El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 9

Siempre que lo tengo cerca, se me acelera el corazón, quisiera poder controlarlo pero se me hacía imposible, era algo involuntario. Estaba segura que un día me terminaría dando un infarto letal. Era demasiado poderoso todo él.

— Lo único que consigo de todos aquí, son respuestas más enigmáticas que mis propias preguntas. Si es eso posible.

Le respondí y me dispuse a dejarlo con la palabra en la boca, pero es que Alexander Mcgregor, no es un hombre fácil de ignorar.

Hice un visible esfuerzo por rodear su cuerpo para salir de la prisión de su poderío, pero no llegué a ningún lado más que hasta él.

Puso su brazo en la parte delantera de mi cintura y me detuvo. Su aliento en mi oído siempre era seductor, casi podía decirse que diáfano, me dejaba abierta a tantas posibilidades que se sentía engañosamente diáfano.

— Vístete que daremos un paseo. Coge ropa para dormir fuera — decretó tan cerca de mi piel, que su voz tuvo que bajar un poco más el tono para no resentir mi oído.

No contesté. No podía, su magnetismo me dominaba, me seducía. Su mano se detuvo más de lo necesario en mi cuerpo y casi hace que mi abdómen tiemble bajo su tacto.

La retiró lentamente al tiempo que yo comenzaba a caminar y acarició así mi cuerpo, mientras yo me retiraba.

Eché a andar consternada ante sus cambios de actitudes constantes.

Era tan indescifrable, que nunca sabía que esperar de sus conductas aleatorias. Incluso si lo sabía, siempre me sorprendía.

Cómo no sabía a dónde iríamos, ni pensaba preguntar, tomé un vestido cómodo, amplio y zapatos planos.

Supongo que un almuerzo, no necesita de nada extravagante.

Mentiría si dijera, que mientras recogía las cosas, para dormir fuera, no estaba ansiosa.

Lo estaba, era difícil no estarlo, cuando sería nuestra primera salida juntos y también me inquietaba, el tema de dormir en paradero desconocido para mí.

No supe nunca, dónde estaban sus cosas y no quería pensar que me dejaría en algún sitio sin él. Eso lo dudaba bastante. Y lo esperaba también, él era muy impredecible. Lo que no quitaba el.hwcho de que me estuvuera acostumbrando, peligrosamente a estar con él.

— Disfruta el paseo cariño. Espero que no saquen chispas entre ustedes — me despedía en la puerta Mery, dejando un cálido beso en mi sien derecha — te va a llevar a un sitio especial para él. Esos paseos lo calman. Disfruta cielo.

Después de todo no era un mal augurio.

Al menos sus palabras me habían dado un poco muy poco, pero algún tipo de información y sabía, o podía esperar, que efectivamente estuviera más calmado si ese era el interés de su viaje.

Íbamos por una autopista, con Alexander conduciendo mientras yo disfrutaba la sensación de ver las calles otra vez. Era tan liberador para mí, que comencé a relajarme.

Una semana encerrada en aquel sitio, parecía mucho más tiempo. Las horas se multiplicaban y los días parecían no acabar nunca. Era un tiempo de reloj, que parecía ir a destiempo. Y eso ralentizaba el fin de mi condena y la llegada a mi libertad nuevamente.

Él no alejaba la vista del horizonte y yo aprovechaba esos momentos para observar su elegante manera de vestir, de conducir y hasta de respirar.

Era un hombre de aspecto tremendamente galante y refinado. Todo él, lucía impecable. Todo menos sus conductas conmigo, desde que lo conocía.

La mano izquierda  aferrada al volante, mostrando uno de sus caros relojes en aquella muñeca poderosa era muy sexy. El pelo rubio siendo revuelto por el aire natural que entraba por la ventanilla. Su codo apoyado en la puerta de su poderoso coche y la otra muñeca, firme sobre la palanca de velocidades, dejando su mano abierta descansar en el aire, con todo su cuerpo recostado de manera relajada sobre el asiento, me hacían morderme los labios de ganas que no podía permitirme tener pero que no podía suprimir, a la hora de pensar lo maravilloso que se sentiría salir de paseo con un hombre así de viril y recostarme sobre su pecho mientras me acariciaba los labios con su boca.

— Deja de observarme cuando no puedo devolverte el favor — hasta su voz emanaba poderío. Salía con una cadente autoridad que doblegaba y aturdía.

— ¿Por qué me has invitado a un lugar tan personal para tí? — si era cierto que ese sitio le daría paz, aprovecharía su momento pacífico para indagar en sus planes. Mi voz salía algo ronca. Tenía la garganta seca.

— ¿Quién es Luca? ¿Por qué se llama así tu barco? — pregunté intrigada y con la vista perdida en el hermoso y enorme  transporte que estaba abordando.

Me detuve en el pasillo que conducía a la embarcación y me giré, aguantada de las cuerdas.

— No es un barco, corazón. Es un yate y en cuanto a lo otro — sonrió deslumbrante — no voy a responder a eso, para no mentirte. Así que espero  confíes, en que nunca te miento.

Suspiré resignada y asentí derrotada, viendo por encima de su hombro, como el capitán traía nuestras cosas del auto.

— ¿Lista para viajar conmigo y apartar nuestras miserias por unas horas y una noche?

Me ofrecía su mano y yo no sabía si aceptar por educación o ser sincera y comentar con cinismo, que no tenía opción.

Sin embargo, me decidí rápidamente, por disfrutar del momento y sobre todo, de una experiencia que nunca había vivido y que no sabía si tendría una segunda oportunidad para hacerlo alguna otra ocasión en mi vida.

Coloqué mi mano nuevamente en la suya y dije...

— Solo si aparcamos la tensión de nuestra bizarra historia y fingimos que estamos aquí, como una pareja de conocidos cualquiera — apunté.

— ¿Estás diciendo que tengamos una cita? — siempre le daba vueltas a todo lo que decía o hacía; pero en esta ocasión, jugaría su juego.

— Estoy diciendo que finjamos tenerla...

 

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El comprador (COMPLETO)