Al mismo tiempo, en la oficina del Restaurante Antaño, Lucas se había reunido con Félix para discutir un asunto muy importante.
—Señor Sabina, dígame por qué deseaba verme… —indagó Félix, con una sonrisa triunfante en el rostro, pues sabía que los Sabina, una de las familias más importantes de Ciudad Higuera, nunca arriesgaría su reputación al acudir con un grupo como la Banda del Dragón Carmesí, a menos estuvieran desesperados por conseguir su ayuda, lo que significaba que estarían dispuestos a pagar exorbitantes sumas de dinero.
—Señor Laiva, había escuchado los rumores acerca de su apariencia intimidante, pero debo admitir que es usted sorprendente —dijo Lucas en tono alegre.
—¡Ja, ja! Señor Sabina, si bien agradezco sus gentiles palabras, me temo que estoy muy ocupado, así que dígame en qué puedo ayudarle… —respondió Félix, antes de dejar escapar una estrepitosa carcajada.
—Bueno, si insiste… En realidad, necesito que me ayude a desaparecer a uno de mis enemigos; incluso, estoy dispuesto a recompensarlo con millones si acepta. —Entonces, Lucas colocó un pesado bolso de dinero sobre el escritorio.
Al verlo, una enorme sonrisa iluminó el rostro de Félix; no obstante, antes de que pudiera continuar, de pronto, su semblante se endureció por completo, antes de hablar en tono severo:
—Señor Sabina, sé que Tomás Lamarque, líder del Regimiento Templario, le debe un favor a su familia, así que me pregunto por qué ha decidido reunirse con sus principales rivales, la Banda del Dragón Carmesí… —indagó Félix en tono burlón.
—¡Bah! ¡No quiero volver a escuchar el nombre de ese imbécil malagradecido! Si la Familia Sabina no lo hubiera acogido, ese hombre hubiera muerto hace mucho tiempo; sin embargo, parece haber olvidado toda nuestra ayuda, pues nos abandonó para trabajar para la Familia Serrano. —Entonces, Lucas comenzó a sentir que la furia le inundaba todo el cuerpo, antes de continuar—: Además, nadie sabe que he salido del hospital, por lo que no puedo acudir a ninguna de las escoltas de mi familia.
Ante el recuento, Félix dejó escapar otra estrepitosa carcajada, antes de comentar en tono alegre:
—¡Solo quiero intimidarlo para asegurarme de que no vuelva a aparecer en mi vida! —Aunque Lucas parecía despreocupado, en realidad, le ocultaba a verdad acerca del verdadero poder de Jaime, pues temía que, si Félix descubría su verdadera identidad, terminaría pidiéndole más dinero.
—De acuerdo, Señor Sabina, enviaré un grupo más grande a la misión. —La voz de Félix resonó en tono alegre; después de estrechar sus manos y entregarle el dinero, Lucas salió de ese lugar a toda velocidad, donde lo esperaba un hermoso vehículo. Al entrar en el auto, Sandra indagó, con voz curiosa:
—¡Luc, cuéntame qué te dijo Félix!
—¡Bah! ¡Pronto, Jaime tendrá que arrodillarse frente a nosotros, pues pronto lograremos vencerlo al fin! —anunció Lucas, triunfante.
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