El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 48

Cuando el cura terminó su ceremonia nupcial, firmamos unos documentos que eran los que indicaban la legalidad de la unión, y supe luego que él los había hecho preparar en retrospectiva.  Para los efectos estaríamos casados desde el día exacto en que se hizo efectivo su divorcio con Cristel.

Si alguien investigaba podrían llegar a la conclusión de que era un matrimonio arreglado, pero eso no importaba. Era algo que se hacía muy a menudo, sobre todo en el caso de los millonarios y sus negocios, además de que las averiguaciones demostrarían con numerosos recursos, que él y yo, éramos pareja hacia bastante y vivíamos juntos sin lugar a dudas.

Solo nosotros cuatro, el cura y un abogado de su equipo que se encargó de los papeles habíamos sido testigos presenciales de aquel minúsculo y secreto evento que ratificaba ante la sociedad,nuestro estado sentimental.

Estábamos enamorados,casados y tremendamente felices.

Había notado ciertas señales entre mi amiga y mi guardaespaldas, que me gritaban lo cercanos que se Brian vuelta, amén de que él la trataba en sus afecciones, en su calidad de médico también. Otra de las incógnitas que rodeaban mi vida.

—¿Sabes algo...?—le pregunté a mi marido, sonriendo mientras él me cargaba y me mantenía en el aire frente a todos para besarme con ternura.

—Se que te amo. Que me completas la vida, que me falta el aire si no te tengo y que ahora eres mía y estaremos juntos para siempre.

Era tan lindo cuando quería.

Escondí con vergüenza mi rostro en su pecho y me besó la nuca, incluso por encima del pelo.

—¿Juntos para siempre?—repetí en forma de retórica.

—Hasta que alguno de nuestros corazones se detenga... Ese día, volveré a perseguirte por las siguientes vidas hasta que te consiga, y demuestre que sí..., que tú y yo, estaremos juntos para siempre.

Mi pregunta quedó en el aire cuando su hermano y mi amiga, nos interrumpieron para felicitarnos.

Mientras Patri me abrazaba, pude ver como Joseph hacía lo mismo de una manera mucho menos eufórica con Alexander, pues ambos tenían como una línea invisible que solo ellos veian, y que no cruzaban por la protección de alguno de los dos y no se por qué, pensé con poco espacio para las dudas, que esa medida la había puesto mi marido.

—Te lo mereces Lore, estoy tan feliz por tí —mi amiga apretaba mis manos con las suyas, sin dejar que el contacto se rompiera —se ve que te quiere y se,que tuve mis dudas y te dije que vieras hasta donde te llevaba esta historia pero nena, mereces que te cuiden, que alguien te proteja y si él lo quiere hacer, mientras nunca dejes de mostrar esa sonrisa que tienes ahora, yo lo apoyo todo y espero, te lo juro que espero que estén juntos para siempre.

Ambas miramos hacia los hermanos, que hablaban entre ellos, un poco alejados y serios como era una característica de ambos tan firmemente marcada.

—¡Te amo Loreine, tanto, tanto!

Sus palabras me llegaban tan a tiempo en la vida, que era como empezar el camino otra vez. Sin pasado. Sin tragedias, sin dolor ni turbulencias.

—¡Y yo te amo Alexander Mcgregor!... Demasiado. En extremo. De una forma sobrehumana y peligrosa...No lo estropeemos.

El silencio que vino después, y mi aterrizaje en el suelo fueron extraños, pero nada empañaría mi trémula felicidad.

Allí, en aquella playa, en aquel día y en aquel espacio del tiempo en alguna zona geográfica del mundo, fuí feliz.

Allí lo vi serlo. Lo sentí vivo. Nuevo, único, especial y mío.

Allí me hizo suya. En medio de la noche y en el sitio exacto donde pudimos ver envueltos en miel, a la luna testigo de nuestro .

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