El despertar del Dragón romance Capítulo 180

Sin la menor duda, Jaime dio dos pasos hacia adelante.

—¡La golpeé!

El hombre lo analizó antes de mirar a Santiago y a los demás que estaban detrás de él. Entonces gritó:

—¡Puede que te perdone si te pones de rodillas y te disculpas con mi mujer ahora mismo! De lo contrario, ¡ninguno de ustedes va a escapar hoy!

En el momento en que Santiago escuchó eso y se dio cuenta de que el hombre había asumido que estaban con Jaime, se quedó petrificado y se apresuró a agitar la mano en señal de negación, explicando:

—Señor, señor... Entendió mal. No estamos con él. Aunque nos conocemos, ¡no tenemos ni idea de lo que ha hecho!

Al escuchar eso, el hombre desvió la mirada hacia su esposa. La mujer asintió y afirmó:

—Solo fue ese chico. No solo embistió mi auto, sino que incluso me abofeteó.

—El tema del auto lo resolveremos por separado. Ya que abofeteaste a mi mujer, ¡aún podrías escapar con vida si te arrodillaras de inmediato!

El hombre miró a Jaime con una intención asesina.

En respuesta, Jaime rio con suavidad.

—A ustedes les encanta que los demás se arrodillen a sus pies, ¿eh? Pero dejen que les diga algo. Yo no me arrodillo ante nadie más que mis padres. Además, ninguno de ustedes es digno de ello.

—¿Qué acabas de decir, niño? —El hombre tronó con una furia descomunal después de quedarse atónito por un momento.

No podía creer que Jaime se atreviera a decir algo así a pesar de enfrentarse a tanta gente solo.

—¿Estás loco, Jaime? Estás buscando la muerte —reprochó María en un grito.

Por el contrario, Santiago se burló con una sonrisa:

—Deja de actuar, Jaime. Aunque te pusieras de rodillas, no nos reiríamos de ti, ¡y mucho menos se lo diríamos a nadie en la oficina!

—¡Exacto! Nunca haríamos tal cosa, así que hazlo. Si no, ¡de igual forma acabarás de rodillas después de haber recibido una paliza! —dijo Lidia con sorna.

—Ya que les gusta tanto arrodillarse, ¡háganlo ustedes dos! —dijo Jaime a Santiago y Lidia.

—¡Sigan haciéndose los vivos y poderosos! ¡Ya veremos quién tiene que arrodillarse y pedir clemencia después! —Santiago resopló.

—Puede que no lo sepa, Señor Dávila, pero el Señor Casas vive en la mansión de la cima de la colina, y lleva un tiempo viviendo allí.

Tobías se quedó sorprendido al escuchar eso.

—¿Esa mansión no le pertenece a la Familia Serrano?

Marco asintió con un movimiento de cabeza.

—Sí. Por lo tanto, está asociado con la Familia Serrano, ¡ya que está viviendo allí!

Tobías volteó a evaluar a Jaime antes de burlarse con incredulidad:

—¡No creo que esté relacionado con la Familia Serrano! ¡Un mendigo como él no puede tener nada que ver con la Familia Serrano! ¿Cómo podría ser eso si conduce un Ford destartalado? Deje de intentar engañarme, Señor Zapata. Lo siento, pero no podré hacerle un favor hoy.

No se lo creyó en absoluto.

«Teniendo en cuenta su vestimenta barata y su Ford destartalado, ¿cómo sería posible que conozca a la Familia Serrano?».

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El despertar del Dragón