El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 34

Capítulo treinta y tres

Cargo al ruidoso Elián de un lado para otro en el pasillo, este niño es muy hiperactivo.

Quiero dormir…

—¿Tienes hambre, eh? —lo alzo a los aires y sonríe, muerdo mis labios y pego su nariz con la mía.

Me encanta esta sensación de felicidad.

Camino con él hacia el ascensor y a lo lejos veo sus ojos rojos, una de ellas me mira expectante a la situación y le da una calada a su cigarro, junto mis cejas al sentir el olor a cigarrillo y presiono el botón de bajada, este abre sus puertas y entro, no despego mi vista de ella y el elevador cierra —hola —apego al bebé en mi pecho y me recuesto de una esquina en el ascensor —¿te asuste?

Ruedo mis ojos y miro a la castaña —¿Qué quieres?

—Nada, ¿me dejas cargar a tu hijo?

—No —digo seca y salgo del ascensor.

Escucho sus tacones resonar con la baldosa y seguirme, paso a la cocina y me encuentro con Tin limpiando el lugar —Tina, hola. ¿Qué haces limpiando a esta hora? ¿Podrías agarrar a Elián mientras preparo el vivieron?

—Por supuesto—lava sus manos y toma al niño en brazos.

—¿Por qué no dejaste que lo cargará yo y ella sí? —ignoro por completo a la chica y saco las cosas de los estantes.

No sé por qué hay algo que me dice que no es de fiar, ni ella, ni la otra.

Preparo la mamadera y la señora Sara entra a la cocina con un gran estruendo —¿Han visto a Elián? —sus ojos azules dan con él y lleva una mano a su agitado pecho —pensé que le había pasado algo.

Sonrío —Lo escuché llorar y baje inmediatamente —me encojo de hombros.

Sacude mi alborotado cabello —Esa es mi niña.

—Yo también soy su niña—la peli castaña se mete entre nosotras y doy dos pasos hacia atrás guardando distancia.

¿Esta quién es?

Camino a Tina y le tiendo la mamadera del niño, esta me señala el piso de arriba y asiento, desaparece de nuestra vista y la madre de Amir sonríe irónica —¿tú? ¿Familia mía? Por favor, no me hagas reír —me toma de la mano —Irina, vámonos.

Le doy una última mirada y salimos de la cocina, el olor a humo ya llega hasta la plata baja y hago una mueca de desagrado —¿En esta casa habían fumado antes? —señalo el piso de arriba y tapo mi nariz.

—Nunca y Irina, recuerda, esta es tu casa, mi casa, no necesitas pedirme permiso para poner orden. Serás la próxima luna, tienes que establecer reglas desde ya —asiento y subimos al elevador, el olor se hace más intenso en el segundo piso y veo en su dirección.

Camino hasta las escaleras que dan al tercer piso y sus ojos finalmente conectan con los míos —Apaga eso o vete a fumar a otra parte, deja de irrespetar y te digo algo, si no quieres quedar fuera de esta casa apaga esa maldita cosa.

Tira el cigarrillo al suelo y lo aplasta con sus zapatos de tacón, camina amenazante a mí y su hermana se posiciona a mi lado —¿te crees mucho la dueña y no tienes ni idea de quienes somos, verdad?

—Meghan, le haces algo y te mueres —junto mis cejas. Volteo hacia Amir quien baja con tranquilidad las escaleras, tiene un pantalón que se ajusta a su estrecha cadera y sus músculos se contraen al bajar, llega hasta mí y toma mi mano — Sasha, sal de la casa.

—Pero…

—Largo. Ninguna de ustedes dos tiene el derecho de faltarle el respeto a mi mujer, deben obedecerla y acatar sus órdenes —los ojos de ambas cambian y la señora Sara da un paso al frente.

—Fuera de mi casa.

—No—una de ellas me toma del brazo y me jala escaleras abajo, me suelto de su agarre.

Orain.

De mis uñas salen garras y me pongo en posición de ataque, sonríe —¿Crees que tienes oportunidad conmigo? Por favor. El único motivo por el cual te traigo es para que te enteres, bonita.

—Meghan… —Amir la mira amenazante y ella mira en su dirección.

—Estoy harta de ocultarme toda mi vida, al fin te encuentro y también me quieres tener oculta. Pues te jodes, no me vas a detener —me mira a los ojos y toma mis hombros — yo también soy su mate, su tua cantante.

La otra castaña se posiciona a mi lado —Yo también, soy su alma perdida.

¿Qué?

La chica que me arrastró antes sonríe burlona al ver mi estado inmóvil —¿No te lo había dicho? Yo pensé que sí.

Quito sus brazos de mi cuerpo y subo los escalones que había bajado, paso por su lado y miro a la señora Sara quien me mira con cautela.

No llores.

No lo hagas.

Respiro como puedo y camino a las escaleras, necesito salir de aquí y tomar aire fresco. Bajo contando escalón por escalón y mis ojos viajan a ellas, tan lindas, de piernas perfectas, su rostro de ángel y su cabello bien cuidado.

Recorro todas mis imperfecciones y las vuelvo a ver.

Yo soy tan… Ah, odio sentirme así.

Sigo mi andar y escucho sus risas desde el segundo piso, abro las puertas de la mansión y la brisa automáticamente pega en mi rostro, aspiro fuerte y tomo asiento en las escaleras —¿cómo te sientes?

Sonrío, no se me hace raro verlo aquí —¿cómo crees que estoy? — Omar se asienta a mi lado —¿no deberías estar en el mundo de los demonios, Rey Omar?

Se encoge de hombros —Brianna me contó lo que estaba pasando y me dejó venir a verte, pero eso no responde a mi pregunta.

—Me siento mal, es obvio. Cómo… —me giro hacia él —quiero irme de aquí y no sé dónde. No quiero estar aquí sabiendo que esas idiotas están aquí y que él las quiere.

—Su hermana una vez me dijo que al sur de la manada tienen una casa disponible que era de sus bisabuelos, si quieres podemos preguntarle a su madre para ver si te puedes quedar allí.

Me recuesto a él —Siempre tan oportuno y salvándome de mis propios problemas.

—Es lo mínimo que puedo hacer, vamos —se levanta y me tiende la mano, la tomo y caminamos dentro, por los pasillos ya no hay rastros de ellas y lo agradezco.

Lo que menos quiero es volver a sentirme inferior.

Abro la puerta de mi cuarto y Tina da un brinco. ¿Esta muchacha no duerme? Me da una sonrisa de boca cerrada y hace una leve reverencia hacia Omar.

—¿Tin y la señora Sara? Necesito hablar con ella.

—Aquí —entra al cuarto — Omar, Tina, ¿podrían salir? —ambos acatan su orden y cierran la puerta, sus ojos me miran fijamente como si pudiese ver a través de mí, extiende sus manos al aire y con una voz suave me llama —ven.

Camino hacia ella con paso seguro, sus brazos me envuelven en un cálido abrazo y siento su cabeza apoyarse en la mía, soba mi espalda y todo lo que me he estado aguantando sale a flote, trago grueso sintiendo mis emociones a flor de piel y me quiebro.

No puedo más.

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