Enamorándose de la inocencia romance Capítulo 10

Adriana ardía en cólera mientras entraba en pánico.

«No, no puede ser». Sacó el teléfono, marcó el número de Roberto y gritó:

-Malas noticias, Roberto. ¡Un b*stardo lo arruinó todo! Cancelaron la serie de televisión y todo el mundo se está yendo. ¿Qué debo hacer?

En ese momento, Roberto estaba en medio de una reunión. Por lo tanto, ya estaba de mal humor cuando la llamada le interrumpió. Pero en cuanto escuchó los lamentos de Adriana al otro lado, se frustró aún más.

—¡Cierra la boca! Fui yo quien canceló tu serie de televisión.

-¿Qué? -Adriana jadeó horrorizada y empezó a berrear.

-Roberto, ¿por qué lo hiciste? ¿Fue por esa mujer? ¿Me castigas porque mi asistente lastimó a su hija por accidente?

Roberto no pudo evitar fruncir el ceño ante lo que ella dijo.

«¿Qué clase de tonterías está diciendo?».

-¿De qué demonios estás hablando? ¿Puedes callarte? Te lo explicaré luego. —Y con eso, le colgó el teléfono.

En el momento en que se cortó la línea, el rostro de Adriana se retorció de odio y apretó la mandíbula con fuerza.

-¡Esa perra! Todo es culpa suya -gruñó con maldad.

Eran alrededor de las diez de la mañana cuando Paulina se disponía a salir a hacer las compras. En ese momento, unos autos caros se detuvieron frente a su florería.

La puerta del auto se abrió y Adriana salió de él.

Iba vestida con ropa de diseño y tacones de diez centímetros, flanqueada por varios guardaespaldas de aspecto severo vestidos con trajes negros.

Paulina percibió de inmediato que algo no iba bien. Puso un frente solemne y preguntó:

-Adriana, ¿qué está pasando?

Adriana echó un vistazo a la pequeña tienda con desdén antes de agitar las manos.

—¡Destrúyanla!

A su orden, sus guardaespaldas se precipitaron en su tienda y destrozaron todas las macetas que tenían a la vista. Arrojaron y pisaron todas las flores de su tienda al suelo, creando un desorden.

Verifica el captcha para leer el contenidoVerificar