—¿Necesitas algo? —Dana intervino al ver que Andrew se movió para decirle algo a Nat, y en el instante, ante el silencio de él mismo, ella se sacó de ese agarre que estaba quemando su propia piel.
La doctora Tucker caminó después de Natali, y esta vez no se arrepintió de no querer saber lo que esos ojos le decían, ni por lo que hubiese querido que decirle hace unos segundos antes de atajar su brazo.
¿Para qué la había tomado de esa forma solo para quedarse callado?
En el momento en que salió de esa sala, el aire volvió a su vida, pero su corazón retumbaba más fuerte que nunca, y antes de que pudiera seguir, se giró hacia Anggie para agradecerle por su ayuda.
Era muy evidente que todos, con solo darle un vistazo a su apariencia, se dieran cuenta de que no la estaba pasando bien con la llegada de Andrew al hospital.
—Gracias…
—No hay nada… vamos al trabajo —Natali sabía que Anggie estaba intentando ser fría, pero le dio igual la situación.
Se fue detrás ella y esperó que más pronto que tarde, su turno estuviera siendo acabado.
Mirando su reloj de muñeca, Nat se apresuró por salir sin despedirse de nadie. Sin embargo, cuando estaba en plena salida, pudo divisar que Andrew se estaba despidiendo, y agradeciendo a las personas que estuvieron con él por la ayuda, y dejando claro que se verían mañana en la misma jornada.
Pasando de largo y sin levantar la cabeza, Nat salió del hospital, y cuando estuvo en la salida, casi corrió a alguna parada de bus para llegar puntual a su sitio de trabajo.
En el instante en que llegó al restaurante principal del señor Shan, iba directo a los cambiadores, cuando Mat el encargado principal, la detuvo como si tuviera algo importante que decirle.
—Nat… la señora Menli me pidió que te dijera que vayas a su oficina en cuanto llegaras…
Su ceño se profundizó y un poco de miedo subió por sus pies. Nada podía ir mal ahora… no ahora, que estaba tratando de arreglar su jodida vida.
Dio un asentimiento a Mat y luego se giró sobre sus talones para caminar de forma lenta hacia la oficina de la esposa de Shan.
No había saltado ningún turno, ni había alguna queja de algún cliente. ¿Qué podía ser?, pensó en todo el camino.
En cuanto llegó al lugar, dio dos toques en la puerta ya abierta y vio como la mujer alzó el rostro y sonrió ante su presencia.
Eso era más extraño todavía.
—Adelante… siéntate.
Nat saludó con un gesto y luego tomó la silla que la mujer le indicó.
—¿Hay algún problema? —preguntó con voz baja y Menli negó sonriendo.
—No hay ninguno. Realmente no tengo queja alguna de ti… pero te mandé a llamar por una noticia que debo darte.
Sus dedos crujieron por debajo de la mesa ante el nerviosismo.
—¿Noticia?
—Sí… escucha… sabes que somos empresarios, y que tenemos ahora más restaurantes de cuando iniciamos. No sé si conoces que un empresario debe estar sujeto a declaraciones de impuestos, y muchos optan por dar beneficios al estado y a sus ciudadanos para de cierta forma recompensar la oportunidad.
Nat parpadeó entendiendo el punto, pero no sabía qué tenía que ver ella en ese asunto, hasta que la mujer soltó una risa pequeña.
—Ok, sé que esto no te concierne, pero… eres una de las mejores trabajadoras en nuestro equipo, y quería yo misma decirte que estamos becando al número uno de cada uno de nuestros restaurantes, por supuesto, siempre y cuando estén estudiando…
Por un momento, a Nat el tema le pareció gracioso, pero la sonrisa en el rostro de Menli solo hicieron que su cuerpo comenzara a temblar.
—¿Qué quiere decir con una beca?
—Bueno… —La mujer alzó los brazos—. Te falta un año ¿no es así?, eso quiere decir que cubriremos el gasto de ese año que resta, y así tú no vas a matarte haciendo turnos como loca… solo tendrás que venir a uno que otro… y descansarás más… por el mismo pago.
A este punto del día, Nat tuvo suficiente estrés acumulado en sus hombros, y solo su boca se torció reprimiendo las ganas de llorar.
—¿Está?… ¿Está hablando en serio?
—Muy en serio… ¿No querías una oportunidad?… bueno, aquí la tienes…
Ella negó varias veces tratando de ser dura, pero las lágrimas ya estaban saliendo de sus ojos.
—Te lo mereces… y ahora, ve, descansa y vuelve en dos días… nosotros prepararemos todo lo de la beca y la universidad te estará enviando un correo acerca de cómo está cubierta tu matrícula de ahora en adelante.
Nat se levantó de forma lenta. El sonido, la voz de la mujer, incluso su visión comenzó a ser un poco lenta, mientras intentaba llevar una bocanada de aire a sus pulmones y aceptaba el abrazo que la mujer fue a darle en forma de felicitación.
No supo cuánto tiempo se llevó en salir de la oficina, y de escuchar las voces distorsionadas a su alrededor, lo único que sabía es que todo se había mezclado en su cuerpo para estallar en un shock.
Su emoción, su tristeza, la felicidad, y sobre todo, la rabia que pasó en el hospital estaban explotando en su cuerpo y en su estabilidad.
Estaba en su punto límite del cansancio, de ese vaivén emocional, y, sobre todo, del dolor en esa herida que seguía sangrándole incasablemente.
Y sí… se iría, tal y como dijo la esposa de Shan, necesitaba llegar a la casa de Lana, recostar su cabeza en la almohada y cerrar los ojos por largo tiempo…
*
Menli vio como la chica abandonó su oficina, borró la sonrisa de su rostro y soltó el aire contenido que había retenido por mucho tiempo.
Eso había sido fácil, pensó tomando su teléfono celular y marcando rápidamente.
—¿Doctor? —preguntó cuando la llamada fue contestada.
—Señora Shan… —respondió Andrew al otro lado mientras Dana lo acomodaba en la cama para que descansara después de su primer día de terapia.
—Está listo… ya le he dicho a Natali sobre la beca.
—¿Aceptó? —él preguntó con interés.
—Sí… no hubo problema, le dije que nuestra empresa estaba contribuyendo con el número uno de cada uno de nuestros restaurantes, y que esto evadiría algunos impuestos… ella… creo que estaba conmocionada. No se lo podía creer.
—¿Se alegró? ¿La viste feliz? —en el momento en que hizo la pregunta, él pudo notar como Dana se giró con tono de pregunta en su rostro.
A estas alturas, estaba un poco molesto por su intromisión, pero después de que ella explicó que pensó que quería algo, lo dejó pasar.
—Ammm… la verdad ella no se notaba contenta hoy… está trabajando mucho, y se ve algo…
La mujer asintió un poco decepcionada, y sin esperar, se levantó, no sin antes devolverse para decir:
—Espero que esa chica, pueda valorar… lo que haces por ella.
Andrew asintió serio.
—Cuídate, Dana…
En el momento en que se vio solo en su habitación, volvió a tomar su móvil, y antes de marcar a su padre, decidió volver a hablar con Anggie.
Si podía convencerla a ella, podía hacerlo con cualquiera.
—¿Andrew?
—Anggie…
—¿Qué ha pasado?
—No te asustes, todo está bien… quiero pedirte un favor…
Hubo un largo silencio y luego él escuchó un suspiro.
—No me pidas nada referente a esa chica, en serio, hoy me dolieron los hombros.
—Es referente a Natali, sí… por favor, Anggie… sé que le queda un mes y algo en el hospital, y sé que ya ha pedido cambio a Garesche…
—Si estuviera en su lugar, lo haría también. Escucha, sé que lo que hizo ni siquiera es pensable, está bien, no la perdones, pero esa chica la está pasando mal ahora, y no creo que ella sea lejana a tus sentimientos…
—Anggie… Yo… necesito hacer algo. Pero sin tu ayuda, es imposible.
La mujer resopló desde el auricular, se quedó en silencio, esperando la indicación y después de que lo escuchó por unos minutos, no esperó para intervenir.
—Bien… eso es fácil. Ahora, si veo la cara de esa niña como hoy, todo esto se olvida, ¿de acuerdo?
Andrew sonrió.
—De acuerdo…
—Bien… aunque no entiendo muy bien tu punto, porque eso de ser amigos después de una relación ¿de qué va?
—Anggie…
—¡Bien!, ¡bien…! Entonces, nada, descansa y prepárate para la jornada de mañana…
—Ya he descansado dos meses, y sí… llevo preparándome todo este tiempo para eso… espero tener la misma voluntad de ahora… así que colega… deséame suerte…
Anggie sonrió negando con la cabeza y se despidió cancelando la llamada. Después de un minuto o dos, se apresuró para marcar, haciendo lo que le correspondía para llevar a cabo el plan de Andrew…
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El precio de tu Amor