EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS romance Capítulo 58

Las palabras de Maribel resonaron en el aire, si hubiese propinado una amenaza no habría tenido el mismo efecto que tuvo esa noticia en todos. Cayó como una bomba, los dejó por un momento catatónicos, en estado de shock, hasta el ruido de una mosca era audible en ese instante, producto del silencio sepulcral que reinó en el lugar.

Joaquín sintió como si el suelo se hubiese abierto debajo de sus pies y el aire se escapara de sus pulmones. Miró a Maribel con incredulidad, mientras el resto de los presentes permanecían en un silencio incómodo.

El primero en reaccionar fue Conrado, negando con la cabeza, se acercó a Joaquín con paso firme y enérgico.

—¡Tú definitivamente eres un idiota! Se supone que no estabas convencido de casarte con ella y vienes y la dejas embarazada… ya veo que tu educación sexual es nula… cuando te vuelves promiscuo, debes recordar que sin gorrito no hay fiesta —pronunció molesto, apretando los puños a un lado de su cuerpo para evitar partirle la cara a Joaquín, porque para él eso se merecía.

—¡No hables sin saber! No juzgues a priori Abad, para tu información nunca tuve sex0 con ella sin protección… no estoy loco para dejar regando hijos, mi hija mayor la tuve durante mi matrimonio, y mi segundo hijo… —se quedó callado, sin querer continuar con esa discusión que le parecía tan absurda.

—Entonces Maribel, ¿Qué pretendes con esa confesión? ¿Qué Joaquín se case contigo porque supuestamente tu hijo no nacido es de él? ¿Se te olvida que mi hermana tiene un hijo nacido de un año y unos meses? ¿Crees que el hecho de estar embarazada te da una ventaja sobre ella y que tiene que casarse contigo en vez de con Cristal? —inquirió tratando de contener su enojo.

—Por si no lo sabían, los condones fallan —articuló la mujer con firmeza en tono de suficiencia.

Cristal, que ya se estaba recuperando de la sorpresa de lo que allí ocurría, reaccionó ante las palabras de Conrado, porque se puso a pensar “¿Cómo sabré si en verdad es cierto lo que están diciendo? Aunque el parecido de los dos hombres conmigo y mi hijo es asombroso, pero no por eso me van a querer venir a casar como si estuviésemos en la época antigua ¡Se volvieron locos!”

—¡Para ya con eso! —exclamó Cristal dirigiéndose a Conrado—, por favor, por mí, si esta mujer quiere quedarse con él, vamos y se lo envuelven en papel de regalo, y hasta yo le pongo un lazo y hasta se lo coloco en una bandeja de plata, porque yo no me estoy casando con nadie —señaló con firmeza, y aunque su corazón le decía que no la estaban engañando, ella se sentía temerosa, por eso quiso debatirlos—, es más ¿Cómo sé si lo que dicen es verdad? Cuando ni siquiera los conozco.

Se incorporó, tomó a su hijo de brazos de Salomé y empezó a caminar como si quisiera poner distancia entre ellos.

—No Cristal, no puedes irte… si quiere Conrado te muestra fotografías tuyas, se hacen una prueba de ADN con él para que compruebes que si es tu hermano, y que no te estamos engañando, porque ahora que has vuelto no puedes irte de esa manera —dijo Joaquín con un tono de preocupación en su voz.

Cristal lo miró a los ojos, porque en verdad su vida estaba tranquila para enredarse en discusiones absurdas, por eso insistió.

—No quiero problemas, ya la escuchaste, ella está esperando un hijo tuyo, respóndele y cásate con ella y a mí me dejas en paz, hazte de cuenta que no me has visto, y si creían que estoy muerta, sigan creyéndolo es lo mejor para todos, porque no pienso ni quedarme contigo, ni volver con él a ninguna parte —expresó señalando a Conrado.

—¿Ya la escuchaste Joaquín? No tienes nada que cumplirle a ella, así que continúa con lo que habíamos planificado ¡Cásate con Maribel! —manifestó su madre.

—Lo siento mamá, pero no voy a casarme con Maribel y es mi última palabra… si tanto te gusta ¡Cásate tú con ella! —habló de mala manera.

—No sabes en el problema que te meterás con mi familia si llegas a hacer esto, ellos no van a permitir que te burles de mí, no vinieron a la boda por no estar de acuerdo, pero cuando se trate de vengarme no les va a temblar la mano —expresó la mujer de manera amenazante.

—No me estoy burlando de ti, si ese bebé que esperas es mío, le daré la atención debida, pero decidí que ya no voy a casarme y nada en el mundo me hará cambiar de opinión, pero antes de hacerme responsable de él, vamos a practicarle una prueba de ADN, se puede hacer a través de una muestra de sangre que se te tome a ti —expresó con claridad.

Maribel lanzó una mirada desafiante a Cristal y Joaquín, pero de manera repentina, su expresión se volvió distante. Se llevó la mano al vientre, mientras comenzaba a sollozar.

—¡No! —exclamó Maribel con voz temblorosa —¡Algo no está bien!

Los presentes se acercaron preocupados, y Salomé, que se había mantenido en silencio durante la confrontación, tomó la iniciativa y la ayudó a sentarse en uno de los bancos.

—¿Qué te sucede, Maribel? —preguntó Salomé con preocupación genuina.

Maribel respiraba de forma agitada, mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. Joaquín se acercó a ella, con una expresión mezcla de preocupación y resentimiento.

—¿Qué te pasa? —inquirió Joaquín, suavizando ligeramente su tono.

Maribel dirigió su mirada a Cristal y a Joaquín.

—Me duele mucho…—pronunció con voz entrecortada.

—¿Qué tan grave es? —preguntó la mamá de Conrado preocupada, sentándose al lado de ella

—Ella no se va Conrado, ella y mi hijo se quedan conmigo —enfatizó Joaquín.

—Lamento llevarte la contraria, pero tú no has sido ni eres nada de mi hermana, así que no tienes ningún derecho sobre ella… además, antes de que te acepte como cuñado hay cosas que debes explicarme —profirió amenazante Conrado.

Pero esta vez Joaquín no estaba dispuesto a hacerle caso.

—Se trata de mi hijo y de mí… —sus palabras fueron interrumpidas por un encolerizado Conrado.

—¿De tú qué? ¡No me hagas hablar más de la cuenta! Mi hermana se va conmigo y punto —señaló tomándola por un brazo.

—¡No! ¡Se queda conmigo! —declaró Joaquín, tomándole el otro.

Mientras Cristal con cada segundo se iba molestando más.

—¡Qué diablo les pasa! ¿Se enloquecieron? Están buscando arrancarme un brazo —protesto la chica, sin entender cómo esos locos se estaban peleando por ella como si fuera un objeto—, no soy una niña para que ustedes me digan qué hacer, soy una mujer adulta que puede tomar sus propias decisiones y es lo que espero hacer.

—Entonces decide Cristal ¿Te vas con tu hermano o te quedas conmigo? —preguntó Joaquín llevándose las manos al pecho en un gesto desafiante.

—¿Y qué dijiste? ¿Acaso piensas que con esa actitud me quedaré contigo? —pronunció indignada, dejándolos sorprendido a los dos, porque no había rastro de la chica dulce.

—No es eso, solo tienes una de dos alternativas —expresó Joaquín con seguridad.

—Lamento decirles que tengo otra alternativa —pronunció en tono alto, con seguridad, mientras veía aparecer y acercarse a Amador, con su cuerpo musculoso, alto, aunque unos centímetros más bajo que Joaquín, ojos azules, cabello negro, y con una sonrisa capaz de derretir el hielo.

—Buenas noches, mi nombre es Amador y no soy la tercera alternativa, soy la primera, porque soy el esposo de Claudette —manifestó con firmeza mientras el rostro de Conrado y Joaquín, palidecían.

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