Al llegar a la mansión de Mikhail, cada pareja se marchó a sus respectivas habitaciones después de despedirse, los hombres con un buenas noches, las mujeres con cálidos abrazos y par de besos en sus mejillas.
Olivia y Jarvis, tomaron una rápida ducha en conjunto, se vistieron con sus pijamas y se metieron bajo las sábanas calientes, en cuánto hizo aquello Olivia dejó escapar un largos suspiró. Jarvis sonrió y se giró hacia ella, abrazándola con fuerza la acercó hacia él.
—¿Estás cansada, cariño?
—Lo estoy, adoro compartir con las Volkova, pero tienen muchísimas energía— río— ¿Y tú?, ¿Te divertiste?
—Si, la verdad es que son personas muy agradables
Annika con sus historias interminables, para cada situación tiene una anécdota.
—Es una gran mujer. . . me dió mucha tristeza lo que dijo.
—¿Que dijo?— preguntó burlón — dijo un millón de cosas.
—Me refiero a eso de ser viudas tan. . . pronto, ví tanto terror en los ojos de Violeta.
—Son los gajes del oficio— sonrió triste— míralo como si fuese cualquier negocio, cualquier trabajo, todo tiene un riesgo.
—Pero éste es un riesgo enorme, mi amor, estamos hablando de perder a la persona que amas. ¿Cómo se vive con algo como eso?— preguntó asustada.
—No se vive — se estiró en la cama, con la cabeza sobre la almohada y los ojos cerrados— no, no se vive, sino que se sobrevive, se aprende a sobrellevarlo y con el tiempo pesa menos, pero nunca sana.
—Tienes toda la razón, no creo que alguien pueda sobreponerse a algo así jamás— Jarvis mantuvo su posición y sus ojos cerrados, y suspiró con pesadez.
—No pensemos más en perdidas, ni muertes, cariño. Ven aquí, durmamos un poco. —Olivia lo observó allí, sin camisa, solo con el pantalón del pijama, el cabello aún húmedo y el deseo se apoderó de ella, se acercó y se subió a horcajadas sobre él en un rápido movimiento, Jarvis abrió los ojos, llenos de brillo, sus manos fueron directamente a las caderas de su amada.
—Pensé que estabas muy cansada— le dijo con picardía a la vez que sus manos ascendían para acariciar sus senos.
—Nunca estoy muy cansada para amarte — se inclinó sobre él para besarlo, Jarvis la hizo girar tomando la posición dominante, Olivia rió y abrió los ojos, rodeando el masculino cuello de su amado lo acercó a ella para besarlo, al mismo tiempo que abría sus piernas para que el pudiese acomodarse mucho mejor entre ellas.
— Te amo— le dijo antes de comenzar a besarla nuevamente.
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Mikhail, estaba sobre la cama, con la sábanas cubriendo su desnudes, sus ojos fijos en la mirada perdida de Violeta, que podía verla en el reflejo que el espejo le brindaba. Estaba sentada sobre su banquito frente a la peinadora, y cepillaba su cabello suavemente, después de haberse quitado el maquillaje, la ropa, tomado una rápida ducha, ahora estaba allí, parecía sumida en sus pensamientos, se veía muy triste, como si estuviese sufriendo en silencio.
—Deberías dejar de pensar en eso— le sugirió con voz dulce, el cepillo que se deslizaban por aquellas hebras doradas, se detuvo. Violeta lo colocó suavemente sobre la cómoda y se giró para mirarle con ojos cargados de preocupación.
—¿De qué hablas?— le preguntó como si acabase de despertar de un sueño.
—Me refiero a que después de lo que dijo mi madre, has estado pensativa, perturbada, sus ojos están cargados de preocupación. Odio verte así, te ruego que dejes de pensar en eso.
—¿Cómo puedo dejar de pensar en sus palabras Mikhail?, me está atormentando— sus ojos se llenaron de lágrimas, entonces Mikhail salió del refugio de las sábanas, caminó hasta ella, como si de un dios griego se tratase, al llegar la tomó de la mano y la puso en pie.
—¡No quiero perderte, no puedo perderte Mikhail!— lo abrazó fuertemente— ¡ No lo soportaría!, Me aterra el futuro, me asusta la idea de estar en la posición de tu madre, de perderte, de que puedas morir— decía entre gemidos de dolor.
—Todos moriremos algún día, amor mío, unos antes, otros después, pero si algo tenemos seguro en esta vida, es la muerte— acarició su espalda con ternura— tengo grandes motivos para no permitir que me maten. Volver a casa para ver tus ojos, para besar tu boca, y hacerte el amor cada noche— besó su cabeza— no me privaría de ese privilegio.
—No es algo que puedas controlar Mikhail — elevó su rostro hacia él, su cara estaba bañada de lágrimas, sus ojos brillaban de dolor.
—No soporto verte llorar, Violeta — cerró los ojos con dolor— no me sometas a semejante tortura.
—Lo siento, es que no puedo evitarlo—& Sollozó— pensar en que algún día pueda recibir tu cuerpo. . .— se ahogó con sus palabras.
—Entonces debes disfrutarlo ahora— tomó las manos de ella y las llevó a su pecho— disfrútame cada día que viva para ti. Dicen que cada persona nació con un destino, yo nací para amarte y adorarte Violeta.
—Mikhail. . .
—Deja de pensar tanto y ámame Violeta, ámame como solo tu puedes hacerlo— dijo antes de comenzar a besarla.
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La mañana siguiente Jarvis salió con Mikhail, iría en busca de su nueva documentación y aportaría de su conocimiento para una nueva ruta a Estás unidos que Mikhail quería implementar, además de encargarse de algunos asuntos personales. Olivia los despidió junto a Violeta y los vieron marcharse.
—Harán un equipo increíble — dijo Violeta.
—Seguramente sí — Olivia sonrió — Jarvis es bueno en lo que hace.
—Esteban debe lamentar cada día haberlo perdido — Olivia la miró y frunció el ceño.
—Si, supongo que sí. Jarvis se encargaba de supervisar muchos de sus negocios. Violeta. . . vamos al jardín, quisiera que habláramos de algo importante.
—Ese tono me ha asustado, Olivia.
—Mejor olvídate de eso, dime, ¿Qué es eso tan importante que querías decirme?— Violeta volvió a la realidad, la preocupación apoderándose de ella, ¿Cómo tomaría Olivia saber aquello?
—Es algo importante y delicado, espero que. . . puedas tomarlo de la mejor manera posible, y puedas entenderme. . .
—Agora la asustada soy yo, Violeta — la miró con ojos enormes— deja de darle vueltas al asunto y dilo de una vez.
—Olivia, cuando trabajaba en el Venus, tuve muchos clientes.
—Lo sé, pero no es necesario que hables de eso, ya es pasado.
—Si lo es, porque hay algo que no te he dicho y me ha llenado de culpa siempre, aunque nunca lo reconocía.
—Vamos, Violeta, cariño. . .
—Esteban fue uno de mis clientes, de hecho hubo una par de meses en los que me veía exclusivamente con él.
—Violeta. . . — la miró fijamente.
—No era nada importante Olivia, solo se trataba de dinero para mí. Necesitaba encontrar suficiente dinero para evitar los golpes de mi padre, y Esteban me daba eso y más, de hecho fue gracias a él que pude tener ahorros, esos que mi padre.me quitó en cuanto los descubrió.
—Violeta, ¿Por qué nunca me dijiste nada?— preguntó confundida— no me hubiese metido con él de saber que tu habías Sido su mujer.
—Nunca fui su mujer— se alejó y suspiró frustrada — solo me pagaba para tener sexo, no confundas las cosas Olivia. Nunca hubo sentimientos, no el más mínimo afecto hacia él.
—¿Por qué nunca me dijiste nada?— repitió su pregunta.
—No lo sé, lo veía realmente interesado en tí, tú también te veías muy ilusionada con él, a ti te trataba de maravilla, era bueno y atento contigo.
—¿Quieres decir que a ti te trataba mal?— Olivia, frunció el ceño.
—En ocasiones— admitió— solía decirme que era una mujer hermosa, pero fría, incapaz de sentir verdadero placer, y yo le creía porque realmente me acostaba con los hombres por dinero, y muy pocas veces llegué a sentir algo de placer, así que cuando Esteban me avisaba de ser frígida , yo pensaba que era cierto. Es por eso que me sentí tan especial para el ruso. Él quería placer, pero también quería que yo lo disfrutara, no que fingiera que lo estaba haciendo, sino que realmente lo disfrutara.
—Violeta, debo decirte que imaginé muchas veces que eso podría haber pasado, ya que eres muy bonita,para mí era muy probable que Esteban se hubiese fijado en ti, pero cómo nunca dijiste nada, viste mis avances con el y permaneciste en silencio, llegué a imaginar que eran solo ideas mías. No tengo nada que reprocharte, sucedió antes de que yo lo conociera, era solo una cuestión de negocios y lo ocultaste por no hacerme sentir mal, me hubiese gustado que lo dijeras mucho antes, pero ya no tiene importancia.
—Gracias— la miró con ternura, suspirando al sentir que se había liberado del peso de un secreto.
—Y la manera en la que te trató es solo un agregado más a las cuentas que Esteban Bellancinni, debe pagarme. Es un miserable, Esteban Bellancinni se merece lo peor de éste mundo.
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