EL EROR PERFECTO romance Capítulo 25

—Pensé que me dejarías plantado en el altar, cuando Karla dijo que tenías algo urgente que decirme —decía Ian besando el cuello de Diana mientras la embestía de manera descontrolada.

—No te deje plantado. Simplemente te necesitaba y no podía esperar más —a pesar de que habían pasado la noche haciendo el amor. No podía dejar de desearlo.

—De verdad no entiendo Diana como pude dejar que me convencieras de esto. Arruinaras el vestido.

—No pienses en el vestido. Tu eres el culpable de arruinarlo. No me dejaste dormir en toda la noche con tu sesión de sexo.

No podía creerlo después de cuatro años se iban a casar por fin. Se habían retrasado porque su recuperación fue lenta y ellos querían estar seguros de que iba todo bien en el embarazo. Luego nació Victoria. Sin embargo. Las cosas se fueron retrasando cada vez más.

Hasta que una noche Ian fue muy persuasivo con ella al torturarla amarrándola a la cama y dándole solo sexo oral y en medio del acto él tuvo una conversación seria con ella en donde le dijo que si no se casaba con él no volverían a tener sexo.

No tener sexo con su marido era un golpe bajo para ella. Así que no tuvo más remedio que darle la fecha. Ocho meses después ahí estaban.

—¿Estás incómoda? —preguntó.

—¡Oh No! —exclamó—. No estoy incomoda. Necesito más Ian —Diana se giró un poco para besarlo.

Sus lenguas entrelazadas se acariciaban. Mientras él había aflojado un poco el corsé del vestido y en ese momento estaba jugando con los picos de sus pechos.

—¡Uhmmm!. Me encanta lo sensibles que están —murmuró en su oído —con la otra mano la sujetaba de las caderas.

—Ian esto es tan bueno.

—Si sigues gritando y gimiendo de esa forma todo el mundo se enterará de que consumamos el matrimonio antes de que el sacerdote nos bendijera.

—No me arrepiento. Eres mi marido. No he hecho nada malo.

—Solo follar en una iglesia el día de tu boda —dijo Ian con una risita pícara.

—Si tú no me excitaras como lo haces. Nada de esto estuviese pasando.

Ian dejó dejugar con sus pechos para lentamente bajar sus manos hasta su sexo —Por fin esto es mío con documentación incluida.

Diana solo gemía de placer. Sentir su posesividad la ponía al límite. Ian comenzó a jugar con su clítoris hinchado y necesitado, estaba tan húmeda que sus dedos resbalaban.

Ambos sentían que llegarían a la liberación en solo unos minutos. Él comenzó a taladrarla con estocadas cada vez más profundas y fuertes mientras hundía los dedos en su intimidad.

—Estoy cerca Ian. Muy cerca.

—Vamos cariño. Córrete para mí.

Ambos llegaron al clímax al mismo tiempo. Pero Ian tuvo que taparle la boca a Diana para que no se escucharan sus gritos de placer, le mordió el cuello para que tampoco se escucharan los rugidos de satisfacción de él.

Después que lograron que sus corazones se calmaran, se echaron a reír como los tontos enamorados que eran. Y salieron del lugar en donde estaban escondidos. Besaron a su pequeña hija, que iba caminando delante de ellos repartiendo pétalos de rosas por todo el pasillo.

Al menos no estaban tan desaliñados cuando salieron al pasillo de la iglesia para casarse. Los presentes al parecer no se dieron cuenta de lo que habían estado haciendo minutos antes en la parte de atrás, pero Karla y Alan se quedaron mirándolos fijamente. Los dos sabían que así no lucían anteriormente.

Ian tenía el cabello un poco desordenado y Diana tenía el velo un poco de lado. Pero se veían más radiantes y más felices que nunca. Al llegar hasta donde estaba el sacerdote quien los miró también con sospecha comenzó la ceremonia.

Cuando Ian le dio sus votos de amor a Diana esta no pudo aguantar las ganas de llorar y cuando ella dio los suyos Ian sin importarle los presentes la beso. El sacerdote les recordó que aún no le había dicho que podía besar a la novia.

Al momento que terminó la ceremonia con la bendición de Dios y con el: "Ya puedes besar a la novia". Ian hizo algo que la gente comenzó a reírse, la tomó fuertemente en sus brazos y la beso como si no existiera nadie más que ellos.

La recepción fue muy exclusiva, solo amigos y allegados a ellos. Los cuales eran pocos. Estaban bailando muy acaramelados cuando la pequeña Victoria se acercó a sus padres.

—Mamá dice que tienes un mensaje —dijo la pequeña jalando su vestido.

Ella tenía su mano el antiguo teléfono celular de Diana pues unas semanas antes Ian se había aparecido con un teléfono celular nuevo para ella. A veces el viejo aparato se lo prestaban a la niña para que jugara en él.

Ian tomó a la niña en sus brazos y los tres fueron hasta la mesa reservados para ellos.

—¿Pasa algo? —preguntó él al ver el ceño fruncido de Diana.

—Me prestas mi teléfono, por favor —dijo a Ian quien tenía ambos teléfonos en su saco—. Debe haber un error.

Diana verificó ambos aparatos. En su teléfono celular antiguo había la aplicación llamada "Mi calendario" que era utilizado para el control menstrual y en el decía: "Veintiún días retraso".

Ella volvió a mirar su nuevo teléfono buscando la aplicación. No estaba. Su rostro se puso pálido. Ian ahora estaba preocupado. Se acercó por detrás para ver qué era lo que sucedía.

—¡Oh Dios he cometido un error! —exclamó echando su cabeza hacia atrás para apoyarla en el amplio pecho de Ian.

Le arrebató el teléfono a Diana. Parpadeó dos veces cuando leyó: "Veintiún días retraso."

Él buscó su mirada y sonrió de oreja.

—Sí —afirmó—. ¡Un error perfecto! —buscó sus labios y los cubrió con los suyos.

***FIN***

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