El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 58

Los días habían pasado y las cosas se respiraban mejores.

El tema de Alfonso era inmencionable y en eso, estábamos todos de acuerdo. Era mejor para nuestras conciencias, imaginar que nada de aquello había pasado y tampoco es que fuésemos a solucionar nada pensando en aquello, que por otro lado, no tenía más solución que la de esperar que el tiempo pasara y las cosas salieran como se habían planeado y cuando encontraran el cuerpo, no nos pudiesen relacionar.

A veces echaba la mente para atrás y me parecía mentira que hacía casi dos meses que vivía con Alexander, me había casado con él y me mantenía en una montaña rusa de situaciones cada una, más surrealista que la anterior. Todo lo que había hecho en aquel poco tiempo, me parecía mentira.

Faltaban solo cuatro días para su fiesta de cumpleaños. Esa, que había asumido que no importaría entre nosotros llegados al punto en el que estábamos, pero los últimos días nerviosos de los dos, evidenciaban lo contrario.

La madre de mi marido era quien se encargaba de organizar la fiesta, junto a una planeadora profesional, por supuesto.

En los días que habían ido a la casa a organizar las cosas, había descubierto que Alexander tenía una familia por parte de su madre, de la que nunca había hablado pero que según él, no dejaba de invitar a sus cumpleaños que eran una especie de ritual, al que no podía renunciar.

Alexander tenía una especie de trauma infantil, (uno más...),que respondía a la ausencia de sus padres en sus cumpleaños, así como de fiestas para celebrarlos.

Esa era la justificación que usaba para festejar sus fechas, y en esta en especial, todo había empezado con el final de nuestro contrato, y el cierre de la venta, finalmente; pero debido al cambio dramático de los sucesos entre los dos, ya la fiesta tenía otros motivos.

Por una parte, había accedido a retrasar el encuentro con su padre hasta el día de la fiesta, y así, no habría oportunidad de que hablara mucho conmigo o se acercara demasiado a su hijo, y por otro lado, Alexander quería presentarme a su familia como su esposa, y que finalmente pudiéramos hacer vida marital a ojos de la sociedad. También le servía para que la gente del pueblo, me conociera como su mujer y cerrar un ciclo en mi nuestras vidas.

—Eres bellísima mi amor. No consigo dejar de mirarte —confesó sobre mi cuello, mientras me besaba por detrás, apoyado en el respaldo del sofá frente a los jardines, en el que estaba sentada en nuestra terraza.

—Muchas gracias. ¿Has dormido bien ?,se te veía un tanto inquieto —pregunté viéndolo dar la vuelta, vestido con un pantalón de chándal y una toalla enroscada en su cuello, sujeta por ambas manos por los dos extremos. Venía de entrenar y se veía demasiado varonil y perfecto.

—He tenido un mal sueño —confesó sentándose a mi lado y estirando los pies de forma cansada, lanzando la toalla a otra butaca y robando mi tostada de entre mis labios que la mordía.

—Cuéntame cariño. ¿qué has soñado?.

En los días después al suceso de Alfonso, habíamos evitado cualquier tema que nos produjera más estrés y decidimos dejar apartados los asuntos misteriosos y escabrosos, pero al parecer, yo no era la única que tenía sus pesadillas nocturnas.

Él, había estado durmiendo fatal últimamente, y Patri me había comentado que aún tenía que medicarse para poder dormir y que Joseph la despertaba en medio de sueños terribles, algunas veces. Ellos ya vivían en la cabaña de él, como una pareja normal.

Mery estaba de un contento, que era difícil cerrarle la boca y borrarle la sonrisa. Decía que solo le quedaba Kyle, para ser feliz del todo viendo a sus niños en pareja.

—Soñé que me ahogaba Lore y tu estabas en el fondo del mar llamándome, junto a Luca. No quiero hablar de eso...

Me detuve con la siguiente tostada a medio comer, pues yo había soñado algo parecido días atrás.

En mi sueño había pedazos de cristales llenos de sangre en el fondo del mar, junto a un niño con n un corazón latiendo en la mano. Me lo ofrecía, pero yo no podía tomarlo porque estaba tratando de sacar a Alex del mar.

Una pesadilla que no pensaba contarle, y menos después de escuchar la similitud con la suya.

—Solo es un mal sueño cariño. Ven, bésame.

Le quité el jugo de la mano y dejando la copa sobre la mesa, lo atraje hasta mi para besarlo apasionadamente, respondiendo a los deseos que me provocó verlo entrar todo sudado y sexi.

Finalmente nunca llegamos a desayunar nada más allá de nuestros propios cuerpos.

Me tomó en brazos y me llevó a la ducha, donde me hizo el amor con una voracidad asombrosa, y dejando mi cuerpo pleno y dolorido.

Me hizo muy feliz sentirlo tan desesperado dentro de mí y poder abstraer de su mente y de la mía, aquel miedo a que se cumplieran las profecías que ambos habíamos vislumbrado en forma de premonición... Un detalle que en su momento desconocíamos.

Esa mañana Alex trabajó desde casa y yo pasé el resto de ella, en la piscina con Patri, haciendo poco mas que tomar el sol e intentar relajarnos.

Cuando llegó la tarde, le pedí a Joseph un auto y salí de la propiedad hacia el pueblo. Las cosas habían cambiado mucho y ya no nos sentíamos perseguidos, al menos no en el pueblo de mi marido.

Él estaba intentando tener una relación normal conmigo, y ya no me ponía objeción a lo que yo deseaba.

En los últimos días había podido salir con mi amiga de compras, a tomar un helado fuera de aquel paraíso y a hacer vida en libertad, sin la presión de sentirme controlada. Y con la dosis exacta de autonomía que requería para sentirme dueña de mi misma otra vez.

—Estaré en Europa un tiempo, necesito...—se detuvo y suspiró sonriendo a medias antes de decir —olvidar.

—Y no te quieres despedir de Alexander —afirmé viendo como Cristel cuchicheaba algo con su madre —hay cosas que nunca me dijiste Mónica. Lo sé.  Puedes hacerlo ahora.

—¡Díselo Mónica ¡—gritó de pronto la señora que conocí dulce un día, y que ahora no le hacía tanto honor a su nombre. La misma que me habló muy bien de Alexander y que ahora estaba en actitud defensiva y hasta agresiva, se  podría decir, conmigo.

—Mamá no te metas —exigió su hija.

—¿Decirme qué,  Mónica?

—Te has casado con él, dice amarte mucho y yo ya no pinto nada aquí, no quiero ser parte de esto y no puedo seguir haciéndolo —se levantó y comenzó a tomar sus cosas, con lágrimas contenidas y manos temblorosas.

—¿Estás enamorada de mi marido Mónica?—no podía dejar de preguntar, porque era básicamente lo que se podía observar desde fuera.

Ella me miró. Sonrió triste y se sacó una lágrima rebelde que bajó por su mejilla y con la cabeza gacha,sin afirmar o desmentir lo que dije, se despidió  con un simple "Adiós lore, ojalá consiga amarte a tí ", y salió de mi vida. Dejándome delante de la única persona que parecía saber más que la propia Cristel... Su madre.

—¿Qué es lo que quería que Mónica dijera?—le pregunté agresiva a la señora, que tanto parecía querer decirme.

Se levantó, y caminando hacia mí, como nunca antes pensé verla dijo, siendo tremendamente insolente:

—Por culpa de tu madre,mi hija casi muere. Y como tú enamoraste a ese hombre, él ya no va a salvarla a ella. Así que sí,  sí te lo voy a decir —escupió frenética, sacudiendose a su hija de encima que trataba de detenerla —con quien chocó tu madre el día que murió tu padre, fue con mi hija.

—Eso ya lo sé,  y lo siento —comenté apagada.

—Y,¿Sabes también, que estaba esperando algún otro familiar tuyo pagara la deuda, a pesar de su acuerdo contigo?¿Sabes que estaba muy dispuesto a cobrarte, a pesar del arreglo?¿Qué había acordado conmigo engañarte para hacerte pagar llegado el día? ¿Sabes que solo te usa, que te aborrecía?... tu marido no te quiere. Y el día que descubras ciertas cosas lo sabrás.

Y cuando pensé que los ciclos de mi vida pasada se iban cerrando, dando paso a los nuevos amaneceres... otra ola de oscuridad me llegaba directamente del comprador.

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