El precio de tu Amor romance Capítulo 52

Un montón de espuma, serpentina, y papelillo de colores, cayó sobre todos los graduandos de medicina que unos minutos atrás, habían recibido su título de culminación de grado.

La universidad había preparado esta especie de ritual cuando ellos terminaron de lanzar sus gorros al aire, y ahora, en el centro del evento, las luces, los globos, y todo el papel colorido, caía sobre sus cabezas mientras las lágrimas y las risas de felicidad se entremezclaban en sus ojos.

Nat estaba abrazada con Lana diciéndole lo agradecida que estaba por estar en su vida, pero de un momento a otro también fueron abrazadas por un tercero.

Peter se unió a ellas esparciendo besos en sus cabezas, mientras daban brincos tratando de explotar la emoción que los arropaba.

—¡Lo logramos! —gritó Peter aturdiéndolas y luego las sacudió—. ¡Lo lograste Nat!, ¡Lo lograste Lana…! ¡Lo logré! ¡Somos médicos, carajo! ¡Somos los putos médicos más sexys de Durango!

Las risas de sus compañeras se esparcieron entremezclándose con la felicidad de los demás.

El acto protocolar estaba culminado, y ahora los esperaba una escandalosa fiesta que todos habían planeado durante los últimos meses de su año escolar.

De un momento a otro, los padres de cada graduando comenzaron a llegar hacia el centro. Algunos con ramos de rosas, llaves de vehículos y todo tipo de regalos que, algunos solían hacer con sus hijos.

Nat saludó a los padres de Lana, recibió su abrazo, y se apartó un poco cuando ellos envolvieron a su hija, y se rompían a llorar ante la felicidad.

Ella se giró alrededor limpiando sus propias lágrimas mientras sus hombros se achicaron. Era obvio que sus padres no estaban aquí, pero no iba a dejarse amargar por eso.

—Te veo más tarde… —le dijo a Lana tocando su hombro mientras esta asintió enviándole un beso.

Y luego de que caminó otro poco más, también le hizo una seña a Peter, para que supiera que se retiraba y que se verían más tarde en la recepción.

Natali caminó de salida del auditorio. Tenía un vestido rojo con una abertura en la pierna derecha, que tallaba perfectamente su figura, y un moño elegante que incluso la hizo parecer sofisticada.

Estaba terminando de bajar las escaleras para llegar al estacionamiento cuando una persona de pie a ella, hizo que sus piernas dejaran de caminar.

Sus labios vibraron sin poder controlarlos.

—¿Mamá? —Grace tenía una coleta, y un poco de colorete en sus mejillas, nada elaborado, pero al menos su ropa era presentable como si quisiera agradar.

—Hola, Nat… vine a felicitarte… —Natali llevó sus dedos a la esquina de sus ojos mientras asintió.

Caminó hasta su lugar y se detuvo delante de su madre.

—¿Quién te dijo que era hoy? Yo…

—Solo lo supe… ¡Felicidades! Parece que eres mucho más fuerte de lo que pensé. Creo que… me siento orgullosa de ti… —fue imposible que Natali no sollozara.

—Gracias… —su voz sonó rota.

—Te ves… muy bonita… también te he visto en algunos periódicos, tu rostro es la novedad de Durango.

Nat asintió entendiendo a lo que se refería.

—¿Mi padre? —preguntó un poco curiosa cambiando el tema.

—Él… también está… ya sabes… está celebrando a su manera. Se quedó en casa, y no puedo tardar porque me espera. Él… él me dijo que te felicitara también…

En dos pasos, Nat eliminó la distancia y abrazó a Grace. Por unos segundos ella no correspondió a su abrazo, pero no demoró un poco más cuando pudo sentir su toque casi imperceptible alrededor de su cintura.

Nunca sintió ningún toque de Grace en su vida, y esto fue realmente confortante de sentir ahora que podía hacerlo.

No se dijeron nada, Grace tampoco le dio palabras de aliento, pero sabía que ella no tenía mucho para dar, y que esto era demasiado para sus límites.

De un momento a otro, la misma Grace la separó de su cuerpo, y la impresión tomó su corazón cuando vio que una especie de lágrima que estaba esparcida en su ojo.

Rápidamente, la mujer se limpió y fingió no estar conmovida.

—Bien… yo… —Grace se arregló su suéter—. Debo irme ahora…

Natali asintió, pero antes de que la mujer se diera la vuelta, ella tomó su brazo.

—Gracias por venir a mi graduación, mamá…

Grace miró la mano que tomó su brazo, y luego se fijó en el anillo que reposaba en su dedo.

—Ese hombre te ama mucho… no lo dejes ir.

Nat sonrió ante su comentario observándola irse, pero solo entendió su contenido cuando alzó sus ojos y vio a Andrew vestido totalmente de negro, recostado a uno de sus autos costosos.

Sus brazos estaban cruzados mientras sonreía divisándola de abajo hacia arriba dando un silbido lento de forma sensual.

Nat señaló en dirección de donde su madre se había ido, mientras caminó hacia él.

—Tú fuiste, ¿no es así?

—No sé de qué hablas…

—La trajiste aquí… ¿Qué le ofreciste? —en cuando llegó hasta su lugar Andrew desenvolvió sus brazos e inspeccionó su vestido.

—No había contemplado que esta abertura fuese tan pronunciada. Es mejor que te pongas algo más cómodo para la fiesta.

—No me cambies la conversación… ¿La trajiste? ¿Qué te pidió a cambio?

Andrew se puso serio esta vez mientras rodeó su cuerpo con sus dos brazos.

—Ella vino porque realmente quería felicitarte… solo le di una motivación. Su hija está graduándose como médico, la niña que ella trajo al mundo y de la que fue parte… eso fue suficiente para que viniera. No hice nada más…

Epílogo 1

Epílogo 2

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