El precio de tu Amor romance Capítulo 50

Nat soltó el aire una vez que un hombre abrió la puerta de un automóvil negro para ellos, haciendo una señal para que Andrew entrara.

De forma voluntaria se colocó delante de él tomando su brazo, para que se apoyara un poco, y poder meterse en el auto con cuidado. Ella pudo evidenciar que ahora se manejaba bien, y que caminaba con más precisión, pero con mucho más cuidado que antes.

Después de que la puerta fue cerrada, ella apretó su bolso encima de las piernas, solo con ese pensamiento de Andrew había esperado que terminara su turno, para salir con ella a esa comida que le tenía los nervios explotados.

«¿Por qué todo esto de forma tan repentina?», se preguntó torturándose un poco.

—¿Cómo va el trabajo? —La pregunta hizo que se sacudiera un poco mientras el auto comenzó a moverse.

—Bien… de hecho, ha pasado algo imposible de creer en estos días… —ella sonrió recordando la beca que fue asignada.

—¿Qué ha pasado?

—La esposa del señor Shan… me inscribió en una beca, algo así como para evadir impuestos, y yo soy la afortunada…

Los ojos de Andrew brillaron mientras reprimió una sonrisa torcida para luego asentir, no sabía el por qué, pero brindarle de su apoyo a Nat lo hacía sentir tan confortable y tan lleno, que, si fuera por él, incluso la sacaría de esa casa en donde ella estaba viviendo ahora.

«Pero, tiempo al tiempo, Andrew», él se dijo mentalmente mientras trató de parecer sorprendido.

—¿De verdad? Eso es increíble…

—Lo es… y más ahora que… —aunque Natali se había dejado llevar por la emoción, se frenó de golpe. No quería que él supiera nada de sus necesidades, de esta forma que se obligó a darle otra sonrisa para opacar el desborde de su emoción—. Ahora más que viene el último año de universidad… me da un aire… un descanso en medio de todo…

Andrew afirmó.

—El último es el más tedioso, ya que lo único que deseas es graduarte, pero pasará rápido…

—Sí… eso espero.

Ambos se quedaron mirando fijamente por mucho tiempo sin decirse una sola palabra, pero fue Nat quien quitó la vista al no resistir esa forma que la mataba.

Le ahogaba estar en el mismo auto con él y no poder tocarlo, no poder darle ese abrazo que tanto reclamaba su piel y esas ganas de expresarle que no había pasado un solo segundo sin dejar de amarlo.

Lo seguía haciendo, incluso de una forma mucho más intensa y necesitada, ahora, y a pesar de la distancia que había entre los dos, le parecía que él era la única persona con la que podía entenderse, con la que podía encajar, así que decidió morderse la boca por dentro, mientras pegó su cabeza al asiento para tomar el aire profundo.

El silencio en ellos fue muy incómodo durante el trayecto, porque, aunque se conocían como a la palma de la mano, fue imposible seguir alguna conversación por la tensión que había entre ambos.

En unos minutos, el auto llegó a un restaurante en una parte de la ciudad exclusiva, que Nat observó con precisión. Y en el momento en que estacionaron ella se apresuró a abrir la puerta, pero su brazo fue atajado por Andrew.

—Él te abrirá la puerta… espera un poco… —Nat pasó un trago duro para luego llevar su mirada a la mano que rodeaba su brazo con aprensión. Estaban tan cerca, pero a la vez tan lejos que sintió desespero por su toque.

Como dijo Andrew, el hombre abrió la puerta y le dio la mano para ayudarla a bajar del auto, pero de nuevo allí estaba ese engreído quejándose.

—No… —volvió a tomar su palma quitándola antes de que se la diera a su conductor, y haciendo lo posible, se bajó por la otra puerta y caminó de acuerdo a lo que pudo para llegar hasta Natali.

—¿Te has vuelto loco? El que necesita ayuda eres tú… —ella le rodó los ojos cuando Andrew le asomó la mano.

—Estoy perfecto… —declaró sonriendo mientras ella sacudía la cabeza llevando la palabra a su mente de forma literal.

«¿Estaba acaso en un sueño? O él solo quería cerrar un ciclo para con ella». Esta última parte le dolía, y le quemaba las entrañas.

Cuando estuvieron ubicados en una mesa, Andrew se tomó todo el tiempo para hablar con el camarero, y además de comida, Nat prefirió tomar algo helado, porque tenía la garganta seca.

Y la situación se hizo peor cuando ella vio que el hombre que los estaba atendiendo se fue.

Andrew se recostó al asiento dejando la mirada fija en ella, y Nat no pudo más que bajar el rostro sabiendo que él solo estaba esperando que hablara.

—Conocí a tu padre por el señor Shan… —comenzó llevando la mirada nuevamente a sus ojos, pero en este momento el Andrew lindo, había desaparecido.

Ahora mismo estaba serio, con el ceño fruncido, como si estuviera colocando un muro para prepararse para recibir todo el relato.

Y a ella le estaba costando un mundo volver a traer todo a colisión.

Sin embargo, este era el comienzo para soltar, para descargar el peso de sus hombros, de la culpa, y de todo lo que por mucho tiempo estuvo cubriéndolos y dañándolos. Sí, Andrew estaba aquí para ser su amigo, pero incluso con solo contar con su presencia y su perdón, ya era demasiado para pedir.

Y comenzó con la primera frase:

—No sabía qué más hacer, yo nunca pensé que conocerte iba a cambiarme la vida…

Andrew mordió sus mejillas. Tenía su mirada centrada en sus expresiones preocupadas y tristes y le jodía en el alma verla así. Pero no podía hacer nada ahora, estaba claro que esta conversación era necesaria para los dos, aunque su corazón estaba sangrando de nuevo.

Le dolía muchísimo, y esa herida estaba ardiéndole en el alma de nuevo.

—Nunca quise agarrarte la mano por miedo al vacío, no te conocía y lo único que vi y lo que tu padre me enseñó, fueron pedazos rotos, un hombre herido… y yo ya estaba lo suficientemente lastimada como para que tus pedazos me cortaran —Andrew pasó un trago forzado—. No quería encariñarme contigo…

Las lágrimas de Nat bajaron, pero ella se apresuró a secar y a levantar el rostro para proseguir.

—No odies a tu padre… cuando acepté, yo quería ser egoísta y pensar en mí, en mis necesidades, solo en mí porque no me correspondía juntar tus trozos, ni remendar tus tiempos… pero pasó, un día sin más quise tomar tu mano, abrazarte hasta que el tiempo se detuviera. Una muestra de tu cariño me devolvió la vida, y pude ver en tu mirada que de alguna forma todo aquello que se había perdido y extraviado en ti, había vuelto de repente para ver al verdadero Andrew. Créeme… no lo quise desde un principio, pero desde el momento en que tomé tu mano, no hubo vuelta atrás, porque no he podido soltarla…

—Pero nuestras manos ya no están juntas… —declaró Andrew con voz débil.

—Eso es porque tú la has soltado, no yo…

Y justo cuando Nat lo miró, sus ojos parpadearon por lo nublados que se pusieron. Él negó y se tomó un tiempo para dejar que su garganta se normalizara.

—Estaba destrozado, sí… sin esperanzas de remontar, sin ilusión por vivir. Pero entonces llegaste tú. El verte hizo que toda la energía llegara de repente a mí, Nat… Me enamoré de verdad y en ese momento solo sentí que habías sido la cura de todas mis heridas. Pero me volviste a romper… ¿Qué querías que hiciera?

Capítulo 49 1

Capítulo 49 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El precio de tu Amor