EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS romance Capítulo 76

Joaquín se separó un poco de ella y le susurró al oído:

—Me alegra que no me hayas olvidado… porque lo que soy yo, no puedo dejar de pensar en ti día y noche, invades mis sentidos, no hay ningún momento en el día en que pueda alejarte de mi mente y ahora que te tengo aquí, a solas y en la oscuridad, no voy a dejarte escapar.

Cristal se estremeció ante sus palabras, pero también sintió una ira ardiente en su interior.

—¡¿Cómo te atreves a hacer esto?! ¿Por qué me engañaste? ¿Por qué me hiciste creer que no habías pujado por mí? Además, eres un cobarde, me alejaste de ti, diciéndome que amabas a Salomé y no a mí ¿Por qué me buscas? —preguntó con aparente molestia, aunque ella ya conocía la verdad, quería ponerlo a sufrir un poco.

Joaquín sintió una profunda tristeza por el pasado, pero ahora estaba dispuesto a crear nuevos y lindos recuerdos, por eso con un leve susurro le dijo:

—Lo siento, Cristal, tienes razón, soy un cobarde, he cometido muchos errores contigo, por miedo, por siempre tener la manía de sacar conclusiones precipitadas, pero te prometo que desde ahora en lo adelante haré las cosas diferentes, mi amor, déjame demostrártelo.

Cristal se quedó por un momento en silencio, sintiendo el roce de sus labios en su cuello, era tan embriagador, su lengua rozando su piel, desencadenaba una especie de lava ardiente circulando en su interior, su fragante olor a madera, era cautivante y hacía vibrar cada fibra del cuerpo de la joven.

—Te deseo tanto… por favor amor, dame una oportunidad de demostrarte que eres la mujer más importante de mi vida —pronunció Joaquín en tono suplicante.

Cristal se mordió el labio inferior, tratando de luchar contra la creciente atracción que sentía hacia Joaquín. Sabía que era peligroso estar cerca de él, pero su cuerpo y su corazón le pedían a gritos que lo besara, que se dejara llevar, que volviera a estar entre sus brazos y al final terminó rendida a sus deseos. Quería darse la oportunidad de estar una vez más con él.

—Está bien, Joaquín Román, voy a darte una oportunidad. Pero tienes que demostrarme que tus palabras son ciertas y que me amas de verdad y al primer error que cometas, ¡Esto se acaba! ¿Has entendido? —inquirió sería y él asintió.

—Claramente, entonces empecemos desde ya —pronunció.

Segundos después, lo escuchó palmear las manos y enseguida las luces del restaurante se encendieron, los mesoneros aparecieron, un violinista comenzó a tocar las hermosas notas de Love Story (Francis Lai), y allí Cristal se dio cuenta de que solo eran ellos dos de comensales.

Joaquín con mucho cuidado se sentó, ella se quedó viéndolo y por un momento se preguntó cómo se sentiría estando en la oscuridad.

—¿Cómo llevas lo de la ceguera? —interrogó ella con curiosidad.

—Al principio mal, me sentía atormentado, que todo me estaba saliendo mal, inútil. No quería salir de la casa, me deprimí, es una situación difícil, no es fácil de digerir.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Tu hermano, nunca pensé, que el hombre que creí mi rival en el amor se terminaría convirtiendo en mi mejor amigo y ahora, muy pronto, estoy seguro de que será mi cuñado… ¿Sabes? Me alegro de que Salomé haya tenido la oportunidad de rehacer su vida con un hombre como él, que ama a las niñas, ella es una excelente mujer y se merece lo mejor. Esa experiencia me ayudó a mejorar como persona, a no dejarme llevar por las primeras impresiones… nunca fui un hombre impulsivo, y a la primera puse la torta.

—¿La torta? No trates de adornar lo que hiciste, reconoce que ¡La cagast3! —exclamó ella y él sonrió.

—¿Y tú? ¿Cómo fue todo ese proceso de despertar y no recordar nada? ¿Y luego saber que estabas embarazada?

—Fue una experiencia bastante difícil, sentí miedo a todo lo que me esperaba, lo bueno es que me conseguía a Lea, fue ella quien me ayudó, me llevó a su casa y me dio todo el apoyo, luego conocí a Amador, no estamos enamorados, solo somos amigos, me ha ayudado también mucho.

—Pero él me dijo… —iba a decir y ella le interrumpió.

—Si te dijo algo contrario a eso, no es cierto. Dejamos correr el rumor de que éramos esposos, una para que los hombres no me persiguieran, y dos para evitar que las mujeres no siguieran buscándolo, nos usamos para repeler relaciones indeseadas, además, ese hombre está loco por Lea, aunque ella ni lo mira —respondió ella mientras Joaquín dibujaba una expresión de sorpresa en su rostro.

—¿Lea? ¿Y por qué aún no tienen nada?

—Porque él ha sido un poco mujeriego, tendrá como un año que cambió, de tanto yo darle jarabe de lengua —expresó sonriente—, le dije que si quería conquistarla debía ser un hombre diferente y demostrarle que en serio estaba enamorado de ella. Pero Lea al parecer no confía, y está en una relación con alguien.

—A menos que ella le esté mintiendo —respondió Joaquín, pensativo, mientras los mesoneros comenzaban a servir la comida.

—¿Cómo así?

—Quizás si le guste, pero creo que es un mujeriego, que tiene algo contigo y por eso le huye.

—¿Tú crees? —interrogó ella esperanzada.

—Al Hotel Palace —expresó Joaquín con voz ronca cerrando la ventanilla que los separaba del chófer.

Llegaron en tiempo récord, Cristal lo llevó al ascensor, mientras subían no podían superar la ansiedad, la emoción, eran tantos sentimientos encontrados, sin embargo, se mantuvieron alejados uno de otro, porque sabían que si empezaban a besarse en ese lugar, nadie iba a poder detenerlos y era arriesgado de que alguien los fotografiara y salieran a decir quién sabe cuántas cosas.

Cuando llegaron a la suite, ella lo vio tantear una mesa, buscar un estuche y agarrar decenas de paquetes de preservativos en su mano, ante esa acción abrió los ojos y no pudo evitar tragar grueso.

—¿Crees que lo usarás todo? —interrogó ella en tono nervioso.

Joaquín soltó una risa suave mientras extendía los brazos hasta tocar a Cristal, la tomó por la cintura, acercándola a su cuerpo.

—Lo que no sirven son mis ojos, pero te aseguro que el resto de mi cuerpo funciona a la perfección y más si se trata de ti, por eso prefiero estar preparado para cualquier eventualidad —respondió con voz ronca, antes de inclinarse y darle un beso apasionado en sus labios.

Cristal se rindió a la pasión del momento, sintiendo cómo su cuerpo ardía de deseo. Joaquín la tomó en brazos y juntos caminaron hacia donde estaba la cama.

La recostó en la cama, tumbándola con suavidad, lamentaba no poder verla, sin embargo, se imaginaba cada una de sus reacciones. Seguidamente, recorrió su cuello, acariciando su piel con suavidad.

Ella cerró los ojos, mientras de su boca salían leves suspiros, se dejó llevar por las sensaciones que los besos de Joaquín le provocaban.

Mientras él seguía explorando su cuerpo con sus manos, la pasión se apoderó de ellos.

—Amor, voy a hacer que esta noche sea inolvidable para ti.

—¿Es una promesa? —interrogó ella sin dejar de sonreír.

—Es un hecho que vas a poder comprobar por ti misma —respondió Joaquín con sonrisa pícara en su rostro y con una voz seductora que hizo estremecer el cuerpo de Cristal.

—Entonces muéstrame —susurró ella con voz ronca, mientras sentía como Joaquín comenzaba a deslizar sus manos por su cuerpo y ella temblaba de anticipación.

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