El Hijo Del Millonario © romance Capítulo 36

Capítulo treinta y cinco

Pov Irina

Me muevo de un lado a otro en la gigante cama sin saber cómo posicionarme. Pataleo y quito la colcha de encima de mi cuerpo.

Mejor voy a ver como están los niños.

Abro la puerta de madera rústica y las luces del pasillo me hacen cerrar los ojos, que iluminación más fuerte, me acostumbro a la luz y sigo el bullicio de las chicas en la casa, abro la puerta y todas giran en mi dirección.

Con mis ojos identifico a cada uno de mis niños despiertos y dando lata en los brazos de algunas, me recuesto en el marco de la puerta y sonrío.

—Señora Irina, disculpe si la despertamos, es que nosotras no teníamos sueño y vinimos a ver a los niños.

—Y vimos que Tina no podía con los cuatro y nos quedamos aquí jugando con los pequeñines —una se levanta del piso de goma con Yannick en sus brazos y pellizca sus mejillas.

Alzo una mano y me adentro al cuarto —No hay problema, yo tampoco puedo dormir —me asiento en la cama de la ventana y observo el paisaje fuera.

—¿Podemos jugar con ellos en la sala? Es para tener un espacio más amplio.

Abro mis ojos sorprendida y asiento dudosa —está bien, pero si los dejan caer o los golpean se las verán conmigo.

Tina se levanta del suelo y se coloca a mi lado —Y conmigo.

—Y también conmigo —observo sus ojos negros y doy una sonrisa de boca cerrada.

Es un Omar, pero más grande.

—No se preocupe, nosotras somos expertas —el grupo de seis chicas desalojan el cuarto con mis bebés y todos los juguetes en sus manos.

Doy un gran suspiro y alzo mis piernas a la altura de mi pecho, pongo mis brazos alrededor de mis rodillas y miro fijamente un punto en la carretera —Irina, ¿estás bien? —Tina soba mi espalda y toma asiento al frente mío.

Asiento y las manos cálidas de Kurt palmean mis mejillas —Pues parece que no, estás sumamente fría, ¿Quieres algo de comer o un té, café, chocolate caliente?

Niego —No es eso, estoy bien —quito sus manos de mi rostro y escucho el bufido de Tin por todo el lugar.

—Irina, deja de estar triste. No has comido nada desde que llegaste y todo el mundo nota lo desanimada que estás, si sigues así tus hijos se pondrán triste, ¿sabes que ellos pueden sentir lo que su madre siente?

Ruedo mis ojos y sonrío en su dirección —Vale, me gustaría un café super caliente, aquí hace muchísimo frío —Tin sacude mi cabello y sale del cuarto.

Vuelvo mi vista a la carretera y la cama se hunde en mis pies, Kurt toma una de mis manos y junto mis cejas al sentir la enorme presión en mi pecho. Todo el día la he sentido y ya estoy empezando a creer que tengo problemas del corazón de verdad.

—Deja de pensar en él, no vale la pena.

—Sé que no lo vale, pero no puedo sacarme sus ojos de mi mente, luego recuerdo que metió a esas zorras a la casa y mi irá en el interior crece.

Coloca su cabeza en mis rodillas —Sabes, si no fuera homosexual me enamoraría de ti, eres muy hermosa —coloca un mechón de pelo detrás de mí oreja.

Niego sonriente —Estás loco, pero cuéntame, ¿Has encontrado a tu otra mitad?

—Sí, pero él no lo sabe, piensa que me gustan las chicas y ese rollo vaginas y coños.

—¿Vaginas y coños? —sonrío a gran manera —explícate porque menos entiendo.

—Me porto como un macho al frente de él y la verdad es que lo soy, él es más de ser la chica en la relación.

Alzo mis cejas y abro mi boca para contestar, pero el gran ruido formado por un auto afuera llama mi atención, el deportivo da un frenazo al frente de la casa y la puerta del coche se abre, mi corazón empieza a latir fuerte dentro de mi pecho y trago grueso, sus ojos azules miran en mi dirección y aprieta sus manos a los costados, observa a Kurt y sus ojos se prenden de un rojo fuego.

Madre santa, lo va a matar.

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