El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 57

—¡Joder, Patricia...!

En medio de la noche, donde había incluso que susurrar para no ser descubierto, sobre todo en una casa extremadamente vigilada, ella se aparecía detrás de mí sigilosa. Era para matarla.

—¿Donde vas?—repitió altanera su pregunta, y con los brazos cruzados bajo el pecho, esperando mi respuesta.

—Podría hacerte la misma pregunta —cuestioné evitando responderle y buscando desesperada alguna excusa barata que justificara mis acciones a esa hora de la madrugada sin delatar mis verdaderos fines, que por sobre todo, podían ponerla en peligro como ya lo estaba yo.

Un ruido en la cocina nos sobresaltó a las dos y la tomé de la muñeca tirando de ella para entrar de regreso al despacho de mi marido. Ambas respiramos fuerte cuando entramos y nos quedamos pegadas de las orejas a la puerta, tratando de oír algo de lo que podía estar pasando afuera.

Unos pasos que fueron poco a poco desapareciendo nos hicieron saber, que probablemente había sido alguna de las chicas del aseo o la propia Mery. Nos miramos desde nuestra posición recostadas en la madera, y volvimos a donde lo habíamos dejado.

—Te ha pasado un mensaje, ¿verdad?

Su pregunta me dejó impávida. Completamente asombrada.

no pude hacer otra cosa que asentir en medio de aquella oscuridad, pero con las pupilas dilatadas, nos veíamos bastante bien, ya.

—Lore,¿por que no me lo has dicho?—preguntó tomando mis manos y mientras me frotaba la piel, me di cuenta de que ella sí sabia perfectamente de quién hablaba —es muy peligroso y lo sabes, tenías que haber buscado a alguien con quien ir. Pero no sola tía, no puedes arriesgarte así.

—¿Quien pasó el mensaje Patri?—la llevé hasta el sofá donde alguna vez me había sentado con Alexander y besado apasionadamente.

—Alfonso, Lore, ¿quien más?...

Me eché hacia atrás como si me hubiese lanzado un cubo de hielo.

De todos los escenarios que me esperé, no se por qué aquello no lo conté.  Supongo que con tantos acontecimientos sucediendo y la velocidad a la que iba mi vida, había olvidado que ese hombre existía y que era un activo muy negativo en la vida de mi amiga. Pero...,y en la mía,¿ por qué?

—Pues vamos las dos—decreté rápidamente y tomando de nuevo sus manos —entramos juntas en esto, y saldremos también juntas. Pase lo que pase.

No podía dejar a Patri sola. Y de todos modos, él, por un motivo o por otro, me había citado a mi también.

Tal vez podía haber llamado a Alexander o Joseph, pero como por incapacidad para dejar de cometer errores, no lo hice y mi amiga tampoco me motivó a hacerlo.

Otra vez con sigilo, salimos del despacho cerrando la puerta con extremo cuidado de no hacer el mínimo ruido y tomadas de la mano, salimos por la cocina hacia el jardín y me sorprendió un poco el ver a Patri guiando el camino como si lo conociera perfectamente.

Pasamos por detrás de unos setos que adornaban la zona Este del jardín, parte que pocas veces transitaba y me encontré de pronto dando la vuelta a la casita donde ella vivía desde que había llegado a la mansión y en aquel justo instante, fue donde me di cuenta de algo que me hizo nuevamente desconfiar de otra de mis personas más queridas...

Si ella ya sabía a dónde tenía que ir, y quedaba por detrás de la casa en la que vivía, y supuestamente no sabía que yo me dirigía hacia el mismo sitio,¿Qué hacia Patricia dentro de la casa grande?...

Aturdida y sin ver prácticamente nada más que su silueta delante de mí, siendo llevada de la mano por ella, sentí temor de tantas cosas que se me hizo bola el estómago.

Ella no podía haberme traicionado por ese hombre. No. No podía aceptarlo. Mi amiga del alma no podía estar cavando mi propia tumba para volver a los brazos de un tipo que la maltrata como él lo hace y que casi la mata cuando tuvo su última cercanía con ella.

Que va. Ella no podía ser así de desconocida para mí.

Sin poder evitar mis reflejos condicionados por mis miedos que me paralizaban los sentidos, me detuve y ambas nos miramos a los ojos, en medio de la oscuridad de aquella noche.

—¿Que hacías en la mansión a estas horas?...

Ella abrió tanto los ojos ante mi pregunta, que los míos se llenaron de lágrimas como en automático.

No dijo nada. No se movió ni hizo nada más, que mirarme.

Cuando fui a acercarme a ella, teniendo la certeza de que me había traicionado, me tomaron por el pelo y sentí un metal frío en mi cuello, que me dejó más que claro, que ella me había llevado hasta él. Se me rompió el corazón.

—¿Cómo has podido?—le dije entre lágrimas que ya no se podían aguantar dentro de mis lagrimales —y,por él —alcancé a decirle —por esa bestia que solo te lastima. ¿Como me has hecho esto?

—Cállate y camina —la voz repugnante de Alfonso me hablaba al oído y mis bilis se revolvían en mis entrañas —hay una persona que te quiere ver. Tú también muévete Patricia.

Obediente se giró y comenzó a caminar delante de nosotros. Yo iba amenazada, no podía evitar que me sometiera, teniendo un arma blanca en mi cuello pero ella, ella lo hacía voluntaria.

Era rarísimo, pensé mientras me alejaban de mi marido, de mi nueva vida y de mi casa, viendo como  me arrastraban hacia la sucia y marginal antigua, que en aquella mansión tan bien protegida y custodiada, nadie hubiese notado a tres personas desandando los jardines a mitad de la noche y uno de ellos armado. Además del hecho de que hubiera entrando en una propiedad así. Como si la puerta estuviera abierta y nadie se hubiese dado cuenta de lo que pasaba.

Podía haber contado con la ayuda de Patricia y mi inocencia idiota para llegar hasta mí, pero entrar en la propiedad ya era otra cosa.

Estaba llena de guardias. De puertas cerradas. De gente que se ocupaban de que nadie entrara y la vez que yo salí, fue muestra de ello cuando supe que fue Alexander quien dió la orden para dejarme hacer.

En menos de lo que me di cuenta, Patri tropezó y cayó al suelo delante de nosotros que nos tuvimos que detener de un frenazo o caeríamos encima de ella.

—¿Qué haces estúpida?—le dijo su marido, sin dejar de intercalar su crueldad en la voz con la presión en mi cuello.

Pasando un poco hacia adelante, para poder mirarla directamente sin perder su agarre en mí, le pateó la pierna para que se levantara.

En lo que ella se revisaba el tobillo por la caída, yo pensé en que aún llevaba un spray en un bolsillo de mi jean y que lo guardé justo antes de que Patricia me encontrara, por lo que no me lo habían quitado ninguno de los dos. Que por otro lado, habían sido bastante estúpidos al no revisarme antes de irnos.

—Me duele mucho Alfonso, espera...

Ella rogó desde el suelo y él gruñó en mi oído.

—¿Crees que tengo tiempo para perderlo aquí frotandote el pie,idiota?...¡Levántate!

Tuve que debatir en mi mente si debía usar el spray en aquel momento, o esperar a que mi situación fuera más favorable o supremamente peor. Sin saber muy bien lo que era más lógico, o probable, me desesperé un poco pero decidí esperar.

Sin embargo las cosas cambiaron rápidamente.

De la nada, un alumbrado con el que no contábamos ni Alfonso ni yo por lo menos, se hizo delante de nosotros, o más bien encima de nuestras cabezas. Fueron tantos focos de led encendidos al mismo tiempo que aquello que parecía un estadio. Se nos encandiló la vista y vi la oportunidad de salir corriendo hacia cualquier dirección incluso a riesgo de salir lastimada, porque como él no contaba con aquello y las pupilas dilatadas no nos lo ponían fácil para adaptarnos a tanta luz, tuvo un momento de descordinación que supe aprovechar muy bien.

—Ven nena, vamos a la casa —mi marido me ofreció su mano para que me levantara del suelo donde aún seguía y la tomé para impulsarse y ponerme de pie.

Mirando un poco a mi alrededor noté, que los demás habían sacado de allí el cuerpo de Alfonso y seguían dispersos por el lugar recogiendo todo aquello que fueran encontrando descolcado en el sitio.  Lo que era igual, a que estaban tapando las huellas de aquel crimen, y por ende, eran cómplices como nosotros, de aquel asesinato. Crimen por omisión. Negación de auxilio. Participación y acción de delinquir,y unas cuantas denominaciones criminales más, si de leyes hablábamos.

Cuando minutos más tarde, me encontré de regreso a la habitación con mi marido, me senté sobre la cama y empecé a llorar. Un llanto silente, pero húmedo. Un llanto agotado y emocional. Un llanto por tanto y por nada. Un llanto más en mi vida.

Él, simplemente me levantó y acomodó sobre sus piernas y me permitió llorar en su pecho. Era un marido consolando a su esposa, en cualesquiera de las dolencias que ella tuviera. Era perfecto. Era Alexander y era mío.  Como yo suya.

Un rato después, estábamos entre las sábanas, ambos desnudos gracias a los cuidados de mi marido y de lado, uno frente al otro, cómodos sobre almohadas y sábanas de seda, cómplices de otro crimen.

—Necesito saber lo que sabes de esta noche —pregunté viendo que por encima de su cabeza, en el reloj de su mesa de noche, que eran las dos de la mañana.

—Patricia le contó a mi hermano de la llamada que le hizo su marido —comenzó a narrar y yo a apuntar en mi mente los detalles que después debatiría con él —esta era la única manera de empezar a atrapar a los posibles agresores que nos pueden perseguir por un tiempo.

Patricia le dijo, para darle confianza, que ella abriría una puerta para él y te llevaría al jardín trasero para vengarse por haber encarcelado a su padre y el estúpido picó.

Cuando supe que formabas parte del suceso me negué, y preparamos una bebida para dormirte por un par de horas y que no estuvieras en riesgo, pero al parecer me equivoqué en los vasos y fuí yo, quien bebió tu somnífero,  por eso saliste sin que yo me despertara.

Una vez que joss te vió en el.dewpacho, subió a despertarme y le costó trabajo pero lo consiguió. Esa fue la razón de que las cosas se torcieran un poco, pero, el resultado es que estás aquí,  a salvo, conmigo.

Todo el tiempo que el habló, yo no expresé ningún comentario porque quería saber todo lo que pudiera sin interrumpir pero habían espacios que se me quedaban en blanco.

—Y, ¿Cómo podemos estar seguros de que fue Alfonso quién me pasó aquel mensaje del que ya veo que sabes y quien estaba en mi casa esta mañana?

—No podemos estarlo —confirmó mis dudas y me acarició la mejilla dulcemente —pero por la manera de responder a Patricia y su idea, y en vista de que nadie más apareció para la cita, asumimos que se trataba de él,  además del hecho de que se comunicara por número privado en manos casos.

Me asustaba que nos confiaramos y alguien más estuviera por ahí, amenazando nuestras vidas.

—¿Tendrá que ir a la cárcel?—la pregunta que se imponía y que realicé cerrando mis ojos. Tenía miedo. No quería eso para ella. No lo merecía.

—Llevarán el cadáver hasta un lugar apartado y quedará como un asalto o un ajuste de cuentas. Él no era un hombre muy correcto que digamos. La policía no dará con nosotros nunca. Incluso estamos geográficamente demasiado lejos y somos la coartada de todos. Esta noche la hemos pasado viendo pelis juntos. Noche de parejitas.

A pesar de su intento de broma, no pu de sonreír.

Esa noche solo conseguí dormir, después de que él mismo me diera aquella pastilla que nunca llegué a tomarme y en esa segunda ocasión, no falló en la entrega y me abrió sus brazos para que me refugiara en ellos, como si su vida dependiera de aquel contacto.

Me debía una conversación con Patri, pero al otro día el sol volvería a salir y tendría la ocasión de hablar lo que quisiera, así como de hacerle a Alexander la dos únicas pregunta que había olvidado y que requería saber sin mentiras...

¿Dónde se había metido Christian?, y, ¿Qué era lo que había estado haciendo esa mañana cuando lo llamé y se escuchaba agitado, como si hubiese estado corriendo o realizando no se que actividad?

Solo esperaba que aquel, fuera el último crimen que me viera cometiendo, porque definitivamente, necesitaba dejar de delinquir.

Sin embargo... el destino tenía otros planes para mí.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El comprador (COMPLETO)