—No es tan sencillo Lore —pronunció cansado.
—Nada lo es Alexander..., al menos no en mi vida y creo que en la tuya tampoco las cosas han sido sencillas —le besé los labios despacio, lo extrañaba mucho —pero el simple hecho de que "sea"..., ya es algo importante cariño. Las cosas no se solucionan si no se dan algunos pasos para hacerlo —pronuncié sobre sus labios y me volvió a besar —¿que tenemos que ir con cuidado...?, —otro beso conversado y sus manos perpetuando deseos en mi cuerpo —eso está claro, pero hay que hacerlo, y si usamos esas soluciones a nuestro favor —dos besos más y una pequeña sonrisa deambularon entre nuestras bocas —tomaremos un nuevo punto de partida en nuestras vidas cariño y haremos que lo difícil, no nos ronde más... tú y yo —en esa ocasión el beso fue con lengua y un gran suspiro de parte de él, hasta que concluí —haremos que todo se vuelva fácil entre nosotros. Y para siempre. ¿Te apuntas...?
—A lo que quieras, mi amor...
—Gracias, mi vida.
Alexander era en mi vida, la tormenta y la calma de después al mismo tiempo. Era quién provocaba todo, y lo solucionaba más adelante. Era como un ir y venir constante del mundo de su locura, donde no tenias certeza de nada hasta que él lo hacía todo posible. Era pura magia. El mago que hace truco y la increíble certeza incierta de que pueda o no, ser real.
Él era todo eso junto y así como en la magia, no podías dejar de verlo actuar aunque siempre te quedara la duda de si era posible o no, lo que hacía.
Pasé la noche siendo amada por él. Venerada en su cuerpo e idolatrada en el mío. No dejaba espacio para pensar en nada más que sentirlo y dejarme sentir por él.
Fue una noche de pecado. De ambrosía probada con desatino y alevosía. Con una premeditación a más, en cuanto pudiese dejarle hacer en mi piel otra vez.
Una noche para luchar en una cama y un lindo mundo creado solo para nosotros dos, donde hacer el amor con él, no era nada parecido a la propia definición que el ser humano podía tener de aquello.
Lo que él y yo hacíamos juntos, era puro fuego, mezclado con pedazos de nuestras almas en cada beso que nos profesabamos hasta que tocábamos las nubes y volvíamos a tierra en un listo orgasmo.
Dormir de costado y abrazada a él, era de una sensación sobrenatural que nadie más que nosotros podía llegar a definir más allá de la satisfacción absoluta y el roce a las estrellas.
—¿Qué harás en la mañana?—me preguntaba Alexander mientras desayunabamos mirando el mar perfecto delante de nuestras bocas que no parecían poder parar de besarse, incluso con mantequilla de cacahuete en medio.
—Comerte a besos —bromeé en sus labios sabiendo que no podía pero me hacia feliz sacarle una sonrisa.
Le limpié el labio de mantequilla y me chupé un dedo saboreando su sabor en aquel gesto, antes de decir:
—Tengo que ir con tu hermano a mi casa y luego hablar con Patri sobre todo el asunto de su padre y la próxima visita que tendremos que hacerle.
Él retiró la servilleta de sus labios, limpiando restos de mí en ellos y subiendo los antebrazos a la mesa me observó frunciendo los labios de manera seductora aunque,sabía que esa no era su intención.
—Llévate a Joseph, por favor.
Solo esas cinco palabra y la súplica en su oración, me supo a pasos agigantados hacia adelante en nuestra relación, otra vez. Aquello significaba que estaba volviendo a confiar en mí, a dejarme libre y permitirme hacer lo que entendiera, sobre todo teniendo en cuenta que Kyle, era la persona con la que iba a permanecer a solas unas horas y por lo que pude entender en su tono, y ppr lo que ya lo conocía, había pedido que joss fuera,solo para mi protección o de lo contrario habría ordenado su presencia y no solicitado.
Me acerqué a él y me abrí paso entre su cuerpo y la mesa para subirme a su regazo y tomando su pelo entre mis dedos, besarlo apasionadamente.
Sus manos se aferraron a mi espalda vestida de algodón y lo sentí apretar la tela entre sus dedos mientras me entregaba toda su pasión en aquel beso tórrido que me supo dar.
Con ausencia de aire por parte de los dos, me mordió los labios antes de soltarlos entre sus dientes y ganarme un jadeo.
—Bésame siempre así Lore...,—me apretó por las costillas cerrando sus manos en mi cuerpo y el vaivén del mar me hizo recostarme con fuerza en su pecho —cada mañana, cada momento,cada segundo. Bésame toda la vida así.
Subió las manos a mi frente y apartó el pelo regado por encima de ella, hasta que se descubrieron mis ojos hambrientos en los suyos y nos besamos un poco más. Ávidos de nunca parar.
Desayunar en aquel estado de voracidad era complicado. Llevábamos un sube y baja constante de sensaciones que nos magnificaban los tiempos y nos hacían sentir espacios atemporales separados que no habíamos vivido y nos tocábamos como si hubiésemos pasado una eternidad sin hacerlo, o quisiéramos guardar un poco de aquellos abrazos y besos para las épocas de sequía emocional. De distancia inevitable.
Quedamos y estuvimos de acuerdo ambos, en darle otra conversación más al tema de su padre porque para él, cosa que podía entender perfectamente, no era nada sencillo acceder a verlo así como así. Y como yo estaba en perfecta disposición de entender aquello, decidimos ir solucionando otras cosas poco a poco y paso a paso.
Cuando Joseph nos vió salir del bote, me surgió una incógnita que nunca había analizado : ¿Por qué el trato de Alex y su hermano era tan distante y marcado ?
En fin, que me despedí de mi comprador en pleno muelle y él se fue en su coche, con el esposo de Mery, a trabajar y yo me quedé con mi cuñado, que me iba a llevar con mi otro cuñado.
Este primero, para evitarse el socializar conmigo, avanzó rápidamente hasta la puerta de mi lado del coche y la abrió para mostrarme que no estaba dispuesto a perder el tiempo. Y menos a perderlo hablando conmigo.
No podía entender que podía encontrar Patri en aquel hombre que si bien era guapísimo, también era hosco y distante, casi apático y no lo veía ni quería imaginarlo como un amante fogoso, como sabía que era mi amiga.
Entré al coche y lo vi subir delante de mí y marcar en su pizarra del coche un número de teléfono de marcación rápida, justo antes de salir acelerando de allí y sacarme de mis insólitos pensamientos.
—¿Donde están?, ya he llegado —la inconfundible voz de kyle llenó el altavoz del coche.
¡Maldita sea...!
Maldijo en voz alta y automáticamente y como por inercia de mi vista, miré detrás de él, justo a un pequeño pasillo que comunicaba la cocina con la despensa y solo tenía para dividir los lugares, una cortina gris y vieja delante. Allí, justo detrás de aquel pedazo de tela gastado, había alguien.
Me llevé una mano al pecho y traté de forzar mi vista para mirar bien hacia el sitio, y se veía un par de botas en el suelo, detrás de los que tapaba la cortina.
Como Kyle mantenía la cabeza agachada con disgusto, yo me acerqué un poco hacia su cuerpo y justo cuando iba a avisarle para que mirara hacia donde yo lo hacía y me dijera si veía lo mismo que yo, la persona ahí detrás se movió y no pude evitar dar un grito que llamó la atención del policía...
—¡Ahí!—señalé mientras la cortina se levantaba y descubría a la persona que se escondía detrás de ella.
Todo pasó muy rápido. El hombre que allí había salió con fuerza, h sorprendiendo a Kyle le dió un golpe en la cara y mirándome a los ojos me lanzó algo que ni siquiera atiné a coger, cuando que sus ojos me eran familiares pero llevaba un pasamontañas y no pude saber de quien se trataba.
Afuera Joseph tropezó con él, y salió corriendo detrás suyo cuando notó que algo no iba bien y su hermano lo imitó desde dentro de la casa, dejándome completamente sola y temblando.
Sin poder escoger bien las decisiones que tomaba, me acerqué a lo que me había tirado y lo tomé del suelo.
Era un relicario en forma de corazón, donde antes habían estado las fotos de mis padres, en cada cara del mismo y ahora había una mía, dibujada con plumón rojo, imitando la sangre alrededor de mi cuello y cuando la foto que no cabía allí se cayó, detrás tenía una dirección y hora,con la fecha del día siguiente escrita.
¡Era una cita¡
No sabía de quien podía tratarse ni cómo podía saber que iría a mi casa para estar allí esperándome pero lo que no llegaba a entender, era cómo podía pensar que iría a una cita con mi muerte como estaba segura que sería aquello.
Sin embargo, no pude evitar cambiar de opinión cuando me llegó un mensaje al móvil que Alex me había devuelto...
* Te espero mañana en la noche, corazón *
Y esa simple palabra, en confirmó, que con Alexander no habían certezas de nada y que era un hecho que iría, solo para saber quién podía estar detrás de aquello tan tenebroso que me estaba sucediendo, y como podía saber la forma en la que mi comprador solía llamarme.
Esas certezas de nada, a las que vivía sometida bajo las garras de mi marido, me terminarían costando la vida, y posiblemente a él también.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El comprador (COMPLETO)