Conrado asintió, sintiendo un alivio, al tener a sus dos hombres de confianza a su lado. Sabía que podía confiar en ellos plenamente y qué juntos podrían enfrentar lo que fuera necesario para proteger a su familia y poner fin a la red criminal liderada por Costelli.
—Gracias, chicos. Sabía que podía contar con ustedes. Ahora necesito que investiguen todo lo que saben acerca de Costelli y su red de delincuencia, cualquier detalle puede ser útil para acabar con ellos de una vez por todas.
Dino y Melquiades intercambiaron otra mirada, antes de comenzar a hablar al unísono.
—Sabemos que Costelli es un hombre peligroso, con conexiones en toda la ciudad. Ha estado expandiendo su negocio ilegal desde hace años, involucrado en tráfico de drogas, armas y personas, todo el país lo dividieron en cuatro grandes sectores, por puntos cardinales, sobre los cuales se erigen otros grupos en la ciudad, y con los cuales tiene una incesante lucha.
Conrado asintió, poniendo atención seriamente a sus palabras.
—Bien, entonces formaremos un equipo. Necesitaremos más gente, también recopilar información, para desenmascarar a los cómplices de Costelli y hallar las pruebas necesarias para detenerlo. Pero debemos ser cautelosos y evitar levantar sospechas. Es necesario que trabajemos desde las sombras, desafiando a aquellos que están amenazando a mis seres queridos.
Los tres hombres estaban preparados para enfrentar el desafío que se avecinaba. Estaban decididos a formar un equipo fuerte y determinado, dispuesto a luchar contra esa organización criminal.
—Costelli se va a dar cuenta de que se metió con el hombre equivocado, con eso firmó su sentencia de muerte y esa decisión es inapelable, con mi familia nadie se mete —pronunció con firmeza Conrado.
El destino estaba en sus manos, la suerte estaba echada, debían adentrarse en un mundo lleno de intriga, peligro y traiciones, si querían acabar con la amenaza que se cernía sobre la vida de Conrado y su familia.
Conrado sabía que no podía permitir vacilar, ni esperar que ese hombre propinara otro ataque a su familia, su obligación era actuar rápido y para eso confiaba en Dino y Melquiades, porque su experiencia y habilidades serían claves para librar esa lucha y salir airosos de todo eso.
—Lo primero es conocer quiénes son sus asociados, dónde se esconden, su modo de operar, y no solo eso, sino que las pruebas encontradas deben ser determinantes.
Dino asintió, mostrando su determinación.
—Tengo muy buenos contactos en el bajo mundo de esta ciudad, ellos podrían tener y darme información valiosa. Me encargaré de buscar cualquier pista que nos acerque a Costelli —pronunció Dino, mientras los engranajes de su cerebro se activaban analizando la mejor manera de abordar la situación.
Melquiades, por su parte también se mostró decidido.
—Yo voy a encargarme de investigar a fondo a Maribel Ospino y descubrir sus conexiones con Costelli. Si ella es solo uno de sus peones, como dices, lo más probable es que haya otras personas involucradas. Necesitamos desmantelar toda la red.
Conrado asintió, agradecido por la determinación de sus hombres. Sabía que esta misión era peligrosa, pero confiaba plenamente en ellos.
—Recuerden, debemos actuar con cautela y mantenernos un paso adelante. Costelli es peligroso y no dudará en hacer cualquier cosa para protegerse, si descubre que vamos tras él. No podemos permitir que nos descubra. Aunque es muy probable que él ya esté tras nosotros.
Los otros dos asintieron, segundos después, salieron de la oficina con camino a la casa, donde se quedaría Conrado, mientras que Melquiades y Dino, se encargarían de iniciar las investigaciones.
Cuando iban en camino, Conrado recordó la cena de Dino.
—¿Y qué pasó con la cena que tenías con Julia? —interrogó curioso.
—Aún no la hemos tenido, porque apenas ella recuperó a su hija ayer y me dijo que necesitaba pasar tiempo con su pequeña, yo había pensado que podíamos ir los tres, pero no fue posible, la niña me odia, su padre le dijo un montón de cosas malas sobre mí y ni siquiera soporta verme —suspiró con pesar—, así que no creo que pueda tener una oportunidad con ella.
—Puedo hablar con Salomé, aunque precisamente ahora no tengas mis puntos muy bien con ella, espero arreglar eso pronto, puedo pedirle que invite a la pequeña Adri a jugar con las niñas, y ustedes pueden aprovechar a tener una cena como corresponde —propuso Conrado queriendo ayudar a Dino.
—Puede ser, pero eso sería solo momentáneo, la niña no me quiere, ¿Qué haremos después? Yo jamás pondría a Julia en una situación de tener que decidir sobre su hija y yo —declaró con un deje de tristeza en su mirada.
—Dino, a veces las cosas no son fáciles, y para tener lo mejor de la vida, debe lucharse, trabajarse y ser paciente. Si realmente quieres estar con Julia, tendrás que ser perseverante y ganarte la confianza de su hija. De pronto será un proceso difícil, pero eso no significa que sea imposible. Y si necesitas ayuda, cuenta conmigo y estoy seguro de que mi celestina esposa, le encantará poder ayudarte.
Dino asintió, agradecido por las palabras de su amigo y jefe.
—Gracias, jefe, aprecio mucho tu apoyo. Voy a intentar lo que me sugieres, pero no quiero que te tomes a pecho mi vida personal, ni que andes preocupado por eso.
Conrado sonrió, entendiendo las palabras de Dino.
—Lo sé, solo quiero ayudarte, además, Salomé me amenazó que si Julia y tú no llegaban a nada, yo sería castigado y te juro que me niego a recibir ese castigo —dijo con una expresión de preocupación.
Salomé suspiró antes de hablar.
—Si ese hombre es mi padre, no me interesa saber de él, más cuando, él odia a mi madre y después de lo que me contaste, quizás ella solo fue una víctima y me dejó para salvarme la vida… no quiero confirmarlo.
—Amor, tendrías que escucharlo a él, su versión… vamos primero a saber si tienes un vínculo con Graymond, si resulta ser cierto, entonces dale una oportunidad de hablar, recuerda cuando Joaquín no quiso escucharte, no es bueno sacar conclusiones precipitadas —dijo con seriedad.
Ella suspiró y asintió con resignación. Después Conrado comenzó a contarle lo demás.
—También quiero pedirte sumo cuidado, el atentado que sufrió Joaquín vino de parte de Sergio Costelli en complicidad con Maribel Ospino, pero el principal enemigo del hombre, soy yo, es probable que haya estado tras el intercambio de las niñas por vengarse de mí… no puedes salir sola, en el colegio no deben dejar salir a la niña con nadie, debes informar que solo Joaquín, tú y yo podemos hacerlo. No pueden ir al parque sin seguridad y con nosotros… ese hombre es peligroso.
Enseguida le contó todo lo que habían averiguado sobre las actividades de Costelli y la necesidad de mantener a su familia a salvo.
Salomé escuchó las recomendaciones de Conrado con atención, sabía que él siempre estaba pendiente de su seguridad y de la de sus hijas. Pero en su interior, sentía miedo al pensar que alguien pudiera querer hacerles daño.
—No soporto la idea de que alguien intente lastimarnos, de que nuestras hijas puedan sufrir —confesó Salomé, con lágrimas en los ojos.
Conrado la abrazó y la acarició con ternura.
—No te preocupes, mi amor, yo estaré para protegerlas. No permitiré que nada malo les pase a nuestras hijas ni a ti. Te lo prometo —le dijo Conrado, besando su frente—. Desde hoy debemos tener cuidado.
*****
Entretanto, en el centro de operaciones donde operaba Sergio Costelli, daba las órdenes.
—Deben vigilar día y noche el itinerario de la mujer de Abad y sus hijas, yo había pensado atacarlo directamente a él, pero quizás sea más doloroso ver sufrir a quienes más ama, lo mejor será pagarle con la misma moneda ¿Cómo se sentirá al ver a la mujer que ama muerta? Tendremos que hacerlo experimentar —pronunció el hombre con una sonrisa de maldad, mientras sus cómplices lo miraban complacidos.
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