Conrado sabía que estaba en problemas. Salomé era una mujer decidida y no iba a dejar que él o Joaquín la manipularan. Tenía que pensar rápido para poder ganarse su corazón y demostrarle que ella era la única mujer en su vida.
Decidió que tenía que hacer algo grande, algo que la impresionara de verdad. Así que se puso a pensar en qué era lo que más le gustaba a Salomé. Recordó que ella era una gran amante de los animales y que siempre se conmovía con las historias de rescate y protección de animales en peligro, quizás eso podía ser una forma de ganar una vez más su corazón, pensó.
La señora Cleo, apareció invitándolos a pasar a la mesa, Conrado y Salomé comenzaron a caminar, pero se dieron cuenta de que Joaquín no se movía detrás de ellos, se giraron y él estaba caminando del lado contrario hacia la salida.
—¿Dónde vas? —le preguntó Salomé.
—Me iré a mi casa, no quiero molestar.
—Conrado te invitó a comer ¿Vas a rechazar su invitación? —inquirió Salomé observándolo con atención.
—Es que pienso que tal vez luego de tu propuesta no quiera que me quede —respondió con un tono de mortificación.
Salomé y Conrado intercambiaron una mirada, como si estuvieran deliberando silenciosamente. Finalmente, Conrado habló con voz firme.
—No, Joaquín, no tienes por qué irte. Las niñas te quieren aquí y, al final, eso es lo que importa. Y si como me dijiste realmente deseas ser parte de sus vidas, entonces bienvenido seas. Pero dejemos claro que tú eres una figura secundaria en esta familia. Yo soy el padre de Grecia y Fabiana, y Salomé es su madre. No permitiré que te aproveches de la situación.
Joaquín asintió, comprendiendo las palabras de Conrado. Aunque no le agradaba del todo la forma en que lo decía, y tampoco estaba muy de acuerdo con su posición, porque él era tan padre de Grecia como lo era él de Fabiana, sin embargo, sabía que estaba desconfiando de él debido a su forma de como actúo con Fabiana y Salomé en el pasado y de cierta manera lo tenía merecido, y sabía que estaba en todo su derecho de protegerlas, pese a ello quería dejar claro su postura.
—Conrado, aunque entiendo tu posición, sé claramente cuál es mi papel en la vida de las niñas, aunque no pretendo reemplazarte a ti, tampoco quiero que me reemplaces a mí, nuestras hijas tienen dos padres, tú y yo, y eso es bueno que lo tengas presente porque pienso ser un padre activo, una figura afectuosa y presente en sus vidas.
Conrado frunció el ceño, evaluando las palabras de Joaquín. Por un lado, no quería ceder terreno en la relación con sus hijas, pero, por otro lado, sabía que la presencia de Joaquín podría tener un impacto positivo en ellas. Respiró hondo antes de responder.
—Está bien, Joaquín. Serás como su segundo padre, siempre respetando mi rol de padre principal con ellas —aclaró y Joaquín negó con la cabeza, sabía que Conrado no era de quienes les gustaba ceder el control, y esta no sería la excepción—, si es así podemos intentarlo. Pero ten claro que si alguna vez cruzas la línea, no dudaré en proteger a mi familia.
Al final Joaquín asintió solemnemente, agradecido porque hubiesen resuelto todo de manera tranquila y que le diera esa oportunidad, no quería desaprovecharla y estaba dispuesto a esforzarse para ganarse la confianza de Conrado y mantener una relación cercana con las niñas.
Al final pasaron a la mesa y minutos más tarde entró Cristal con sus sobrinas.
—¿Dónde están mis abuelos y mis padres? —preguntó Conrado.
—Mis abuelos pidieron comer en la habitación y mi padre invitó a mamá a cenar fuera.
Enseguida Salomé ordenó a la señora Cleo que comenzara a servir la mesa, la comida fue colocada en el centro, frente a ellos, mientras cada uno se servía su porción, Joaquín y Cristal, les servían a las niñas.
La tensión creció entre ellos, porque justo cuando Joaquín iba a tomar una ración para servirle a Fabiana, Cristal hizo lo mismo para servirle a Grecia y sus manos se rozaron.
Ella las apartó como sí hubiera tocado algo repulsivo, aunque la verdad fue que sintió como una corriente eléctrica, mientras Joaquín al verla apartar su mano de esa manera sintió como si le hubieran dado una bofetada.
No podía creer que ella lo estuviera tratando de esa manera tan fría, cuando se supone que ya eran amigos, porque habían pasado la tarde en un ambiente lleno de familiaridad. Su actitud lo hizo sentir humillado y herido en lo más profundo de su corazón.
Conrado notó la tensión y entrecerró los ojos con curiosidad.
—¿Pasa algo Cristal? —preguntó con suspicacia.
Cristal bajó la mirada, sintiéndose culpable por haber actuado de esa manera.
Salomé notó la tensión y decidió intervenir.
—Bueno, ¿quién quiere contar una historia divertida mientras comemos?
Salomé se extrañó con esas últimas palabras.
—¡¿Acaso estás protegiendo a tu rival?! Muy interesante, capaz terminan siendo muy cercanos, no se sabe si en algún momento se convierte en parte de tu familia, y muy cercano a ti —dijo con burla.
—¿Sigues enamorada de él? ¿Por eso lo miras de esa manera? ¿Quieres reconciliarte con él? —inquirió de manera incisiva, la vio con interés y luego soltó—¡Ya sé lo que pasa! ¡Lo descubrí!
Salomé abrió los ojos de par en par nerviosa porque si Conrado había descubierto sus planes de emparejar a Cristal con Joaquín, estaba acabada, se armaría una guerra, se quedó callada, y esperó su conclusión.
—¡Claro es eso! —exclamó convencido—Te gustamos los dos y quieres hacer un trío o un matrimonio de esto de poli amor.
Ante las palabras de Conrado, Salomé terminó escupiendo la bebida de su boca, mientras no dejaba de toser, producto de la sorpresa de las ocurrencias de Conrado, es que no se habría sorprendido tanto si le hubiera dicho que tenía dos cabezas.
Los otros dos miraron en su dirección y Salomé, para provocarlo, le preguntó.
—Y si es así, si quisiera una relación de poli amor con los dos ¿Lo aceptarías? ¿Si te dijeras que esa es la prueba de amor que quiero?
Conrado quedó pasmado por la pregunta de Salomé, en realidad no sabía si ella estaba bromeando o si en verdad quería tener una relación de poli amor con él y Joaquín.
La idea le parecía algo descabellada, pero, por otro lado, él amaba a Salomé y haría cualquier cosa por ella. Respiró hondo y se acercó a ella.
—No sé si estoy dispuesto a aceptar eso, pero lo que sí sé es que te amo y que quiero estar contigo, sin importar cómo —le dijo Conrado, mientras se acercaba a ella, la tomaba por la nuca con posesión y la besaba apasionadamente.
Salomé correspondió a su beso con la misma intensidad y se dejó llevar por la pasión. Sin embargo, en el fondo de su mente, no dejaba de confirmar su teoría “Basta que un hombre se vea en riesgo para reafirmar su posesión”.
El hecho de que Conrado se sintiera amenazado en su amor por Joaquín la hacía sentir poderosa, aunque también un poco preocupada.
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