El padre de mi amiga romance Capítulo 11

Narra Luciana

Cuando  desapareció me quedé sobre la cama, luego  volvió a entrar a la habitación.

—Dios, eres hermosa—me  elogió. Mis ojos observaron los  objetos que tenía en la mano y mi respiración se entrecortó.

—¿Qué es eso?— pregunté deseando que mi voz no fuera tan temblorosa.

—Estás a punto de descubrirlo. Date la vuelta y ponte de rodillas. Mira hacia la cabecera de la cama—me ordenó, respiré  profundamente, tratando de controlar los rápidos latidos de mi corazón, y luego obedecí. Cuando estuve en la posición de perrito, el metal frío se envolvió alrededor de mis tobillos. Eché la cabeza hacia atrás para verlo cerrando las esposas alrededor de cada tobillo.—Esto es para asegurarme de que nunca me niegues. No importa cuánto dolor o placer te dé, nunca te cerrarás a mí. Este coño es mío. Abierta y hermosa —me dijo, luego movió mi clítoris y ahogue  un gemido. Dejó caer su boca entre mis muslos exactamente a mí coño, pasó su lengua, no pude luchar contra el temblor que me atravesó—.¿Te gusta eso?— preguntó,  para luego volver a  mi coño, grité cuando mordió mi muslo interno.

—¡Sí!—gemí moviendo mi trasero hacía su cara. Él lo tomó como una aprobación comiéndome como un hombre hambriento, lamió la humedad que estaba creando— .Oh joder. Más  quiero más—exclame realmente excitada.

Sus manos se clavaron en mis nalgas,  abrió ampliamente mí trasero, usando su lengua para acariciar mi estrecho agujero. Mi cuerpo ya no era mío  jadeaba pesadamente, luego sentí  algo grueso y frío presionando la entrada de mi coño—. Joder—grite, perdiendo el equilibrio cuando empujó un objeto inesperado dentro de mí.

—¿Cómo se siente?—preguntó pero estaba muda. No podía concentrarme en las palabras cuando todo lo que quería era que me follara—.Contéstame o me detengo—me advirtió.

—No sé. Es algo  frío y  tan jodidamente ancho—.Jadee, él   lo empujó más dentro de mí coño. Mi mente estaba a punto de explotar—.Por favor ... más duro— le rogué. Él encendió el dispositivo, las vibraciones  hacieron que  gritará porque el juguete sexual me montó como si fuera su polla.

—Esto no es ni una fracción del tamaño de mi polla, niña ¿Estás segura de que podrás manejarlo cuando mi polla te tome el culo?—interrogó.

—No puedo. Voy a explotar, no puedo ...

Pasó su dedo por mi agujero y cuando lo hizo  exploté. Grité, mi orgasmo se disparó hasta los dedos de mis pies. Incline mí cabeza hacia atrás, gemí hasta que no me quedaba nada. Abel me seguía torturando  hasta que mis brazos colapsaron. Caí hacia adelante sobre la cama, mi trasero todavía estaba el aire.

—Hermoso— dijo rozando sus dedos junto a mi trasero. Me quede sin palabras, solo en silencio, tratando de recuperar el aliento. Luego liberó mis piernas y azotó mi nalga—.De espaldas—me pidió. Cuando me volteé, capturé la vista más impresionante: Abel con su polla gruesa y dura— .Me encanta la forma en que me miras. Puedo ver el hambre en tus ojos—mencionó, luego se subió a la cama y se me hizo agua a la boca—.No te preocupes. Sé lo que quieres.  Manos sobre tu cabeza—ordenó,  me ato las manos y luego las enganchó a una cadena que yo no había notado—.Hay algo extremadamente erótico en la forma en que disfrutas tomando mi polla. Tus ojos no mienten y me encanta—agregó, luego   se bajó de la cama en busca de algo. Cuando regresó tenía dos pinzas pequeñas en la mano—.¿Sabes que  son estos, Luciana?—preguntó.

—¿Pinzas para pezones? Supongo—respondí, su sonrisa traviesa confirmó que tenía razón.

—Exactamente. Te los voy a poner en los pezones y te follaré hasta que grites que no puedes más. Cuando estés a punto de explotar a mi alrededor, te los quitaré y vas a experimentar un placer tan intenso que te cegara —explicó. Un escalofrío de excitación recorrió mi columna vertebral, después colocó cada pinza en mis pezones endurecidos. Sisee ante el dolor inicial, pero poco a poco se convirtió en un placer palpitante entre mis piernas, Abel chocó contra mí. La fiereza y plenitud de él ya era demasiado, eché la cabeza hacía atrás mientras mis caderas abandonaron  la cama. No me dio tiempo para adaptarme antes de retirarse y chocará contra mí. Con cada estocada, me envió al borde de la euforia. Había tanta posesividad en la forma en que reclamaba cada parte de mí. Jadee, grité y rogué por más. Una ola de mareo me invadió y me agarró el pelo, lo que obligó a que mis ojos permanecieran fijos en los suyos. Sus ojos eran fuertes con un propósito, reivindicando su reclamo mientras me follaba. Su intención de romperme era clara y mis paredes se derrumbaban a su alrededor. Ingresó dos dedos  en mí boca, exigiendo que chupara mientras él me quitaba las abrazaderas,  grité y casi mordí los dedos de Abel mientras volaba sobre un borde peligroso de puro y crudo éxtasis. No estaba mintiendo cuando dijo que vería estrellas—.Oye, quédate conmigo— murmuró Abel,  riéndose por lo bajo, golpeando mi mejilla—.Voy a necesitar que respires un poco—dijo.

—Creo que estoy muerta—, murmuré, incapaz de abrir los ojos. La luz cegadora y orgásmica me provocó un cortocircuito. Cuando finalmente volví  a abrirlos, me encontraré con la hermosa cara de Abel.

—¿Estás bien?—interrogó.

—Todavía no estoy segura—le respondí cansada.

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