo mi deseo por estar a su lado, indiqué  con un asentimiento de cabeza que sí iría con él  y que sí haríamos una declaración de estatus para todo el que la necesitara... que Alexander y Loreine,  estaban juntos y enamorados.

Sin embargo la vida siempre tiene planes que rompen con aquellas míseras intenciones que les ponemos los seres humanos al destino.

Un simple sonido de su móvil, y del mío,ese que él  me había devuelto, nos hizo romper la conexión cuerpo a cuerpo que teníamos y pasar del idilio al terror, cuando ambos vimos el contenido de nuestros mensajes entrantes...

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