El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 40

—¿Qué haces aquí?...¿Qué necesitas esta vez?—pronunció él  duramente  y la hizo a un lado con un gesto de su mano, tirando de la mía para que pasara sin detenerme, a su oficina —si nos permites...

Las duras palabras de Alexander para con su madre, me dejaban asombrada.

Sabía que era despiadado y muy hosco cuando quería pero no contaba con que mantuviera esas actitudes con su propia madre también.

Tristemente eso me recordó lo poco que nos conocíamos, pero eso no impedía que sí me resultara suficiente, la confianza que habíamos creado entre los dos y los proyectos que teníamos de seguir mejorando y construyendo nuestra relación de una forma un poco mas sana, aunque nos tomara paso por paso el hacerlo.

Con la vergüenza ajena dibujando mi expresión, me giré a mirarla y pude notar detrás de aquella melena rubia y abundante en canas perfectamente cuidadas,su atuendo elegante y refinado y sus muchas joyas, que aquella mujer estaba sufriendo la desdeñable actitud de su hijo, que, justificado o no, la hacían sufrir.

—Alexander por favor—susurré solo para nosotros y logré que detrás de un suspiro, me hiciera sentar en un sofá para dos al costado de su mesa de trabajo y besando mis nudillos asintiera resignado.

No quería estar allí y desde luego me sentía fatal por estar en medio de una situación tan bizarra.

—Por favor se breve y di lo que sea que hayas venido a decir y...—nuevamente suspiró dando la vuelta hacia la parte delantera de la mesa y recostando su cuerpo sobre ella expresó —respeta de una vez mi decisión de no quererte dentro de mi despacho si no estoy.

—No me quieres en tu vida, sea cual sea la locación en que te encuentres—sin poder evitarlo ella me miró apenada y decidí intervenir.

—No se lo tenga en cuenta —me aventuré  a mentir al tiempo que me levantaba y caminaba con libertad en esa ocasión hacia ella —ha tenido un mal despertar y ha discutido conmigo, en realidad se alegra de verla... Soy Loreine y es un placer conocerla.

Bajo la atenta mirada de Alexander y algún que otro resoplido por su parte, le ofrecí mi mano a su madre y una sonrisa encorvada hacia abajo se apareció por su rostro apenado.

—Es un verdadero placer conocerte y te agradezco que intentes arreglarlo pero él es despiadadamente sincero como para que puedas disimular por mi hijo —me devolvió el saludo tomando mi mano entre las dos suyas y demorando más tiempo del esperado con ellas.

—Hechas las presentaciones me encantaría saber qué quieres.

Él mantuvo su postura y su madre, cuyos ojos se los había heredado a su hijo, me hizo un gesto de rostro ladeado indicando obviedad a su anterior explicación.

Quizás había sido un atrevimiento por mi parte meterme a lidiar entre ellos sin saber la historia al completo, pero mi condición de hija que adoró siempre a su excelente madre me impedía mantenerme apática ante la situacion.

El hecho de que ahora nos amábamos y su conducta conmigo era diferente, no significaba que hubiese olvidado lo áspero que solía ser él,  cuando se lo proponía incluso si no tenía la razón. Aunque no estaba dudando de que la tuviera, simplemente había empalizada quizás de más, con su madre.

—Alex está  muriendo.

Esas simples,crudas y directas tres palabras resonaron en mi cabeza como si estuviese volviendo a revivir todo el asunto de la muerte de mi propio padre y no pude evitar soltar un sollozo descontrolado y caminar hacia Alexander y tomar una de sus manos que estaba apoyada en el borde del escritorio. Estaba más que claro que se refería a su papá.

—Lo siento —pronuncié bajito, no sabía bien para cual de los dos y ninguno pareció tomar en cuenta mis palabras.

—Gracias.

Su madre respondió por él, pues se había quedado tan calmo que daba miedo.

Sabía que era frío, que estaba dañado y que había una parte oscura, muy oscuro de Alexander que no le permitía exponer sus sentimientos en cualquier circunstancia y delante de todo tipo de personas; pero su gelidez era demasiada y eso, me dolía  por él  y me dejaba vislumbrar lo duro que tenía que haber sido su padre durante toda su vida, como para que algo como eso no lograra sacar el dolor de dentro de él.

Se dejó  caer hasta el suelo, resbalando por la madera y cubriendo su hermoso rostro con sus manos, tapando su pena de mi presencia.

En aquel momento lo vi romperse en llanto. Lo vi puro, humano y real.

Aquel dia supe que detrás de aquella apariencia de hombre indestructible,  había un niño que aun vivía en una zona oscura, de la que no sabia como salir.

Caminé hasta él  y me arrodillé entre sus piernas, dejando que sus manos manipularan mi cuerpo y me subiera a sus piernas. Que sus brazos me apretaran como su yo fuera la vida a la que se estaba aferrando y llorara en mi hombro hasta que aseguró:

—Así como lo perdí  a él incluso sin haberlo tenido nunca —nos mirábamos a los ojos sin poder romper el contacto intenso que aquel momento había creado entre los dos —sé  que voy a perderte a tí cuando sepas cuán oscura es la zona en la que vivo. Cuando te diga lo que quise comprarte y lo dispuesto que he estado ha obtenerlo. Y cuando no pueda hacer nada para impedir que me dejes, sé que también voy a morir. No necesito despedidas porque mi vida entera es un eterno adiós.

Aún a plena conciencia de que sus palabras podían traer detrás una estela de dolor inevitable, tenia que saber de una vez por todas que era eso tan grande que quería de mí.

—Necesito que me digas que quieres de mí, para que veas como te lo doy,y aún así me quedo a tu lado.

Mis valientes palabras a ciegas le hicieron sonreír pero la alegría no iluminaba su rostro por lo sardónica de esa mal hecha risa.

Sus manos que ya estaban en mi rostro, lo guiaron hasta la parte más cercana de su boca y susurró con sus labios dentro de los míos...

—¡Quiero que me des tu corazón!...

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