EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS romance Capítulo 65

Los siguientes días Joaquín comenzó con sus terapias, decidido a recuperar la vista para poder conquistar a Cristal, sin embargo, pronto pasaron semanas y no vio ninguna mejoría, se sintió frustrado porque por más que ponía de su parte, cumpliendo exactamente con las indicaciones de su terapeuta, seguía estando ciego.

—Joaquín, hijo, vine a ayudarte, a prepararte para que vayas al médico —expresó su madre, acercándose para ayudarlo.

—¡Déjame solo! —exclamó sin deja de ocultar su mal humor.

—Hijo, pero ya va a ser la hora, Conrado viene en camino a buscarte —insistió su madre pacientemente.

—¡Te dije que te fueras! ¿No entiendes, no voy a ir ninguna parte, ahora por favor sal de mi habitación y déjame en paz? —expresó volteándose en la cama para darle la espalda.

Luz Delia suspiró con pesar, entendía por completo a su hijo, se ponía en su lugar y sabía que no era fácil para él estar en esa situación, tenía todo el derecho a estar frustrado, no podía culparlo. Pero también estaba clara que no podía dejarlo que se diera por vencido.

—Lo siento Joaquín, pero no voy a permitir que te rindas de esta manera. Voy a ayudarte a salir de ese hoyo y hacerte ver que hay esperanzas, debes relajarte, tratar de mantener la calma… te haré ver que cuando lo entiendas las cosas van a comenzar a marchar bien —anunció su madre con una expresión decidida.

Pero Joaquín no quería ayuda de nadie y menos de su madre, en ese momento estaba muy resentido consigo mismo, con la vida, con todos quienes lo rodeaban y especialmente con ella, por eso sin pensar en un segundo de lo que sus palabras pudieran provocar se desahogó con un tono burlón.

—¿Es en serio? ¿Tú pretendes ayudarme a mí? ¿Cuándo has sido tú la que me has arruinado la vida una vez tras otra? Tu mamá eres la causante de todos mis males, de haberme destruido y yo he sido un idiota por habértelo permitido ¿Y ahora pretendes erigirte en mi salvadora y hacerme pensar que puedes ayudarme en algo? —inquirió con una risa irónica.

La madre de Joaquín se sintió derrumbada por sus palabras, sabía que su hijo estaba herido y necesitaba ayuda y aunque de cierta manera ella había propiciado mucho de sus problemas, no estaba dispuesta a que terminara su vida de esa forma.

—Yo lo siento hijo… créeme que soy la primera en recriminarme por el pasado, por cómo hice las cosas, pero lo hice porque te amo, porque quería que no sufrieras —susurró la mujer profundamente conmovida.

—Menos mal que según tú me amas, no quiero saber qué harías si no lo hicieras… ya ves que fracasaste, mi vida es una mierd4 porque tú la convertiste en esto… regodéate mamá porque este payaso que estás viendo aquí es obra tuya —declaró sarcásticamente, porque solo tú eres la responsable de cómo me encuentro, espero que estés satisfecha… ahora sal de mi habitación porque no quiero verte —luego dijo con sarcasmo—, es verdad que ya no puedo ver, pero tampoco quiero escucharte.

—Hijo… —intentó conciliar, pero él fue enfático.

—¡Qué te vayas! ¡¡Sal de mi habitación!! ¡Acaso no escuchas?! —inquirió indignado.

Luz Delia sintió cómo el corazón se le partía en mil pedazos ante las duras palabras de su hijo. Las lágrimas comenzaron a empañar sus ojos, quiso seguir debatiéndole, pero se contuvo, sabía que debía ser paciente, no era fácil la situación que estaba viviendo Joaquín.

Respiró profundo, tratando de calmarse y de contener el remordimiento que la agobiaba, su hijo tenía razón, le había hecho mucho mal, sin embargo, estaba decidida a que todo cambiara, debía ser fuerte y ayudarlo, sin importar lo que Joaquín dijera.

—Está bien, Joaquín. Si eso es lo que quieres, me iré de tu habitación, pero quiero que sepas que siempre estaré para ti, pase lo que pase. No voy a abandonarte, porque eres mi hijo, y aunque ahora te sientas de esa manera, cuando reflexiones te darás cuenta de que no todo está perdido, que no debes darte por vencido, quizás cuando dejes de sentir que por no ver eres menos persona o pierdes tu valor, quizás recuperes todo lo que has perdido incluyendo tu visión. Te amo más de lo que puedes imaginar, y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para ayudarte a salir adelante.

Sin esperar una respuesta, Luz Delia salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Se apoyó contra la pared, dejando que las lágrimas brotaran libremente. Sabía que Joaquín estaba sufriendo, pero también sabía que necesitaba enfrentar sus propios demonios y tomar decisiones por sí mismo.

En ese momento escuchó el timbre de la puerta, y bajó para ver de quien se trataba, mientras limpiaba las lágrimas de su rostro, cuando llegó a la sala la mujer de servicio le había abierto la puerta a Conrado, quien la miraba con una expresión de preocupación en su rostro.

—¿Qué ocurre señora? ¿Le pasó algo a Joaquín? —por un momento ella pensó en mentirle, pero parecía como si Conrado adivinara el pensamiento.

—Ni se le ocurra mentirme, porque desde aquí puedo ver claramente que ha estado llorando y la preocupación es notoria en su rostro.

—Conrado me echó de la habitación, no quiere ir a terapia porque según él, durante todas estas semanas no ha visto avance y te juro que no sé qué hacer, me siento atada de manos, por más intentos de persuadirlo no puedo… principalmente porque él no deja de restregarme mis errores y es verdad, pero no puedo cambiar el pasado —dijo la mujer dejándose caer en el sofá, sin dejar de sollozar.

Joaquín lo escuchó y frunció el ceño con una mezcla de sorpresa e incredulidad.

—¿Qué estás haciendo? ¿Acaso te volviste loco que estás destrozando mis cosas? —preguntó molesto.

—¿O sea que tú la estás tirando por locura y no por desestresarte? —inquirió en tono de inocencia, pero Joaquín durante todo ese tiempo lo había aprendido a conocer.

—¡Eres un idiota, insufrible! Yo puedo tirar las cosas mías, pero tú no —lo reprendió.

—Voy a decirte algo Joaquín, la autocompasión no te aporta ningún beneficio, todo lo contrario, te hace ver como una persona débil, con esa actitud no despiertas empatía en mí, todo lo contrario, me hace ver que eres una persona que cae y no se levanta cuando ve las primeras nubes grises… de eso no sé trata la vida… asume tú condición con entereza, ver o no ver no define tu esencia, eres más que ojos Joaquín… demuestra que eres un hombre que a pesar de las circunstancias, de las caídas siempre vuelves a levantarte, dale ejemplo a Grecia, a Fabiana y a Gael… que ellos se sientan orgullosos de ti ¿Decide cómo quieres que te vean como un hombre débil, derrotado o como un hombre capaz de sacar lo mejor de las peores experiencias? —dijo con firmeza, salió de la habitación, mientras lo dejaba pensando.

Diez minutos después, tomó el bastón, y comenzó a caminar hacia la salida, lo hizo lentamente, descubriendo los obstáculos a su paso.

—¡Tengo que lograrlo! Mis hijos deber sentirse orgullo de mí —se dijo con ánimo, como pudo llegó al pie de la escalera, y aunque tenía miedo, debía vencerlo.

Así que comenzó a descender uno a uno los escalones, asegurándose primero con el bastón la distancia del mismo, cuando estaba seguro lo bajaba y así lo fue haciendo, poco a poco, pero sin equivocarse.

Conrado y la madre de Joaquín estaban en el sofá, cuando lo escucharon llegar y los dos se sorprendieron.

—¡Joaquín! ¡Bajaste solo! —exclamaron los dos al unísono.

—Eso es para que Grecia, Fabiana y Gael, algún día digan orgullosos, que su padre no es ningún débil —pronunció mientras se dejaba caer en el sofá, con una sonrisa, mientras se limpiaba el sudor que corría por su frente.

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